Justo cuando esta semana la Serie Nacional de Béisbol en su versión 62 consumió la primera mitad de su calendario regular de 75 partidos —para ellos a la altura del segundo juego del pasado martes ya que tienen uno suspendido vs Artemisa—, los Gallos se ubicaban fuera de la zona de clasificación.
El declive es notable si tenemos en cuenta que, al cierre del primer tercio, hace apenas unos días, los espirituanos estaban entre los primeros ocho y con balance favorable de 14 victorias y 11 derrotas, pero al parecer las aguas del Caribe marearon a los yayaberos y en el meridiano de la campaña se encontraban en el onceno lugar con 19 y 19.
Con los isleños perdieron la peor de las subseries que han tenido hasta ahora al ceder 1-4 y eso marcó la regresión en una tabla de posiciones que se mantiene compacta. Tras retornar de la Isla de la Juventud, los Gallos nivelaron a dos triunfos por bando con Artemisa debido al encuentro pendiente que se jugaría de ser necesario para la clasificación.
Pero el declive es también lógico, no solo porque a los equipos les resulta muy difícil mantenerse de manera estable durante el extenso y atropellado recorrido de la fase regular, sino porque en el caso del elenco espirituano de alguna manera se le comienzan a advertir ciertas lagunas de las que hablamos al inicio de la campaña.
Lo más notable ocurre en el bateo que ha descendido no solo en el promedio sino en la productividad. Al cierre del primer tercio los yayaberos compilaban para 287 y llegan a la mitad del evento con 278, en el lugar trece y por debajo de la media del torneo.
En relación con la productividad, acumulaban 200 carreras anotadas (cinco y fracción por partido), cifra que era casi similar a lo que permitió su pitcheo (197) y eso es insuficiente en un torneo que sigue siendo muy ofensivo.
Ello se acentúa cuando tocó batear con hombres en posición anotadora, pues de 575 que se encontraron en segunda y tercera, 444 se quedaron a la espera de un batazo impulsor. Tampoco se ha desplegado a la altura que se anunció el corrido de las bases y parte de esa realidad se ilustra con los nueve toques y 15 bases robadas registradas a mitad de serie. No mostraron tampoco el mejor de los tactos con 190 ponches, el cuarto más alto de la campaña, lo que se contradice con la tendencia mantenida en las últimas temporadas.
La defensa no las tuvo todas consigo, con más errores que juegos: 44 y 968 de promedio, ligeramente por encima de la media y en octavo puesto, además de que es el segundo equipo que menos jugadas de doble play realizó con 37.
En cuanto al pitcheo, al contrario de lo que se suponía hasta hoy, ha respondido contra viento y marea y a pesar del pobre rendimiento de los abridores. Su PCL de 4.79 lo ubicaba como el tercero de la campaña y por debajo de la media que era de 5.34, aunque el control pudo ser mejor ya que archivaron más boletos que ponches.
Pero los abridores no acabaron de encontrar la puerta de la estabilidad. Con 5.57 PCL y 322 de bateo contrario, acumularon en la mitad de la temporada un balance desproporcionado de ocho triunfos y trece reveses. La salvación fueron los relevistas, que llegaron al medio del torneo con balance de 11-6, 4.09 PCL y 266 de bateo contrario.
En lo individual Frederich Cepeda, quien esta semana se confirmó como rey de los boletos en Series Nacionales al llegar a la astronómica cifra de 2 000, encabezó la ofensiva con 357 de promedio, treinta impulsadas y veinte anotadas, seguido de Rodolexis Moreno: 348 y el máximo productor de carreras: 29 anotadas, 24 impulsadas; Lázaro Fernández compiló para 336 (30-13), Yunier Mendoza: 298 (36-15) y Yunior Ibarra, quien a pesar de su bajo promedio: 218, aportó 17 empujadas. Destaque para Lázaro Viciedo, otra vez muy efectivo como emergente con 353 y ocho impulsadas.
Otros pudieran mejorar como Alberto Rodríguez: 197, Daniel de Jesús González: 200 y Rey Richard Ricardo, quien pese a sus 290, exhibió seis anotadas y ocho impulsadas, en tanto Javier Alejandro Escobar tiene potencialidades para superar su promedio ofensivo que fue de 269 (13-11) luego de los primeros 37 partidos.
El pitcheo descansó básicamente en los brazos de José Isaías Grandales, con cinco victorias y una derrota y 2.36 de PCL; José Luis Braña: 4-2 y 4.23; Yankiel Mauris: 3-1, con cinco salvados, 2.64 de PCL, y Yanieski Duardo: 2-3, cinco salvados y 1.40 de PCL.
Aunque ha mejorado en las últimas salidas, la mala excepción fue el zurdo Ariel Zerquera, con 1-5 y 6.23, en tanto el resto apenas trabajó y el caso más notable fue el de Alex Guerra.
Gracias también a lo reñido de la lucha entre todos los contendientes, a mitad de campaña la situación no es aún comprometida, pues apenas estaban a un juego de la zona de clasificación y a tres y medio de la cima en medio del cachumbambé de un torneo que cambia de líder como de guante.
Tras concluir el duro desafío vs. Matanzas en el Victoria de Girón, los espirituanos volverán al Huelga para medirse con Cienfuegos desde el 17 de mayo. Está claro que ahora que la serie apenas empezó su segunda mitad los Gallos no pueden dormirse en la valla y deben encontrar el camino de la estabilidad si aspiran a pasar a la segunda fase, aunque sea sudando la gota gorda, como auguramos.
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