Motivados por una sana rivalidad que data de hace casi un siglo, los habitantes de este poblado alistan sus juegos de plazas, carrozas y el arte de la pirotecnia para celebrar en enero próximo las Parrandas de Guayos, festividad que junto a otras de la región central de Cuba fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Aunque sus orígenes se remontan a 1925, durante años los barrios de La Loma y Cantarrana le han dado vida a una celebración de fuerte arraigo popular y gran colorido, una auténtica fiesta de pueblo que deviene símbolo de identidad con sus fuegos artificiales y congas que atraen a visitantes de disímiles sitios de la Isla.
Serguey Cordero, presidente del barrio de La Loma, afirmó a la ACN que hoy los principales esfuerzos se concentran en la preparación de las carrozas, majestuosas obras de arte que recrean diversas temáticas y que debido al aplazamiento del changüí -como también se le conoce a la parranda- ha conllevado el cambio de algunos materiales.
En medio de las complejas circunstancias económicas por las que atraviesa la nación, la propia fuente insistió en la voluntad popular y el apoyo del Gobierno y Cultura para asumir unos festejos que más allá del costo material, tienen una connotación especial en la espiritualidad de los hijos de esta localidad de la provincia de Sancti Spíritus.
Dijo que en aras de asegurar el espectáculo pirotécnico, quizás entre los mayores atractivos de los días de jolgorio, se trabaja sin descanso en Zaza del Medio, otro de los sitios espirituanos reconocido por sus fiestas y donde radica la única fábrica de fuegos artificiales del país.
Mientras, aseguró que ya se perciben los aires del changüí y muchos muestran con orgullo las banderas y colores distintivos de sus bandos.
Fuentes consultadas refieren que la parranda fue traída a esta geografía por comerciantes de Remedios y Camajuaní, asentamientos de Villa Clara donde ya se celebraban con sonidos de tambores y otros instrumentos, y muchos aluden a sus profundas raíces canarias, dada la gran cantidad de inmigrantes españoles que se asentaron en esta zona.
Durante sus inicios, los juegos, bebidas y platos hacían alusión a elementos identitarios como la casa campesina, el tabaco o el azúcar, pero con el tiempo se incorporaron otros de la cultura universal y las fronteras simbólicas devienen el punto de referencia para aquilatar la magnitud de una cita que, al igual que otras de la región central, desde 2018, forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad.
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