Del niño que arrasaba con cuanto Pionero, Zunzún, El deporte en la URSS y otras publicaciones se vendían en el estanquillo de Taguasco queda el deleite por la lectura. Del alumno destacado en Español está el olfato para poner cada palabra en su justo sitio. De la necesidad de comprender su alrededor, tras acopiar toda información posible, permanece cada análisis suyo entregado a la pantalla… Demasiadas razones para asegurar que, aunque no lo asuma con todas las letras, Alain Jiménez Díaz nació para ser periodista.
“Disfrutaba cuando nos ponían de tarea una composición. Siempre buscaba temas en los que exponía problemas de la Vocacional, también de Taguasco, y solía hacerlo con humor e ironía, de modo que cuando la leía en voz alta todos reíamos y a la maestra no le gustaba mucho la ‘denuncia’. Al mismo tiempo, me preocupaba por leer noticias. Así, poco a poco, se fue haciendo más cierta la decisión de estudiar Periodismo. Francamente, opté por la carrera porque pensaba que escribiría sobre deportes, algo que nunca sucedió”.
Su determinación fue esculpida durante los seis años que cursó en la Escuela Vocacional Ernesto Che Guevara, de Santa Clara, donde ganó independencia, disciplina y rigurosidad en el estudio.
“Allí recibí una formación integral, que incluía desde el trabajo en el campo hasta las visitas al llamado comedor modelo. Me divertí mucho porque practicaba tenis de mesa y fútbol, que siempre me han apasionado. Tuve las primeras novias e hice amigos para toda la vida”.
Ya con el periodismo —“una misión de servicio público, que se debe brindar con ética y apego a la verdad”, como define sin titubeos— tuvo sus primeros coqueteos tras su llegada a la Universidad de La Habana, en uno de los contextos más complejos de la nación.
“Era 1989, cuando comenzaba a desmoronarse el campo socialista, y cursé la mayor parte de los estudios universitarios en los inicios del llamado período especial. Entonces mi madre, auxiliar de limpieza en un banco, y mi padre, que se había retirado y hacía guardia por las noches, apenas podían darme dinero para sobrevivir y gastaba en libros una buena parte de lo poco que me daban. Fue una etapa muy dura, en la que había días en que mis compañeros de la beca y yo decíamos: Vamos a dormirnos para olvidarnos del hambre. Pero también fue un período de mucho aprendizaje y de sumergirme por completo en la vida cultural de La Habana.
“En cuanto al periodismo, me impartieron clases reconocidos profesionales, hice prácticas en medios nacionales y provinciales, aprendí mecanografía y adquirí herramientas necesarias para el ejercicio de la profesión. Pero, a diferencia de otros estudiantes que colaboraban con frecuencia en los medios de prensa, era más tímido y realmente no me se sentí periodista hasta que comencé a trabajar una vez graduado”.
¿Por qué iniciar el camino profesional en Radio Sancti Spíritus?
“José Antonio de la Osa, prestigioso periodista y tutor de mi tesis, me sugirió que trabajara en Prensa Latina, pero había estado 11 años becado, estaba “muerto de flaco” y no tenía posibilidades económicas para vivir alquilado. Decidí regresar, pero no elegí Radio Sancti Spíritus. Lo que me gustaba era la prensa plana. El “premio” por ser Título de Oro fue ubicarme en lo que alguien denominó la cabina de radio de Taguasco, situada en una pequeña oficina en la sede del Comité Municipal del Partido, donde ni siquiera tenía un teléfono independiente.
“Mi labor allí la tomé con mucha seriedad y, a la postre, resultó decisiva en mi formación. Luego Elsa Ramos, que entonces era la jefa del Departamento Informativo de la emisora provincial, quien me corregía y encargaba trabajos que podían significar un reto para mí, me propuso que viniera para Sancti Spíritus”.
De los días en que auscultó Taguasco con grabadora y agenda, recuerda que escribió sobre todo o casi todo. Luego, a su llegada a la radio provincial, saboreó los primeros de muchos premios provinciales y nacionales —“en ese momento me dieron gran impulso para trabajar mejor”, acota— y estrechó lazos de amistad con colegas, muchos de los cuales permanecen en su círculo más cercano.
Y, sin imaginarlo, la posibilidad de laborar en televisión se colocó en su horizonte. Rafael Daniel le lanzó la propuesta.
“Nunca me había pasado por la cabeza. Comenzaba a gestarse la idea de un futuro telecentro y estaban buscando a otro periodista que compartiera con él las labores. Según me dijo en una ocasión, tuvo que defender con mucha vehemencia su propuesta”.
¿Cómo lograste en un período de muchísima ebullición creativa en el movimiento de corresponsales televisivos posicionarte entre los más destacados del país?
“Primero que todo trabajando muchísimo. Era raro el día que no me publicaban en algún espacio informativo nacional. Me enseñó mucho Rafael Daniel y también aprendí en los talleres que se realizaban durante los encuentros nacionales de corresponsales. “No solo fuimos un grupo de profesionales del medio televisivo, sino también de amigos. Vivía para el periodismo, buscando temas de gran interés para la población. Me publicaron trabajos que tuvieron mucha repercusión nacional, en momentos en que no se transmitían muchos materiales críticos”.
En cada material están demasiadas entregas en busca de eliminar fisuras o malas interpretaciones. Alain Jiménez Díaz es un eterno inconforme durante el proceso creativo, donde de forma directa o sutil está su espíritu cuestionador.
“Cuando abordo temas peliagudos, no entrego el material hasta tener la seguridad de que se exponen hechos verídicos y los distintos puntos de vista. Además, suelo reservar elementos que no publico, por si acaso. Me han causado desvelos no pocos procesos creativos. He escrito un trabajo que no me ha dejado del todo satisfecho y, luego, por la madrugada, me he despertado y en la cama lo he rehecho en la mente o he encontrado las palabras idóneas, sobre todo cuando se trata de materiales que sé que pueden tener gran repercusión”.
¿Qué temas no pueden faltar en tu agenda?
“Durante muchos años no faltaron aquellos de mayor interés público. Fueron tiempos en que teníamos posibilidades de trasladarnos con medios del telecentro a cualquier lugar de la provincia y, aunque pagaban poco, puse muchas veces el trabajo por delante de la salud, de las necesidades y del tiempo que dedicaba a mi familia. Ahora, cuando ya no soy tan joven, no puede ser así. En la televisión somos muy dependientes del transporte y la tecnología, por lo que resulta imposible abordar todos los temas que quieres y con la profundidad que requieren pidiendo a la fuente que te mueva, o sin disponer de la cámara todo el tiempo necesario. En tiempos de pandemia, como desquite a favor del periodismo, decidí dar prioridad, con mucha ilusión, a un programa de información y análisis sobre temas económicos que la dirección del telecentro me propuso asumir y que me exigió mucha preparación para cada emisión. Entonces, retomé los temas de mayor interés en el ámbito económico, tan complejo hoy, hasta que por problemas personales no pude continuar con el programa”.
Por contratiempos lógicos de la vida, Alain Jiménez permanece desde hace un tiempo más horas en casa, donde cuida al horcón de la familia. Sin embargo, el también máster en Ciencias de la Comunicación —“aunque me desespera la metodología de la investigación”, enfatiza— y profesor de varias generaciones de periodistas no descuida la profesión.
“La televisión, el medio donde más tiempo he trabajado, se hace en equipo. Por eso, más que a título individual, recibo la noticia de ser el Premio Provincial por la Obra de la Vida Tomás Álvarez de los Ríos como un reconocimiento a Centrovisión y a todos los compañeros con quienes he trabajado dentro y fuera de Cuba. Con ellos aprendí y mi obra es también la suya. Asimismo, es un honor que me lo hayan entregado aquí, donde ejercen tan buenos periodistas, de los cuales, estoy convencido, varios reúnen los méritos para obtener un reconocimiento similar”.
En tu currículo suman varias misiones internacionalistas, ¿qué huellas aún hay en la vida personal y profesional de esas experiencias?
Son las más memorables de mi ejercicio profesional y lecciones de vida hasta el final de mis días. Se corren muchos riesgos y se atraviesan situaciones difíciles. Hay que adentrarse en la realidad de cada país y, en el caso de la colaboración cubana, tratar de encontrar las historias que son noticia y conmueven. En Guatemala, Honduras, Bolivia y Venezuela trabajé con distintos camarógrafos y editores muy competentes. Durante la primera de las dos veces que trabajé en Bolivia, cuando me acompañaron el camarógrafo espirituano Yoan Pérez y el editor avileño José Pérez, “competimos” de tú a tú con las principales cadenas que cubrían los acontecimientos en ese país. Si Evo Morales terminaba de hablar a las doce de la noche, a esa hora iba a escribir y a editar para que la noticia que publicara la Revista Informativa de la mañana fuera la nuestra.
¿Cuáles son el verbo y plano más exactos para definir a Alain Jiménez?
Como todo en la vida, depende de quien mire y con qué cristal. Como cualquiera, he tenido aciertos y errores en lo personal y lo profesional. Lo que espero es que quienes juzguen coincidan en que prevalecen dos principios en mi forma de actuar: hacer las cosas lo mejor posible y ser una buena persona.
Vivía muy cerca de él, un muchacho muy preocupado, disciplinado e inteligente, los resultados de sus estudios de primaria y secundaria eran excelentes más adelante cuando estudió el PRE no supe mucho de él, por aquellos años de los 80 había un grupo grande de muchachos muy buenos, las notas de los escalafones de la secundaria se median casi por medios puntos, espero siempre puedas recordar tu terruño y que sigas teniendo muchos éxitos en la profesión.