En el Valle de los Ingenios las historias y leyendas sobreviven hasta hoy. Libros, grabados, estudios de campo e investigaciones constituyen testimonio fiel de una época de esplendor, pero también de misterios que se resisten al olvido.
Y de las fábricas dedicadas a la producción de azúcar que hicieron de esta llanura uno de los enclaves económicos más prósperos de la metrópoli, el ingenio Guáimaro se impone por su linaje.
En las cercanías de San Pedro de Palmarejo se levanta la casa hacienda de puntal alto y rodeada de amplios portales. Perteneció a la tercera generación de una de las familias de la sacarocrasia criolla asentada en Trinidad y cuyo nombre, José Mariano Borrell y Lemus, trascendió bajo un halo de intrigas, castigos, crueldad y muerte.
Sanguinario con sus esclavos al punto de prohibir mujeres en los barracones; traicionado por su propia esposa y dos de sus hijos, quienes pagaron por asesinarlo; dueño de una enorme fortuna en oro que enterró y de la cual nunca se tuvo noticia; confinado en su mansión al momento de morir debido a la gangrena… Y pareciera que con cada detalle histórico se entrecruzan relatos de ficción alrededor de su vida y de esta “casa embrujada” donde —aseguran— habita el espíritu de don Mariano.
EL IMPERIO DE GUÁIMARO
Desde una suave colina la vivienda recibe al visitante. Su núcleo está compuesto por dos crujías; en la primera se ubica el salón principal con par de aposentos a cada lado. Cuenta además con dos habitaciones que son descritas como los despachos en los que sus antiguos propietarios atendían sus negocios. Destacan la conservación del comedor y la capilla.
Carmen Naranjo, una de las expositoras de este museo en el corazón del Valle, conduce a Escambray en un viaje al pasado. “Los muebles y el resto de las piezas, algunas originales, recrean la época y el modo de vida de los ricos hacendados dueños de ingenios y de muchas otras propiedades en la ciudad y en toda la zona”, dice a modo de preámbulo.
En el amplio aposento resalta la decoración de su interior con pinturas murales en todas sus paredes. “Fueron hechas por un pintor italiano llamado Daniel Dall Aglio que las concluyó en 1859; se asegura que fue uno de los salones más bellos del país, cubierto de estos frescos desde piso a techo a la usanza europea.
“Los cuadros representan escenas bucólicas, pastoriles, de ruinosos castillos, o reproducciones de conjuntos arquitectónicos neoclásicos y los característicos sauces que se aprecian en las pinturas románticas de esa etapa”, ilustra Carmen siempre con un tono de emoción en sus palabras.
En la restauración de estas pinturas y de toda la vivienda se agradece la dedicación de un grupo de especialistas de la Oficina del Conservador de la Ciudad y el Valle de los Ingenios, que en el año 2000 inició la ardua labor de rescate de uno de los sitios de más alta significación histórica y patrimonial en toda la comarca para convertirlo en un museo gestionado hoy por la empresa Aldaba.
Tanto o más que sus vecinos, Guáimaro fue de los ingenios más lucrativos no solo en la villa, sino en toda Cuba. La zafra del año 1827 lo convirtió en el mayor productor del mundo en su época, con 943 toneladas de azúcar mascabada y purgada.
PODER, FORTUNA Y DESDICHA
Dayanis Brunet es la otra expositora del museo y, como su compañera, no oculta la fascinación por las historias que cobija esta casa perteneciente al Marqués de Guáimaro. “La reina Isabel Segunda le concede el título en 1860. La mayoría de los hacendados criollos lo compraban en España, pero don Mariano, al ser nieto del alcalde de la villa de la Trinidad, lo recibió de manos de la soberana”, refiere
En una de las recámaras de la mansión se exponen detalles sobre las riquezas e infortunios de este hombre que a los 40 años se casó con María Concepción Villafaña y Galeto, una joven de 15 años, enamorada de la fortuna del marqués.
Según registran publicaciones de la época, del padre recibió 19 000 onzas de oro, el equivalente a 532 kilogramos, lo que lo convirtió en uno de los hombres más ricos de su tiempo. Su patrimonio no tuvo igual, incluido parte de las acciones del ferrocarril de Trinidad.
“Llegó a ser dueño de las viviendas más lujosas de la ciudad, entre ellas los hoy museos Romántico y de Historia. En el valle, desde los Limpios de Banao hasta aquí, adquirió numerosas propiedades; la más importante fue el ingenio Guáimaro”, ilustra Carmen.
En 1830 —comenta— tenía 360 esclavos. En los barracones próximos a la casa hacienda solo vivían hombres y no dejó nunca que se relacionaran con las 18 mujeres dedicadas al servicio doméstico. Tuvo cinco hijos con algunas, a los que les dejó propiedades y dinero.
Se dice, sin que obre evidencia alguna, que buena parte de su fortuna permanece enterrada en los alrededores y que muchos aún la buscan.
Convencida de la veracidad de estos hechos, Carmen cuenta los detalles. “Al descubrir el complot de la esposa y de sus dos hijos mayores, que le pagaron a un esclavo 300 onzas de oro para asesinarlo, y perder el juicio contra ella, don Mariano manda a buscar 24 cajas de bronce a Inglaterra para esconder gran parte de su fortuna. Selecciona a doce esclavos y se traslada a una de sus fincas llamadas Lagunita; allí entierra su tesoro.
“Y para que nunca pueda ser revelado tal secreto envenena a estos pobres hombres. Se ha buscado en todas estas tierras, se levantaron los pisos de la casa; pero hasta el día de hoy no se ha encontrado rastro del oro, solo piezas de cerámica, instrumentos de trabajo e implementos de tortura”.
En uno de los laterales exteriores de la casa, Carmen y Dayanis muestran la pared donde estuvo una imagen del diablo que nunca pudo ser cubierta con pintura alguna hasta que finalmente fue derrumbada. Unos pasos más allá Escambray traspasa la capilla, única de su tipo en el Valle de los Ingenios.
La lámpara y los manteles son originales —describe una de las trabajadoras—, así como el misal romano que reposa sobre un atril de bronce con incrustaciones de esmeralda y el benditario, de porcelana francesa
“El cristo es una réplica del que está en el Cementerio Católico de Trinidad. Allí está enterrado don Mariano Borrell; y es la única tumba a la que le ha caído un rayo”, añade su compañera.
DE FANTASMAS Y OTROS DEMONIOS
Sobre esta casona se ciernen historias fantásticas de las que dan fe las dos trabajadoras de Aldaba. Ruidos extraños, pasos en la casa, sombras moviéndose por la sala o el comedor, sillones que se mecen solos… Ambas aseguran que estas experiencias no son fruto de la imaginación.
“Yo llevo nueve años trabajando aquí y he sido testigo de cosas inexplicables. Un día se esperaba una visita de un grupo de turoperadores y como era muy tarde decidimos cerrar todas las puertas y ventanas, y esperar fuera. De pronto sentimos un estruendo como si se hubiesen caído todos los cuadros; abrimos inmediatamente y no vimos nada, solo los dos sillones del comedor que se estaban meciendo”, narra Carmen.
“Y desde aquella ventana —señala— se ve una sombra que atraviesa la sala; cuando levanto la vista, no hay nadie, pero percibo el movimiento”.
¿Y usted no tiene miedo quedarse sola?
No; aquí hay que tenerles miedo a los vivos, a los muertos, no. Ellos me acompañan.
Don Mariano fue muy cruel, incluso con personas allegadas, ¿No cree que sea su fantasma el que habite la mansión?
Dicen que fue malo; sin embargo, su propia familia lo traicionó y lo mandó a asesinar. Si es su espíritu el que habita en esta casa estoy convencida de que nos protege.
Dayanis también agrega acción al relato. “Cuando comencé a trabajar aquí los vecinos hablaban de calderos y cadenas que se movían. Esos utensilios ya no están en la casa; mas, sí hemos sentido pasos que suben por la escalinata, puertas que se cierran, carros que parquean y cuando nos asomamos no hay nada.
Y lo de la sombra es real. Puede ser algo de la vista porque somos muy creyentes, pero en ese horario del mediodía casi siempre sucede. Yo me siento en la ventana y hago randa. No siento ningún temor.
¿UNA CIENCIA DE LO PARANORMAL?
La creencia en fantasmas, espíritus y demás revelaciones misteriosas está muy arraigada desde tiempos remotos y perdura hasta la actualidad. Apariciones y sucesos similares han llamado la atención de algunos científicos dedicados al estudio de estos hechos incluidos en la llamada ciencia de lo paranormal; hoy con muy pocos argumentos sólidos.
¿Qué hay de cierto en las historias de fantasmas? A pesar de que se ha intentado encontrar indicios de la presencia de seres fantásticos, no existe, según la ciencia, una sola prueba convincente que demuestre su existencia.
Y aunque estos fenómenos sobrenauturales se alejan de las capacidades humanas y de las leyes científicas empíricamente demostradas, la fe no siempre escucha la lógica.
“Me gustaría ver a don Mariano de cerquita, si me diera esa posibilidad, para preguntarle por qué esa afinidad por las mulatas”, bromea Dayanis.
¿Crees que sea una casa embrujada?,inquiere Escambray a Carmen.
No lo sé; pero el que le tenga miedo a los fantasmas que lo piense bien antes de hacernos la visita.
Muy bonito el artículo quisiera saber si hay familiares d este hombre vivos aun….
Buenos dias ,todavia quedan desendientes de los dos hijos que intentaron matar a don mariano
Muy linda historia.me gustaría visitarle
Es una hacienda hermosa y si debe guardar muchas historias.
Me encanta el lugar además de las personas que trabajan allí.
Muy bonito trabajo,yo tuve la oportunidad de visitar ese lugar y quedé fascinado,antes de abrir el museo yo había estado por allí y quedé muy impresionado con esa casona y luego de abrir el museo tuve el gusto de visitarlo y creame periodista que espero volver.