El desarrollo histórico de Sancti Spíritus, tuvo como eje principal la Calle Real, hoy Independencia, donde se erigieron diversas iglesias católicas, parques y plazoletas que conforman su ajuar monumental al llegar a los 509 años de fundada por los españoles.
El más antiguo de los templos es la Parroquial Mayor, de estilo románico y barroco declarada Monumento Nacional en 1977. Su existencia de adobe, guano y maderas está presente desde la fundación de la villa en 1514 muy cerca del río Tuinucú.
Curas y creyentes supieron mantener la tradición del templo al trasladar ocho años después el pequeño poblado a orillas del río Yayabo, donde se encuentra actualmente. Ocupa un lugar privilegiado que no escapa a la mirada de locales y visitantes, quienes con frecuencia se detienen a escuchar las campanadas de su reloj que día y noche indica la marcha del inexorable tiempo.
Diversos historiadores coinciden en que en 1612 ya existía en el sitio actual un templo de madera, amplio y de buenas condiciones destinado a la práctica religiosa, en 1680 es edificado el actual, considerado el más antiguo de la cuarta ciudad fundada por los conquistadores, con un parecido a la parroquial mudéjar de Villa de Alcor, en Huelva, España.
En esa fecha el lugar de culto fue visitado por el obispo Fray Alonso Enríquez de Almendáriz, a quien le pareció pequeño, convirtiéndose en el promotor de edificar uno más acorde al crecimiento poblacional y su futuro como el mayor templo al centro de Cuba.
El capitán Pedro Pérez de Corcha, en esta última remodelación, hizo edificar la Capilla del Rosario, donde un año más tarde fue enterrado. Este personaje, que murió a los 90 años -se dice- heredó los bienes del Cacique de Magón (comarca india), agradecido por el trato recibido por parte de los antecesores.
Posterior a la llegada a Sancti Spíritus del Obispo Espada y Landa en 1819 se decide la ejecución de la torre del templo a Blas Cabrera, maestro albañil, de 40 metros de altura y un poco más de un centenar de escalones, acreditada en su etapa como la más alta de su tiempo.
Dado su nivel de altura en las tormentas siempre algún rayo caía en su cúpula, afectando la obra, el 1 de octubre de 1849 se le retiró el pararrayo y un año más tarde se demolió la parte dañada para ejecutar el actual remate, perdiendo unos metros de altura.
Otro de los aspectos novedosos de su edificación es la ubicación de su entrada principal mirando al sur que se conoce como la Puerta del Perdón. Existe la leyenda de que en su lecho de muerte una señora malhumorada pidió ser sepultada allí para que Dios la perdonara al permitir el paso de los visitantes sobre su cadáver.
En sus archivos se conservan música religiosa, reclamos, testimonios, ofrendas y diversos hechos vandálicos de piratas. A mediados del siglo XVII destruyeron los archivos y robaron el vaso sagrado -el cáliz- de metal precioso y el famoso gallo de oro, donado por Don Pedro Pérez de Corcha.
Ilustración relevante es leer en sus archivos datos acerca del enlace matrimonial entre negros esclavos como es el de Francisco Angola y Ana Angola, celebrado el 6 de abril de 1624, aunque en otros documentos aparece 1642.
La Capilla de la Humildad y la Paciencia alberga la imagen de un Cristo colocada en un altar, creación de un desconocido peregrino que llegó a la iglesia un día del año 1698 -al terminar la escultura de Jesús- en una noche tempestuosa, de viento, lluvia y descargas eléctricas, desapareció. Se encerró en la capilla cubierta por un velo alrededor de un mes sin acceso de los feligreses.
No puede faltar entre las fábulas el güije, personaje intrínsecamente ligado a los mitos y leyendas de esta villa colonial. Seres de color de ébano, ojos saltones, juguetones y pícaros, bañándose en aguas del Yayabo o despertando a los parroquianos al tocar las campanas del templo mayor.
Duendes que aparecen y desaparecen entre las cinco arcadas del puente -Monumento Nacional-construido con tercio y leche de burra, único de su tipo en Cuba, o sonaban cadenas en las noches de luna llena por las calles empedradas.
La fortaleza de la tradición oral lleva al güije a deambular por un túnel desde al presbiterio de la Iglesia Parroquial Mayor hasta las márgenes del caudaloso, este símbolo de la ciudad quedó para la historia en una plumilla del primitivista más reconocido del país, Juan Rodríguez (El Monje), fallecido en 1995.
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