El 27 de marzo del 2019 es un día inolvidable para Ibraím Calero Herrera, doctor en Medicina Veterinaria y profesor de Cirugía en la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez (UNISS).
En esa ocasión, el profe lideró un equipo de especialistas que intervinieron quirúrgicamente a la leona Mily, en un caso muy mediático.
El animal tenía incrustado un proyectil en su maxilar derecho como consecuencia del disparo efectuado por un agente del orden público, quien intentaba salvarle la mano al joven imprudente que la había introducido a través de los barrotes de la jaula.
El hecho conmovió a buena parte de la población espirituana, y allende los mares. Muchos preguntaban no solo por la salud del yayabero, sino en especial por el estado físico de Mily, cuya herida comenzaba a supurar con el pasar de los días.
Por fortuna, Ibraím dio el paso al frente. Sus 30 años de experiencia como docente y como veterinario fueron las principales armas, aunque recuerda que fue una operación complicada, especialmente porque tardaron en hallar la bala, que se había movido de posición.
“Continuamos insistiendo mediante reconocimiento físico de toda el área, entonces, cuando parecía que ya no había ninguna bala alojada, nos percatamos de que, según el recorrido del proyectil, una vez que se desviara por el impacto con el molar, aparecía una inflamación en el ganglio próximo al submaxilar, decidimos realizar el corte en el lugar y allí encontramos la bala”, explicó a Escambray en esa ocasión.
En aquel entonces el zoológico de Sancti Spíritus pertenecía a la Empresa Provincial de Servicios Comunales y fueron ellos quienes le pidieron al profe, le salvara la vida al animal. Así lo hizo, no sin antes leer cuanto libro existe sobre el tema.
La institución no poseía ni pistola, ni dardos tranquilizantes de uso veterinario con los cuales sedar a los animales, de ahí en parte lo difícil y riesgoso de la tarea, pues de todas formas la leona debía ser anestesiada, como es natural.
Habla pausado y sereno. Cuenta que, a su juicio, lo más difícil en la profesión es llegar a un diagnóstico. Como lo es también determinar el origen de una enfermedad y el protocolo que se debe seguir.
Se especializa en el trabajo con animales de importancia económica para la nación como los bovinos, cerdos y caballos. Sin embargo, prefiere las mascotas domesticas como los perros y los gatos.
Paradójicamente cumplió misión colaborativa en el continente africano y nunca tuvo contacto con grandes felinos. Allí destacó en la realización de dos campañas contra la rabia, enfermedad zoonótica viral, de tipo aguda e infecciosa, causada por un Rhabdoviridae que ataca el sistema nervioso central.
“Incluso fui tutor de varias tesis de investigación sobre el tema y me impresionó ver morir a tantos niños a causa de la rabia. Realizamos un trabajo muy serio en ese sentido y logramos resultados al concluir la misión”, explica.
El profe Ibraím, como lo llaman cariñosamente, les enseña a sus alumnos que para estudiar la carrera de Medicina Veterinaria se debe amar a los animales, y disfrutar su cuidado. Esto le ofrece al profesional la motivación necesaria para la superación, la entrega y el sacrificio.
Le llama la atención cómo en la actualidad se ha incrementado el número de solicitudes al Ministerio de Educación Superior para cursar estudios veterinarios, incluso por personas graduadas en otras especialidades, con títulos de licenciatura o ingeniería.
Dice que su profesión es tan importante como la medicina humana, que constantemente hay que superarse porque “siempre salen nuevos medicamentos, nuevas investigaciones, nuevas teorías y es nuestra responsabilidad implementarlas”.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.