Parada detrás del mostrador pasa la mayor parte del día, nadie como ella para conocer mejor al cliente, ganarse su confianza, colmarlo de atenciones y lograr que cuando llega a la tienda Las Novedades en Cabaiguán, salga complacido y con una sonrisa en los labios.
“Así ha sido y seguirá siendo siempre”, refiere Juana Élida Castellano Molina, quien entró al sector del Comercio con apenas 16 años y ahora, con 75 cumplidos, se niega a presentar su jubilación, porque confiesa que esa palabra la asusta.
“Mis inicios fueron en una tienda de víveres en la localidad de Manaquitas, allí pasé los primeros cuatro años como dependienta, luego me incorporé en un Mercado Industrial en Santa Lucía, en el cual estuve hasta que, tras comenzar el programa de Tiendas de la Amistad, fui aceptada en la tienda La Revoltosa. Eran tiempos de mucha actividad laboral, pero yo siempre supe intercalar el trabajo con los quehaceres del hogar”.
A Titica, como cariñosamente le llaman familiares y amigos, la conocen hasta las piedras del camino, debe ser porque, como bien dice, es la primera en llegar y casi siempre la última en salir del establecimiento comercial. O quizás porque los años no le pesan para caminar por el pueblo, hacer visitas o realizar cualquier otra gestión.
Lo cierto es que más de cinco décadas en el sector del Comercio se dicen fácil, pero cuando se mira atrás se nota el tiempo reflejado en el rostro de esta diminuta mujer, la misma que ha dedicado gran parte de su vida este oficio, en las buenas y en las malas etapas.
Titica, la vecina de la calle Noel Sancho Valladares No. 28, siente orgullo de ser el pilar de la familia que construyó. “En mi casa vivimos nueve personas: mi hija, dos nietas, mi yerno, tres bisnietos, el esposo de mi nieta, además de dos perritos que son las mascotas; pero nadie es más feliz en esta vida que yo, porque a pesar de las diferencias lógicas de un hogar, somos muy unidos, celebramos las fechas importantes y todos cuentan conmigo.
“Las niñas me dicen que no siga trabajando —comenta Juana— porque en la casa todos tienen su sustento; mi hija es maestra de la escuela Camilo Cienfuegos y además delegada de una circunscripción del Poder Popular, mis nietas son educadoras y mi yerno es campesino; pero mi trabajo, ese no lo abandono jamás, creo que así será hasta que me muera o me falten las fuerzas”.
Para Titica, la reconocida comerciante cabaiguanense, la unidad Las Novedades es también como su hogar, allí comparte cada jornada con Yolanda, la administradora, que además es su compañera por más de 40 años; Belkis y Nitcia, las otras dos integrantes del colectivo; juntas buscan estrategias que les permitan incrementar los ingresos mensuales y hacen maravillas en aras de cumplir con todos los planes, en medio de una situación marcada por la escasez.
¿Y nunca se enferma?
“Me siento como un roble y no quiero pensar en jubilarme, para mí esta es mi vida: salir temprano, llegar a la tienda, socializar con los clientes, mostrarles los productos. Muchos me dicen que prefieren venir aquí porque siempre salen complacidos, ni cuando la etapa más dura de la covid dejé de trabajar, siempre me cuidé, me lavaba bien las manos, me ponía los nasobucos y solo me ausenté cuando a Yolanda le dio la enfermedad, fueron unos pocos días fuera y desde que nos autorizaron a abrir la tienda estuve aquí como la primera”.
Y aunque para Juana Élida Castellano Molina su mayor premio ha sido estar activa hasta hoy, en este Día del Trabajador del Comercio y la Gastronomía hacemos pública su obra, como un regalo a las nuevas generaciones. Sobre los diplomas recibidos y la medalla Fernando Chenard Piña, que otorga el Sindicato Nacional de Trabajadores del Comercio, también se habló; pero, por encima de todo está su grandeza como mujer, madre y obrera, esa que a la vuelta de siete décadas la hacen seguir afirmando: “Yo sí soy una verdadera comerciante”.
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