La cuota es de quien le toca

Cuando hace unos días, una colega destapó la caja de Pandora sobre hechos de corrupción en bodegas espirituanas, las cifras sumaron 16 hechos conocidos y detectados, algo probado, procesado y confeso que nada tiene que ver con irregularidades y violaciones en muchas de las 593 bodegas de Sancti Spíritus.

Aunque, de acuerdo con Ariel Fernández Martín, director del Grupo Empresarial de Comercio en la provincia, los robos han disminuido en relación con años anteriores, son continuados estos delitos que a la larga dejan sin la canasta básica a unos cuantos núcleos familiares, muchos de ellos en comunidades rurales.

Sin embargo, no son únicamente los robos con fuerza en bodegas lo que molesta a los consumidores del territorio: “Es que están pasando cosas muy graves y nadie hace nada y los bodegueros te maltratan porque te roban en la pesa y luego sucede lo que a mí, que no pude comprar la cuota del mes de julio porque se acabó”, refiere Julia Romero, una espirituana que compra en la bodega del 26 de Julio y llevó su queja hasta la máxima dirección de Comercio en la provincia.

“Se trata de un grupo de afectaciones por un mal trabajo de la Oficoda Sur que no solo pasa en esa unidad, sino en casi todas las unidades de esa zona y de Colón donde los censos no están en consonancia con la cantidad de consumidores, aunque el caso más connotado es el de la bodega del reparto 26 de Julio”, explica Álvaro Rodríguez Lahera, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) El País, a la cual pertenecen las bodegas del Centro-Sur de la ciudad.

Hay de todo como en botica: libretas repetidas, familias con dos tres libretas, núcleos falsificados, otras con el mismo número, fallecidos que son baja en papeles y aparecen en las libretas, personas que no viven en el país y siguen en la libreta tras una emigración de más de dos lustros.

Se trata de un modus operandi no muy común provocado, sobre todo, por el descontrol en los censos, la falta de responsabilidad de los administradores, quienes amén de todas estas violaciones, también deben controlar, contar y recontar los recursos que llegan desde la Empresa Mayorista, de manera que no falten mercancías.

Según Daniel Peralta, al frente de la Dirección de Oficoda en el territorio, mediante el proceso de depuración que se desarrolla en las oficodas de la provincia han sido detectados más de 12 400 espirituanos residentes en el exterior que continuaban recibiendo la canasta familiar normada, pero todavía quedan alrededor de 1 000 personas por retirar de los registros, algo que, apuntó el directivo, deberá agilizarse a medida que avance el proceso de digitalización.

Aun así, ¿no es responsable la Oficoda de parte de las afectaciones antes mencionadas? ¿De dónde salen las libretas falsificadas? ¿Cómo es posible que haya más libretas que familias?

La Dirección Municipal de Comercio también lleva su parte de responsabilidad, porque, ¿cómo puede marchar bien una bodega por donde hayan pasado tres administradores con su equipo de dependientes en solo seis meses? Y por otra parte, es inconcebible realmente que sea la población quien alerte sobre hechos que están sucediendo producto del descontrol, algo que todo el mundo puede ver, desde los jefes de bloques hasta las direcciones municipales del sector.

En el caso de la bodega del 26 de Julio, los más afectados son los 289 consumidores que en el mes de julio dejaron de recibir 875 libras de arroz, los 119 que no pudieron comprar el azúcar o los que dejaron de recibir huevos, frijoles y aceite.

¿Inmunidad ante violaciones en la entrega de la canasta familiar normada en medio de la crisis alimentaria que vive el país? Directivos del Grupo Empresarial de Comercio y de la propia UEB El País aseguran que se entregará a los afectados la mercancía faltante y se aprobaron sanciones al administrador de la unidad en cuestión y a los dependientes.

A modo de moraleja queda una única lección que vale para el resto de estos centros: la canasta básica familiar, esa que el Estado vende a precios subsidiados para todos los cubanos, debe ser sagrada e inviolable, es de quien le toca y para ello habrá que dejar de hacer de la vista gorda en torno a las tiendas, revisar los procedimientos en las oficodas, cargadas de violaciones a la vista de todos y, al mismo tiempo, elegir adecuadamente a los funcionarios que son designados para la administración de bodegas.