Uno de los grandes dilemas que debe enfrentar la cultura cubana en estos tiempos es cómo acercar a las nuevas generaciones las tradiciones más autóctonas y la amplia obra musical que se ha sedimentado por años.
Muchos afirman que Cuba es un país de músicos y no dejan de tener la razón si repasamos la obra de instrumentistas, cantantes, compositores, arreglistas…, los géneros musicales que ha aportado a la historia de la música.
Es preocupante en estos días en que los adolescentes y jóvenes solamente apuestan por los géneros llamados urbanos y que, sin caer en cuestionamientos de su validez musical, son portadores de textos y filosofías de vida agresivas, vulgares, facilistas, sexistas, patriarcales y machistas a la ene.
Soy partidario de la coexistencia, que todo y todos deben tener su espacio de difusión y goce, pero ver a diario a muchachos que rondan los 13, 14 o 15 años reunidos en las esquinas en el disfrute de tanta fatuidad musical, asusta, enciende las alarmas. No es una escena aislada, está en todas partes, a la orden del día.
¿Quién o quiénes son los culpables? ¿Es una batalla perdida? Lo usual es que algunos acusen al libre acceso a la internet y las redes sociales, pero lo cierto es que hace mucho que dejamos de apostar por la renovación de los repertorios nacionales y desde el boom de la timba, nada nuevo ha llegado con la suficiente fuerza para poner a un país entero a bailar y cantar con sentido común.
El enquistamiento que padecen los formatos musicales locales, la ausencia de nuevos repertorios que se parezcan a su tiempo y el hecho de que las nuevas agrupaciones que surgen en su mayoría van camino al facilismo comercial, pueden ser algunos de los motivos del terreno que se pierde minuto a minuto. La batalla se ha vuelto desleal en todos los sentidos.
Es cierto que desde la política cultural del país se hace lo inimaginable para revertir el fenómeno, pero mientras los propios músicos no indaguen en la manera de romper las imposiciones con que las grandes trasnacionales bombardean a diario el ciberespacio y logren formar nuevos públicos, estamos en total desventaja.
Hace mucho que los géneros musicales se han mezclado, en un acto natural y propio del desarrollo artístico, pero de ahí a que muchas agrupaciones e intérpretes sigan con el mismo repertorio, descuiden sus proyecciones escénicas y piensen más en cuánto voy a ganar que en cuánto voy a disfrutar yo y por ende el público, hay un desbalance que lleva a que el sector más vulnerable de los adolescentes y la juventud no conozca ni que existen el bolero, el son y, menos, el mambo y el chachachá.
En el espectáculo por los 509 años de la fundación de la ciudad de Sancti Spíritus, uno de los momentos musicales de mayor acierto lo protagonizó la banda de rock Cadillac One, que dirige Miguel Ángel Valdivia, al arriesgarse en un arreglo de una de las composiciones icónicas de la trova tradicional.
La versión con sonoridad al estilo de los años 60 y 70 del siglo pasado de la canción Recuerdas tú, de Sigifredo Mora (1911-1981) fue un verdadero soplo de aire fresco. ¿Es muy difícil que los septetos, sextetos, tríos y bandas locales puedan apropiarse del inmenso repertorio espirituano y sin abandonar sus esencias les impriman un nuevo concepto?
He vivido la vergüenza y la decepción de ver a los jóvenes esperar a que termine una agrupación tradicional para acceder a instalaciones culturales. No les interesa, no desean escuchar ni bailar con esos temas. Prefieren ese estribillo de moda que reza “dame cinturita maricona”, una de las más nobles vulgaridades que se pueden escuchar en estos días.
La mesa está servida para que poco a poco desaparezca el interés, pulule el desconocimiento de las esencias musicales de la nación. Depende de muchos poquitos, pero en realidad depende de la voluntad de los mismos artistas profesionales por evolucionar e imponerse. Si es necesario preservar la identidad y los formatos que dan fuerza a la identidad del país, también lo es cultivar la evolución constante, sin laceraciones ni descuidos.
Hola..
Difícil quedarme silencioso y ayer sólo puse una frase a este mismo artículo de Escambray..»Hay mucha tela por….»
Soy testigo del evento 509 de S.S y pedí ayuda a Músicos de todas partes de la Provincia y nadie se negó a participar, todos muy creativos, deseosos de, en un sólo arreglo musical lograr la mejor calidad posible..
Sancti Spirítus mantiene su tradición y es única en Cuba, no todos tenemos que hacer contemporáneos temas que merecen cuidarlos justo cómo son y que el Mundo los conoce..
LO ORIGINAL por algo trasciende..Mejor intentemos hacer cosas nuevas al estilo de la historia para cuidar el legado que muchas veces por ENCARGO fué éxito rotundo.
«Nadie es profeta en su tierra» dice un proverbio, yo en lo personal admiro la Música ÚNICA Espirituana..
Cómo lograr que los jóvenes logren conocer nuestra música y respetarla es difícil según lo que sabemos todos..Yo tuve antes de la Pandemia una Peña Sabatina durante varios años y me planifiqué que público joven participara..Logré mucho público joven porque intercalé en 2h y media de show música para todos los gustos, elaborada, pensada pero a la vez dediqué tiempo a mostrar, explicar El Danzón,La Trova, Lecuona, etc etc..Valió la Pena y no fué fallido..
Entre col y col puse lechuga del Patio.
En tiempos dónde hasta componer es un riesgo de ser mal interpretado por quienes no son compatibles con los artistas no perderemos las buenas ganas de mantener viva la tradición..
Un abrazo..Carlitos Irarragorri
Hace unos días leí en Facebook la mejor definición de.reguetón: decía » el reguetón es el ruido que destruyó el arte, prostituyó la música y vulgarizó la poesía»
Cuando era más joven tampoco daba crédito a la música tradicional espirituana prefería una descarga escuchar música en inglés, bailar rock ,brek dance,etc ,fue escuchando a mis padres ,tíos y la radio espirituana que fui aprendiendo su historia sus valores y su patr,imonio,hay que poner esa música y sus intérpretes en el lugar que le corresponde el primero.
Falta decir: El que gasta el presupuesto contratando lo que él «considera» o le gusta a sus hijos o amistades, pues el tiempo que invierte en reuniones y otras tareas no le deja espacio ni para escuchar radio y saber por dónde se mueven las tendencias actuales. (Para ese los Pasteles Verdes están en el bombo todavía )
El que quiere poner precio a los músicos con su rasero personal, como si fueran arrobas de malanga (ojalá) .
El que querrá pagarle a Cadillac One diciendo que lo que «tocaron fue una sola cancioncita». Sin tener en cuenta el montaje, los ensayos, los estudios y el talento.
Ahhhhhh y el que siempre contrata a las mismas agrupaciones porque le gustan a él, o porque son sus socios… O vaya usted a saber.
No solo los músicos deben cargar con esa culpa… Son más, muchos más en la Viña del Señor.
Excelente comentario Carlos, te hablo desde lo que hago y conozco. Cada agrupación o Unidad Artística tiene su línea de trabajo y los retos son bienvenidos y hasta exitante, solo que depende de quien dirige el espectáculo.
También mi amigo hay que reconocer que existen DIRECTORES ARTÍSTICOOS y directores artísticos.
Saludos.
Los principales responsables no son los músicos. El problema está en los que programan la música, compran, pagan y deciden que se va a poner. Se ha perdido el papel del especialista, del conocedor, del Director Artístico. Lo que hizo Cadillac One con tan grato resultado se lo encargó un director Artístico que escuchó la canción y supo que a ellos les quedaría bien y le darían otra sonoridad. Idem con el final de la gala del 509 que unió al Trío Sonriendo con el Coro de Claves. (También se hizo por encargo). A los músicos les gustan los retos, y que les encarguen obras que pongan a prueba su creatividad. De nada les vale si el que compra y paga no sabe ni le quiere saberlo.