Hay tanta humildad como grandeza en este hombre que predica siempre con el ejemplo. Osdany de la Caridad Pérez González es el primero en el surco y la vaquería; o se le ve codo a codo con el montero que cerca un potrero, de noche en el campo custodiando el ganado y las producciones en las casas de cultivo… “Para lograr que la gente te siga tienes que ser el que más se sacrifique”, acuña este campesino afable y carismático.
En Algaba, comunidad bendecida por manos laboriosas en el municipio de Trinidad, todos lo consideran un líder, no solo por ser el presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Pedro Lantigua, sino porque cultiva una fértil trayectoria, colmada de esfuerzos y con méritos para ser uno de los que representen a los campesinos en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
“Cuando recibí la noticia de mi nominación como candidato a diputado al Parlamento sentí un frío por todo el cuerpo”, comenta con una mezcla de asombro y satisfacción. “¿Usted se merece tanto?”, se preguntó. Y de inmediato otro razonamiento le devolvió la calma. “Es verdad que la democracia en Cuba es lo más grande porque un campesino del medio del Escambray está a la altura de un científico o de un médico. Tengo que prepararme bien porque no puedo fallarles al pueblo ni a mi país.”
Junto a Yudith y Rosa Miriam —las otras dos candidatas a diputadas por este territorio—, Osdany participa en los recorridos e intercambios con el pueblo y los trabajadores. “Ha sido una experiencia muy hermosa. En las comunidades las personas se identifican de inmediato por lo que represento. En la ciudad hay una referencia del trabajo de la cooperativa y eso ha ayudado a establecer un diálogo muy provechoso sobre cuestiones que debemos resolver como la baja producción de alimentos o los altos precios.
“La composición de la candidatura de Trinidad es magnífica, yo diría perfecta; una maestra, una periodista y un campesino. Es algo que confirma la esencia de la democracia socialista”, refiere.
Para el futuro diputado, si resulta electo, integrar el Parlamento cubano le posibilitará aportar a la construcción colectiva del país, también desde lo individual. “Voy a darlo todo. Es importante crear espacios para exponer experiencias que puedan contribuir al desarrollo de nuestra nación. Vamos a dialogar, a reflexionar, a buscar consensos, pero sin excluir ningún criterio. El Parlamento es el pueblo”.
Y con absoluta convicción respalda el voto unido. “Por todos los lugares que hemos ido se aprecia el respaldo mayoritario de los electores y confiamos que será otro momento de reafirmación revolucionaria. El voto unido significa unidad, hermandad, victoria y que mejor es posible”.
Dirigir una de las cooperativas más destacadas en el sureño municipio y en el país, propuesta a recibir la Bandera de Honor de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, ha exigido de Osdany inteligencia y consagración desde que en 1995 se integró a una de las brigadas de macheteros de esta CPA dedicada por aquellos años a la actividad cañera.
“Al mes asumí como jefe de producción y estuve alrededor de 15 años. Yo era técnico medio y comencé a estudiar Ingeniería Agrónoma en la Universidad de Sancti Spíritus; al terminar con resultados satisfactorios me dieron la posibilidad de insertarme en una maestría en Ciencias Agrícolas que concluí en el 2007”.
Y las lágrimas de Osdany quiebran sus palabras y las mías cuando agradece a su esposa Iraida, el sostén para no flaquear en los momentos más difíciles en los que tuvo que empujar parejo sus estudios universitarios y el proyecto de colaboración internacional que dotó a la Pedro Lantigua de seis casas de cultivo tapado, un sistema de riego y otro para el acuartonamiento del ganado en la vaquería, al incorporar como líneas de producción los cultivos varios y la ganadería.
Hoy los resultados de la cooperativa confirman la capacidad de liderazgo de este campesino que lleva con orgullo sombrero guajiro y camisa de mangas largas para cada ocasión. “A partir del reordenamiento de la fuerza y la implementación de nuevas formas de pago se garantizan mayores ingresos a los 58 asociados y al resto de los trabajadores. No tenemos problemas con el cumplimiento de los planes de granos, viandas, hortalizas y carne vacuna; hoy tenemos 100 toneladas de tomate contratadas a la industria y entregamos los 550 litros de leche por vaca a pesar de la intensa sequía.
“Tampoco dejamos de aportar al autoabastecimiento de los productores y sus familiares y de los más de 400 habitantes que residen en nuestra comunidad, al tiempo que garantizamos una oferta estable de productos a escuelas, círculos infantiles y una placita ubicada en la ciudad de Trinidad”.
¿Cuál es la fórmula para que personas con criterios diversos lo respeten y lo sigan?
No solo son personas diversas, sino también con nivel. En la cooperativa hay ingenieros, licenciados y hay que escucharlos. Algo esencial es poner en primer lugar el recurso humano, todos somos importantes, desde el custodio hasta el presidente, todo el mundo debe saber el lugar que ocupa y por qué contamos con su aporte.
¿Cuánto le agradece a su familia?
No tengo cómo retribuirle su apoyo incondicional, su sacrificio, porque he dejado de estar con ella para atender tareas por el bien colectivo. Además de mi esposa, que es maravillosa, tengo dos hijos; la mayor, Yanara, es médico y ahora estudia la especialidad de Nefrología.
El varón tiene 14 años y es un muchacho que lo que tiene de alto lo tiene de noble. Tenemos una relación de mucha confianza y quiere seguir mis pasos como un profesional vinculado a la rama agropecuaria.
Y está mi nieta, Lesly de la Caridad, la alegría de la casa. Cuando llego cansado, me abraza y me dice papito. Eso me reconforta. La familia es lo más importante en mi vida.
En todos estos años Osdany ha sembrado los más hermosos valores que luce sin retoques a pesar de los títulos universitarios y los reconocimientos como Vanguardia Nacional, las medallas y distinciones. De esa cosecha, se queda con lo que sus compañeros reconocen en él: Un hombre exigente, pero con el corazón blandito”.
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