Corren los primeros días de febrero y en Taguasco comienza a verse un ambiente diferente al cotidiano. La aparente quietud de la cosas se rompe por el constante trasiego de instrumentos musicales de aquí para allá; altoparlantes, colocados en lugares estratégicos del poblado, invaden el entorno con acordes de distintos géneros y preferencias; las principales bodegas y lugares públicos se llenan de carteles anunciando las principales actividades; sucesivos ensayos dejan escuchar las voces de talentosos aficionados.
Desde las instituciones se ultiman los detalles, se planifican los recursos, se buscan soluciones a los posibles contratiempos que puedan surgir. Un ocurrente locutor, bocina en mano, y en la retaguardia de alguna motocicleta, anuncia a los transeúntes que marchan a sus trabajos, o hacen la habitual cola del pan y la leche. ¡Todo está listo! Comienzan siete días de duro bregar, donde la creatividad, la imaginación y el talento cultural se pondrán a prueba. ¡La Semana de la Cultura Taguasquense ha comenzado!
La Resolución No. 12, del 9 de febrero de 1981, instituyó las Semanas o Jornadas de Cultura para mostrar el quehacer cultural de los territorios. Entre los objetivos de estas festividades figuran exponer los logros de cada territorio en las diferentes manifestaciones artísticasque evidencien las raíces culturales y tradiciones de la localidad; reafirmar la capacidad del pueblo como generador de la cultura y la calidad decreadores e intérpretes que confrontan sus obras con el público; y fortalecer e impulsar un amplio movimiento en cada localidad comocontribución a la formación integral del hombre en nuestra sociedad y a lapreparación del escenario para desarrollar la vida cultural bajo cualquiercircunstancia.
En estas conmemoraciones, las instituciones culturales asumen un rol importante en el diseño de una programación especial que ponga de manifiesto ese quehacer queinvolucra a todos los actores de la vida social del territorio.
Las Semanas de la Cultura, en cuanto sea posible, coinciden con hechos de relevancia histórica, política, económica, social y cultural de la localidad. En Taguasco, las festividades comienzan con el Día del Instructor de Arte el 18 de febrero de cada año y culminan el 24 de febrero, Día del Taguasquense Ausente, festividad que se convierte en la fiesta tradicional representativa del municipio y que surgió, en los años 50 del pasado siglo, con el propósito de aprobar la manera más adecuada de festejar la fecha patriótica que dio inicio a la guerra por la independencia.
En las más de 40 ediciones de esta jornada se ha agasajado a diversas personalidades de la cultura taguasquense. Las ocasiones han sido propicias para homenajear a promotores culturales y locutores como Nelson González Cruz (2002), Luis Orlando Sotolongo (2017) y Rafael Salinas Pomo (2018); al historiador Eladio Santiago Serrano Fernández (2007) y a la declamadora Leovigilda Martínez Morales (2011); artesanos, pintores de la localidad, poetas, bailarines, y otros exponentes de la meritoria cultura del terruño han sido, asimismo, reconocidos.
También han sido colectivas las dedicatorias. Entre las que han recibido tal distinción se encuentran: las tradiciones canarias del territorio (2001), las comparsas taguasquenses (2005), el Club de Jubilados Nueva Vida (2009), la Brigada de Instructores de Arte José Martí (2014), el Grupo Danzario Nueva Imagen (2015), la agrupación musical Órbita 5 (2016) y el dúo nupcial de Sara y Pablo (2019).
Ni siquiera la pandemia de la covid detuvo la celebración de la Semana de la Cultura, que pasó a realizarse manera virtual, para llevarles a los pobladores el arte hasta su propia casa través de la tecnología. Este año se le consagra a la investigadora, historiadora y divulgadora del patrimonio local Sara María Romero García, quien se desempeñara por 38 años como directora del Museo General Municipal de Taguasco.
Bailes, disfraces, montas de toro, competencias como el palo o lechón encebado, exposiciones artesanales, presentaciones teatrales, espectáculos humorísticos y actividades infantiles son una muestra de los festejos que han distinguido durante tantos años a estos siete días culturales.
Y el pueblo bebe o baila, participa de espacios literarios donde se leen cuentos o poesías, se ríe con los humoristas locales o foráneos; disfruta distraído, sin percatarse de la cara oculta de la cultura. Pero allí está. Detrás de los acordes musicales de un grupo, la representación teatral de una compañía y los talleres artísticos o literarios, hay personas que se encargan y se esfuerzan para que todo marche bien, sin olvidar a los que mueven las sillas, reparten las meriendas, gestionan los transportes, los alojamientos, y disimiles detalles; los que acometen la tarea con dedicación, a pesar de las enfermedades, los problemas personales. Muchos ofrecen sus voces y talentos sin mediar remuneración alguna, todo para que la comunidad tenga una semana donde brille lo mejor del arte taguasquense.
Taguasco ha sabido salir airoso en el empeño de mostrar una semana que se distingue por sus atrayentes propuestas culturales, su arte genuinamente local, y, sobre todo, por la humildad de sus artistas.
Una tradición se ha entronizado cada año, y se realiza sin mediar acuerdos, o haberse planificado de antemano. Cuando llegan las últimas horas del 24 de febrero, todavía en la madrugada se escucha por las calles un canto que va desapareciendo con los primeros rayos del Sol: “Vámonos, vámonos, vamos caballero que ya la fiesta se acabó”.
(*Doctor en Ciencias, Historiador del municipio de Taguasco)
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