Diciembre de 1958 fue un mes diferente para la tierra de las taguas. La presencia de las columnas invasoras de Che y de Camilo Cienfuegos en el centro y norte de Las Villas había llenado de esperanzas a los revolucionarios de la comarca, quienes contribuyeron con el envío de ropas, zapatos, hamacas, medicinas y alimentos para las tropas acampadas y agudizaron las acciones clandestinas en los principales pueblos del territorio.
El cruel asesinato de Pedro María Rodríguez, Agapito Moya y del doctor Jorge Ruiz Ramírez, ocurrido en octubre del año anterior, no había amilanado la lucha en territorio taguasquense. Constantemente aparecían letreros de: ¡Abajo la dictadura!, ¡Abajo Batista!; se colocaban banderas del M-26-7 en lugares públicos, se paralizaban las jornadas de trabajo y se lanzaban proclamas en las principales calles y parques de los poblados.
Existían en los barrios de Taguasco y Zaza dos cuarteles y un apostadero con 16 números, es decir, 16 guardias rurales. El cuartel zaceño tenía categoría de tercera y atendía el apostadero de Tuinucú con dos números, entre ellos un cabo que hacía de jefe. El de Taguasco fue tenencia de cuarta categoría, por lo que se subordinaba a Zaza.
A partir del 10 de diciembre, el Comandante Ernesto Guevara nombró a Armando Acosta jefe de operaciones en toda la zona y le ordenó la liberación de los principales asentamientos poblacionales. Se inicia el fin de la tiranía batistiana en Taguasco.
Para lograr dicho objetivo se interrumpieron las principales vías de comunicación, entre ellas el puente de la carretera a El Majá, la principal vía de acceso a la localidad en aquel entonces. Las fuerzas batistianas, totalmente desmoralizadas ante el empujo revolucionario no fueron capaces de ofrecer una resistencia digna.
El 17 de diciembre de 1958, fuerzas al mando de Máximo Sánchez, dirigente del Movimiento 26-7, por orientación de Armando Acosta, ocuparon el abandonado cuartel de la Guardia Rural y proclamaron así la liberación del pueblo. El pueblo se volcó a las calles para festejar con júbilo y victoria a los combatientes que en condiciones inferiores de armas y hombres lograron, con su alta moral, combatir y conseguir la victoria y liberación del territorio.
Días después, el 25 de diciembre de 1958, entraba a Taguasco el Comandante Armando Acosta Cordero, quien habló al pueblo congregado frente al Hotel Central (hoy Estrella Roja).
Al precio de mucho sacrificio y abnegación, logró el pueblo taguasquense la verdadera independencia. Valiosos compañeros, algunos muy jóvenes, perdieron sus vidas en la batalla por la emancipación. Los principales diccionarios del arte militar califican la liberación como “la acción de poner en libertad a un sitio, pueblo o ciudad, hayan ocurrido o no enfrentamientos entre los contrincantes”. Por lo tanto, no ocurrió un enfrentamiento combativo entre las fuerzas opresoras de la tiranía y las tropas libertadoras; pero sí hubo liberación. No se escucharon disparos, pero sí nos redimieron de la miseria y la explotación. Nos liberaron de la infamia, el deshonor y el miedo. Se acercaba un enero esplendoroso para el pueblo de las taguas.
* Historiador del municipio de Taguasco
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