Tengo ante mí a un hombre todoterreno, que responde al nombre de Raúl Macario Zerquera Ortiz, escritor a contracorriente que tomó por asalto la narrativa y finalmente la poesía casi a destiempo, porque durante su vida laboral el tiempo no le permitió manifestarse, hasta que, en la paz de la jubilación, pudo investigar y regalarnos al fin, en 2022, su primer libro impreso: Historia del puerto de Casilda.
LA CREACIÓN LITERARIA TUVO QUE ESPERAR
Empecé a escribir literatura en el 2007, antes me fue imposible. Así, a Historia del puerto de Casilda le siguió un libro de cuentos, mi preferido, que todavía espera por un editor que lo promueva y lo publique, titulado Encuentro en el umbral de la muerte. Y, más recientemente, el libro que salió de las musas del poeta que también llevo dentro fue el que acaban de premiarme en el Concurso 26 de Julio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, con una mención que me entregó el jefe del departamento político-ideológico de ese ministerio, coronel Blas Ariel Ruiz Rodríguez.
La familia ha sido el principal apoyo para toda mi obra, sobre todo mi esposa Gladys Nápoles, que lleva 55 años a mi lado. En este libro que narra la historia del puerto de Casilda digo al principio que gracias a mi familia es que lo pude escribir, y gracias también a la política cultural de la Revolución es que pude estudiar y escribir. Agradezco, igualmente, la asesoría que me brindaron Anisley Miraz y Freda, asesoras del taller literario de Trinidad, y la historiadora Bárbara Venegas, a la biblioteca pública de ese municipio, así como a Dalila León y Esbértido Rosendi, del taller literario de Sancti Spíritus, y a la querida historiadora Ñeñeca.
LOS IDIOMAS TRAZARON EL CAMINO DE MI VIDA LABORAL
Nací realmente el 28 de febrero de 1940, pero me inscribieron con atraso y aparezco en el carné de identidad como nacido el 14 de marzo de 1940. Procedo de una familia humilde de Casilda, mi padre era pescador y trabajador portuario. En aquellos tiempos los hombres que residían en los puertos casi siempre tenían dos oficios a la vez: pescaban y trabajaban en los buques mercantes. Y mi mamá era ama de casa, aunque a veces trabajaba en una fábrica de puré de tomate y de bonito en lata que había allí.
Al triunfo de la Revolución yo tenía 19 años. ¿Y en qué trabajaba? No, no trabajaba, en aquella época los jóvenes llegaban hasta la adultez y no tenían trabajo. A veces mi papá me conseguía un turno de cosedor de sacos o de aguador, aguatero le decían en el puerto, en las operaciones de los buques y algunas cositas más o menos así que llegaban, pero éramos muy humildes. Yo tenía afición por los idiomas y conseguí un librito de aquellos para aprender inglés, eran cosas muy sencillas, pero aprendí algo y mi papá que era obrero portuario humilde, pero era dirigente sindical, trajo a mi casa una máquina de escribir de aquellas Remington portátiles y yo me conseguí un manual para aprender a escribir a máquina y me puse yo solo ahí a prepararme y me inscribí en un curso de Mecanografía y Taquigrafía; luego no tenía con que pagar el título, porque los títulos se pagaban en los primeros tiempos de la Revolución todavía. Entonces mi hermano, que tenía un trabajito de ayudante en el depósito de combustible del puerto, me pagó el título de mecanógrafo-taquígrafo y eso, junto al inglés que hablaba ya, me abriría el camino.
Triunfa la Revolución y comienza la construcción de la carretera de Trinidad a Casilda y después hasta la playa Ancón, y me fui a trabajar en obras públicas; fue duro, pero eso me permitió pagarle a un señor que hablaba muy bien el inglés y daba clases particulares y así aprendí bien ese idioma. En aquel momento en Cuba, incluso en un pueblo chiquito como Casilda, muy pocas personas hablaban inglés. Después estudié en las escuelas de idiomas y me gradué de tres idiomas extranjeros: inglés, francés y ruso, que posteriormente los utilicé en misiones internacionalistas que cumplí y los perfeccioné por allá; o sea, que me sirvieron para la misma Revolución.
¿Dónde cumplió las misiones?
Las cumplí en el Medio Oriente y después estuve en una misión especial en Etiopía, como traductor militar, movilizado por las FAR, porque yo era civil y miliciano, de las Milicias Nacionales Revolucionarias, y me movilizaron por los conocimientos que tenía de varios idiomas y fui como traductor de los jefes de esas misiones. Así tuve el privilegio de traducir en los tres idiomas a los jefes de misiones de nuestro país durante mi estancia de más de dos años. Junto a mis jefes, cumplí la misión de refuerzo de la seguridad personal de nuestro Comandante en Jefe durante las reuniones que sostuvo con altos dirigentes del Pacto de Varsovia y de varias naciones en el Medio Oriente y en Etiopía, donde trató de persuadir a los dirigentes de Somalia para que no invadieran a Etiopía y de otro grupo de naciones para lograr la unidad entre ellas y evitar conflictos militares. Fue una experiencia única, un privilegio.
Decía que los idiomas trazaron el derrotero de mi vida laboral porque, precisamente por el dominio del inglés, al triunfar la Revolución me ubicaron de oficinista en el Puerto de Casilda, me enviaron a pasar un curso en La Habana y a mi regreso, asumí durante 10 años como representante del Comercio Exterior en los puertos de Casilda y Tunas de Zaza, donde llegué a desempeñarme como consignatario, que es el representante de los capitanes de buques mercantes y los armadores. En ese entonces me designaron para cumplir las misiones internacionalistas como traductor. En esos 10 años terminé el idioma inglés, estudié francés y ruso y me gradué también de Secundaria Básica y Facultad Obrera. Fue una vida muy activa.
Publicado por Ediciones Luminaria.
Desde Jalisco, México, un abrazo enorme y revolucionario para el compañero Raúl Macario Zerquera Ortiz. Lo felicito por su reciente libro sobre la Historia del Puerto de Casilda. En el año 1987 tuve la grata oportunidad de visitar las hermosas ciudades de Trinidad y Sancti Spiritus, al salir ganador, junto a otros cuatro radio escuchas del Concurso que Radio Habana Cuba organizó con el tema. «La Impagabilidad de la Deuda Externa en Latinoamérica». Encontré personas talentosas en dicha provincia, así como en toda Cuba. Siempre agradezco a Dios, El Creador, por haberme puesto en contacto con la Patria de José Martí y Fidel Castro. Con Cuba y su Revolución Martiana y Socialista aprendí a Amar a Toda la Humanidad. Siempre exijo públicamente cuando estoy reunido con trabajadores o estudiantes que Cese el Bloqueo Criminal de la autoridad Estadounidense contra Cuba. Aprovecho para agradecer todas las Muestras de Solidaridad Cubana con Palestina. Trabajemos por la Paz y la Justicia Social en Todo el Mundo. ¡Hasta la Victoria Siempre!, Fernando Acosta Riveros