Escambray Periódico de Sancti Spíritus
El Sistema Electoral cubano constituye, debido a los pilares que lo sostienen, un indiscutible paradigma que tiene su mayor fortaleza sobre un principio de amplia participación popular y, por ende, de respeto a la voluntad de ese pueblo del cual salen candidatos, autoridades electorales y también quienes dirigen en los más altos niveles del Estado.
Concluidas las Elecciones Municipales, el Consejo de Estado convocó a comicios generales para elegir a los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el término de cinco años, en votación que se efectuará el 26 de marzo del 2023.
Desde el mes de septiembre del pasado año quedaron conformadas las Comisiones de Candidatura Provincial y Municipales integradas por representantes de organismos como la CTC, los CDR, la FMC, la ANAP, la FEU y la FEEM.
Es en esto, precisamente, donde radica uno de los rasgos distintivos del Sistema Electoral cubano, y que refrenda su carácter genuinamente democrático e inclusivo, dado por la facultad que se otorga a las diversas organizaciones de masas y estudiantiles del país para realizar las propuestas de precandidatos a diputados, en sus plenos.
Además de ser tan diversas como la propia Cuba, el hecho de que se hallen conformadas por quienes integran la sociedad civil fortalece uno de los cinco pilares del sistema político cubano, que plantea que el pueblo propone y nomina libre y democráticamente a sus candidatos y no un partido político, como sucede en muchas partes del mundo.
Así lo valora Niurquis Oria Román, miembro de la Comisión Provincial de Candidatura, cuando afirma que en los propuestos se han visto reflejados todos los sectores de la sociedad en una cantera donde hay una elevada representación de delegados de base, así como de mujeres y jóvenes.
Los precandidatos suman 988 personas —precisó—, quienes se distinguen por sus valores, méritos, capacidad y reconocimiento social, únicos elementos que se tendrán en cuenta para su elección en este primer momento. Los que se seleccionen de esa cantera se convertirán en candidatos a diputados el 5 de febrero, cuando se aprueben a mano alzada de manera individual por parte de los delegados en asambleas extraordinarias del Poder Popular en cada municipio.
Por más intentos que los detractores de nuestra obra social hagan para desacreditar ese sistema, es evidente el hecho de que por mayoría los cubanos apuestan por el actual sistema social y así se demostró, a pesar de los cuestionados números, en la votación del pasado 27 de noviembre cuando la asistencia a las urnas fue clara expresión de respaldo a la institucionalidad socialista y de reconocimiento a la propuesta de un país con dificultades, pero noble, justo y equitativo.
Para cuestionar hay que saber que el modelo electoral de la isla ha crecido sobre la base de una democracia que proscribe términos tan usuales como prebendas y privilegios, pues sabido es que uno de sus rasgos más distintivos es que las propuestas salen del pueblo, son las personas las que eligen a sus representantes.
Por otra parte, los escogidos no reciben remuneración alguna o cualquier otro beneficio por el desempeño de la labor para la cual fueron elegidos, sin contar que, como norma, no son políticos profesionales.
Pero lo mejor de la democracia cubana es la participación popular en las grandes decisiones que ha tomado la Revolución. Hay ejemplos en materia de legislación. Cuando una ley todavía es proyecto, ya se valora con el pueblo, llámese Carta Magna, Código de las Familias o cualquier otra que lo amerite. No existe nada más parecido a la democracia, y es esa la base del Sistema Electoral cubano.
No es perfecto y puede que Cuba no tenga el más equilibrado de los sistemas electorales, pero sí el que escogieron los pobladores de una isla que simplemente defiende y apoya el derecho de los pueblos a la libre determinación, reconocido internacionalmente como un derecho inalienable en el consenso alcanzado en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena, cuyo programa de acción establece: “La democracia se basa en la voluntad del pueblo, libremente expresada, para determinar su propio régimen político, económico, social y cultural, y en su plena participación en todos los aspectos de la vida”.
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Escambray / ISSN 9664-1277
Es asi???….Simplemente parece que vivimos en dos Sancti Spiritus distintos