Latidos compartidos (+fotos y video)

Hace más de 20 años, Rodolfo Dal Pane, miembro de las asociaciones de amistad con Cuba fundadas en Italia y San Marino, plantó bandera a favor de la Revolución

Natural de Faenza, Italia, Dal Pane visitó Cuba por primera vez en 1998. (Fotos: Vicente Brito/Escambray)

Escasamente era un chiquillo y sus pies casi no rozaban los pedales de su minúscula bicicleta. Y salía hacia el trigal como el perro que tumbó la lata. El muchacho se entretuvo jugando de espaldas al reloj, y ya las tripas de su papá Victorio sonaban como guitarra eléctrica desafinada, en pleno campo anegado. A media mañana, aquel pan, mojado con vino tinto, sabía a gloria.

Apenas espigó un poco, al italiano Rodolfo Dal Pane también le llevaban la merienda. Por supuesto, vino y pan. No más. Era lo que había en la despensa de los campesinos de las inmediaciones de Faenza, ciudad del norte de la península, célebre en el mundo por la cerámica fina fabricada allí desde el siglo XII.

De esa historia se ufana Rodolfo, quien vivió la transformación de los trigales en plantaciones de peras, melocotones y manzanas; no por decisión de sus padres, sino por la del terrateniente. Y mientras más los resistentes perales se aferraban a la tierra, más se curtía el temple del padre, y del hijo.

“Mi papá era un hombre recto, muy por ahí”. Con una frase lo describe. “Mi madre también tiene un carácter fuerte”. A sus 95 años, ella maneja su carro y hace las diligencias domésticas. De sus padres, Rodolfo aprendió que la honestidad no se cotiza en mercado alguno y que la solidaridad construye puentes sobre el egoísmo y la hostilidad.

Únicamente así puede comprenderse por qué Dal Pane —“nacido y criado en Faenza”, como pregona— decidió dividir su tiempo en dos mitades: vive seis meses en Italia y el resto del año en la ciudad de Sancti Spíritus.

En diciembre del 2021 recibió la condición de Miembro de Honor de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. (Foto: Internet).

La pasión por Cuba germinó a finales de 1998; un amigo italiano, radicado en La Habana en esa fecha, lo invitó a conocer nuestro país. De aeropuerto en aeropuerto anduvo con su bicicleta al hombro. Hasta el borde del cansancio, pedaleó por las carreteras de La Habana, Pinar del Río e Isla de la Juventud.

Con su ciclo de montaña, este hombre que frisa los 69 años y merecedor de la Medalla de la Amistad, instituida por el Consejo de Estado, retornó en similar época al año siguiente; otro sería el itinerario: el centro de la isla (Cabaiguán, Sancti Spíritus, Trinidad, Cienfuegos, Yaguajay, Caibarién, cayo Santa María…).

Y al regresar a casa, sembrada aún en el campo, Cuba y su gente eran una constante. Nada cuestionable, entonces, su iniciación como miembro, a comienzos de los 2000, en la Asociación de Amistad Italia-Cuba (Anaic), creada prácticamente cuando todavía humeaban los cañones y los fusiles en Playa Girón en abril de 1961.

Dal Pane contribuyó a horadar el manto de silencio tendido por las grandes corporaciones mediáticas sobre el caso de los Cinco.

LOS CINCO, ÉPICA SOLIDARIA

En la ciudad de Faenza, localizada en la provincia de Ravena, y en otros sitios de la península itálica, Dal Pane contribuyó a horadar el manto de silencio tendido por las grandes corporaciones mediáticas sobre el caso de Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y René González, conocidos internacionalmente como Los Cinco, apresados en septiembre de 1998 en Miami, Estados Unidos.

Y en cada lugar que Rodolfo acudía en defensa de la libertad de los prisioneros cubanos, colocaba sobre la mesa de análisis la paradoja: si ellos se radicaron en Florida para alertar a su país de los actos terroristas tramados desde allí, cómo explicar su arresto en una operación especial, como si fueran capos de la droga.

Para acabar con la mayúscula arbitrariedad, las acciones de la Anaic a favor de la libertad de los antiterroristas cubanos vinieron de menos a más y, en específico, Dal Pane las ejemplifica con la organización de un recorrido en bicicleta en Milán todos los 5 de mayo, previsto en varias etapas. Cada parada servía para entregar materiales impresos acerca de Los Cinco y, también, para intercambiar de tú a tú con las personas. “El objetivo principal era acabar con el silencio y la desinformación”, acota el amigo de la Revolución cubana.

Más de una decepción llegó, más de una vez hubo que avivar la campaña por la liberación de Gerardo, Antonio, René, Fernando y Ramón. Dal Pane recordó, tiempo atrás, la manifestación celebrada en Milán en octubre del 2010, a la cual asistieron más de 3 000 italianos. Se plantaron frente a las sedes de un canal de televisión y de dos periódicos de amplia circulación; ninguno de esos medios dijo una palabra en torno al suceso solidario.

Sin embargo, ni Rodolfo ni el resto de sus colegas depusieron las armas en la batalla de largo aliento por el retorno de Los Cinco, y este hijo de Faenza disfrutó a sus anchas el regreso delante de la pantalla del televisor en la sede de la Delegación Provincial del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), el otro hogar de Dal Pane en Sancti Spíritus. Ese 17 de diciembre del 2014, de vuelta a Cabaiguán, donde residía, entonces, compró una cabeza de puerco para una caldosa y armó el fiestón en el barrio.

GESTOS DE DESPRENDIMIENTO

Al escuchar el tañido venido de lo alto de la Iglesia Parroquial Mayor de Sancti Spíritus, Rodolfo quizás recuerde el sonido de las campanas de la catedral renacentista de Faenza, que ofició su primera misa cuando el centro eclesial de la cuarta villa cubana era de madera rolliza y techo de pencas de coco y guano cana y radicaba en Pueblo Viejo, asentamiento original de nuestra actual ciudad.

A pie o a golpe de pedal, recorre la urbe espirituana, y suele vérsele entrar a la sede en la provincia de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), cuya dirección nacional le entregó la condición de Miembro de Honor de la organización en diciembre del 2021 por sus más de 20 años de activismo solidario y político y, particularmente, con la ACRC en varios territorios. Esos vínculos encuentran expresión en la donación de equipamiento informático, que ha beneficiado, igualmente, al ICAP.

Mas, este amigo no echa méritos ajenos en su mochila, y admite apenas ser una de las figuras visibles en Cuba de todo el movimiento que en Italia y San Marino acciona en contra de la política hostil y unilateral impuesta por el gobierno de Estados Unidos a la isla durante más de seis décadas.

Resultados de un proyecto de intercambio cultural, fomentado por la Anaic y Dal Pane, en lo individual, son el mural dedicado a las tradiciones histórico-culturales de la ciudad, erigido a metros de la Plaza de Jesús, y otro, nombrado La Poderosa, ubicado aledaño a la antigua sede central de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez.

En representación de la propia asociación, a inicios del 2022 el activista entregó más de 8 000 mascarillas anticovid al sector del transporte, destinadas, esencialmente, a choferes y a trabajadores de otros puestos vulnerables de esa rama.

De modo sistemático, desde la irrupción del SARS-CoV-2 y hasta el control de pandemia en la nación caribeña, la agrupación italiana envió donativos, consistentes en material gastable, medios de protección, medicamentos y equipos especializados, que permitieron aliviar el tenso panorama epidemiológico en el país antillano.

Cuba tiene un proyecto social que es un ejemplo para el resto del mundo”, argumenta.

La gratitud reinó. ¿Cómo borrar de la memoria las imágenes del convoy de camiones militares que transportaban decenas de ataúdes desde Bérgamo a incineradores de otras urbes italianas en marzo del 2020? ¿Cómo no releer las crónicas de los colegas que cuentan el milagro de la salvación protagonizado por las brigadas médicas cubanas en las ciudades de Turín y Crema, también del norte del país europeo, cuando esa nación se convirtió en el vórtice de la covid en el planeta?

A Dal Pane no le extrañó la respuesta de Cuba a la solicitud de las autoridades locales italianas; pero sí lo estremeció, y todavía hoy lo estremece. Y este gesto altruista sigue cosechando gratitudes; lo ejemplifica una reciente donación al Hospital Pediátrico José Martí Pérez, agradecida por el colectivo, pacientes y familiares, en medio de tantas necesidades.

—Dal Pane, pareciera de locos que usted haya determinado residir aquí, a pesar de las escaseces, de la crisis económica por la que atraviesa nuestro país.

—Cuba tiene un proyecto social que es un ejemplo para el resto del mundo”, argumenta y resalta, además, el humanismo de la Revolución, los ideales que esta defiende. Para él, los valores espirituales deben prevalecer sobre lo material.

Cuando Rodolfo estaba a punto de subir la escalerilla del avión con destino a su tierra natal, Escambray conversó con él. Sabedor de que las ferias gastronómicas constituyen una de las principales modalidades para la recaudación de fondos en beneficio de la causa cubana, este hombre, que curtió su vida en trigales anegados y sembradíos de melocotones amarillentos y rojizos, andaba en busca de alguien que le dijera el secreto de cómo hacer unos apetitosos y crujientes chicharrones de puerco. Sería la novedad que le llevaría a sus coterráneos de Faenza.

Enrique Ojito

Texto de Enrique Ojito
Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de la vida (2020). Máster en Ciencias de la Comunicación. Ganador de los más importantes concursos periodísticos del país.

Comentario

  1. Rodolfo Dal Pane un hombre fabuloso, onesto, grande trabajadores, amigo de Cuba y de sus pueblo, che merece todos los que reportan en esto meraviglioso comentarios. Felicidades compañero Rodolfo!

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