Respetar debe ser ley. Es el único camino para coexistir sin violencias y discriminaciones a quienes rompen con los cánones impuestos por los grupos de poder. Y justamente el conocimiento se convierte en la llave más exacta para entender que en las pluralidades están también las mayores riquezas.
Precisamente, la lectura es una de las vías para adquirir esos saberes. Por ello, no han sido pocos los autores que se han sumergido en temas tabúes, han visibilizado personas y comunidades que han sido víctimas de rechazos y maltratos, han reflexionado sobre las imposiciones culturales de acuerdo a la ideología hegemónica… Han contado la historia de una humanidad arraigada al patriarcado y cuánto cuesta desprenderse del mismo.
Una muestra de esos buenos ejemplos se tuvo en Sancti Spíritus durante la presentación de tres propuestas que, con discursos tan diversos como la vida, nos convocan a pensar; uno cercano a la academia, otro con un discurso más coloquial, y otro donde la fina ironía nos arranca la más estrepitosa carcajada, sin dejar de volver la cabeza con una mirada más consciente sobre nuestras realidades.
El primero de los textos fue Femminielli. Cuerpo, Género y Cultura, de Eugenio Zito y Paolo Valerio. Nos presenta el papel tradicional de los femminielli en la sociedad napolitana, personas que nacen con genitales masculinos, pero que se asumen como mujeres, sin aceptar modificar sus cuerpos. Reflexiones sobre qué se entiende por género, qué significa la heteronormatividad en esa comunidad y otros tópicos nos conducen a la naturaleza profundamente cultural de sus prácticas de construcción de género y de identidad social.
Y aunque resulta una particularidad alejada de nuestra nación, este libro ayuda a comprender que todos los seres humanos somos un constante constructo social.
Mientras, las dos primeras ediciones de la revista Transcuba, nacida con el acompañamiento de los especialistas del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), dibujan preocupaciones, situaciones cotidianas de personas transgénero. Sus vulnerabilidades en tiempos de covid, la importancia de permitir que cambien de forma legal sus nombres y la protección de quienes suben a los escenarios son algunos de los temas que se encuentran en las páginas de ambas publicaciones.
Ya en el caso de Paquito el de Cuba, una década de ciberactivismo, del periodista Francisco Rodríguez Cruz, se disfruta de un compendio de artículos y comentarios publicados durante más de 10 años en su blog (Paquito el de Cuba), que surgió el 4 de diciembre del 2009.
“Es un libro poco frecuente en el panorama literario cubano porque nace a partir de un blog. Fue la idea de una estudiante de Comunicación, que al realizar la tesis sobre mi trabajo en Internet me propuso hacer la selección de lo publicado en ese período”, explicó su autor.
El volumen cuenta con prólogo de Mariela Castro Espín y la ciudad del Yayabo acogió su presentación número 15.
“Lo que más me ha satisfecho es que muchas personas me han dicho que se han divertido leyendo el libro. No es científico, trata de llevarles a los lectores mis sentimientos y experiencias. Asumí la idea del blog no como un ejercicio periodístico, aunque no nos podemos desprender del todo, sino como ser humano y activista”.
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