En Llanadas Arriba la vida es otra. En sus caminos no abunda el ajetreo de personas. Desde bien temprano en la mañana cada cual va a lo suyo. Los campesinos trabajan la tierra, y a las amas de casa se les pierden las horas entre la limpieza, la comida de los animales y el almuerzo para los que vienen del campo.
Allí, en esta comunidad montañosa del municipio espirituano de Yaguajay, se vive en contacto directo con la naturaleza y se obtienen de primera mano los frutos de la tierra. Sin embargo, contrario a lo que muchos piensan, en este lugar no todo es color de rosa. Aquí también se experimentan las estrecheces del llano. Mas, las personas se imponen y, a pesar de los contratiempos, la vida se convierte en un gran revoloteo.
Tanto es así que, a pesar de la lejanía, de los malos viales, del huidizo transporte, de la falta de infraestructuras y de los escasos servicios, la gente de Llanadas Arriba prefiere estar ahí, para ser testigos de cuando el sol rojizo y moribundo se pierda entre las lomas que escoltan el caserío y para no dejar de ser parte de una familia que no sobrepasa los 187 habitantes.
De esta cofradía dan fe Belkis Castillo Méndez y Orquídea Durán Martínez, promotora cultural y profesora integral de Actividad Física Comunitaria, respectivamente, quienes cargan sobre sus hombros la responsabilidad de darle vida a esta zona rural a pesar de los sinsabores.
“Nosotros tenemos muchas funciones de trabajo. En la comunidad establecemos convenios con el consultorio, la escuela, el Programa Educa a tu Hijo, y hasta incluimos actividades para promover el cuidado del medio ambiente.
“Realizamos círculos de abuelos, jornadas de limpieza y embellecimiento, celebramos todas las efemérides y acercamos los niños a las artes plásticas, a la historia local y de Cuba… En todo lo que surge en la localidad está la mano del Inder y de Cultura”, confiesa Belkis con una pasión que desborda en cada palabra.
En este empeño cuentan con el apoyo de la CCS Alberto Pis Delgado, quien se erige como una de las potencialidades de esta comunidad montañosa. “La cooperativa nos ayuda en todo lo que necesitemos. También tenemos un grupo comunitario fortalecido que, con el delegado y los demás factores, impulsamos muchas actividades”, destaca la promotora cultural.
Una verdad que corrobora Orquídea, profesora integral de Actividad Física Comunitaria, para quien el trabajo en equipo ha sido el resorte de todos los logros. “Aquí todos nos integramos: Cultura, el Inder, la escuela… En Llanadas Arriba, a pesar de ser una zona intrincada, todo fluye de manera que podemos desarrollar cualquier iniciativa.
“Por ejemplo, si en la escuela vemos un niño con potencialidades en algún deporte, lo preparamos y tratamos de que desarrolle este talento. Y aunque muchas veces no tenemos todos los medios necesarios, eso no nos detiene. Hacemos instrumentos rústicos para las actividades deportivas y culturales, con el apoyo de los padres y los propios alumnos”, comenta Durán Martínez.
Quizás por ello, motivar e involucrar a los pobladores también ha sido la clave para alcanzar dichos resultados comunitarios. “No te digo que sea fácil motivar a la gente, pero con la promoción de la actividad, con el hecho de oír los gustos y preferencias de las personas, de hacerlas parte, se logran muchas cosas.
“Aquí hay aficionados que han hecho los instrumentos de música para las actividades culturales y con eso ya los estamos motivando. A la gente hay que comprometerla con el trabajo. El ser humano tiene que sentirse parte de la cultura”, subraya la fémina que atesora 13 años como promotora cultural.
Con estos ardides, las susodichas mujeres le dan un manotazo al episodio triste de la desmotivación. “Para este pueblo la cultura y el deporte significan un gran estímulo, resultan el corazón y el impulso de esta comunidad”, refiere Orquídea sin que nadie pueda reprocharle esta grandeza.
Y es que ella sabe muy bien que estas acciones alivian las escasas oportunidades de los pobladores de la montaña. “Nosotros teniendo transporte y caminos vivimos bien. Es cierto que nos faltan muchas cosas y que nos dejan productos necesarios en otros lugares por el tema de los viales, pero en Llanadas Arriba es donde vivimos y trabajar aquí es lo que nos queda”, concluye Belkis, defensora de los valores de este sitio yaguajayense.
Por ello, no pierde el ánimo. Ni ella ni Orquídea cruzan los brazos, pues aman la vida en la montaña. No por gusto salen todos los días a trabajar con el mismo ímpetu, con las mismas ganas de hace diez años atrás. Con estas mujeres la esperanza hace caminos en el aire, y la alegría no deja de regresar a estos parajes del norte espirituano.
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