Mientras Bolsonaro rockanrolea en Orlando, Lula desmonta políticas fascistas

El exmandatario Jair Messias Bolsonaro mantiene la misma actitud de Donald Trump de no reconocer la victoria de su oponente y crear belicosidad en torno a ello

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Lula revoca leyes de Jair Bolsonaro, entre ellos un decreto que ampliaba licencias para la explotación minera en las tierras indígenas. (Foto: Twitter @adonaitechvzla)

Dicen los cables que el ahora expresidente brasileño Jair Messias Bolsonaro fue recibido como una estrella del rock a su llegada al aeropuerto de la ciudad floridana de Orlando, acompañado de 31 elementos que resguardaban su seguridad, aunque un video al respecto, así como testimonios de conocidos allí, indicaron que los elementos allí presentes ya eran pasaditos de edad, algunos de ellos connotados elementos gusaneriles de naciones latinoamericanas donde hoy gobierna la izquierda.

Jair, quien no asistió a la entrega de su cargo a Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que éste ganó fraudulentamente las elecciones y llamó a sus partidarios a mantener todo tipo de oposición ante cualquier medida oficial adversa a “la causa”.

Este nuevo viaje de Bolsonaro se transformó rápidamente en uno de los temas más comentados por los brasileños, donde muchos lo acusaron de «fugarse» del país para evitar eventuales problemas judiciales una vez que termine su mandato y pierda sus fueros especiales, ya que que es investigado, entre otras cosas, por divulgación de información falsa.

La Secretaría General de la Presidencia autorizó el traslado al exterior de una comitiva de funcionarios para dar «seguridad y apoyo personal al futuro expresidente de la República, Jair Messias Bolsonaro» en un viaje internacional a «Miami, Estados Unidos, a realizarse del primero al 30 de enero del 2023», según se publicó oficialmente. 

Para el analista Geomar de Souza, de la consultora política Dharma, se trata de un «intento de continuar negando la realidad, de deslegitimar al próximo gobierno». «Un presidente pasando la banda presidencial transmite la idea de que la elección acabó, permite la pacificación del país. Con su ausencia, es como si Bolsonaro estuviera diciéndoles a sus seguidores que se niega a aceptar el resultado», opinó.

En Florida se reunirá con sus allegados de siempre y hará visita a lugares que considera su feudo, como aquella escuela de Medicina en el 2020, donde desbarró contra los galenos cubanos.

El exmandatario mantiene la misma actitud de Donald Trump de no reconocer la victoria de su oponente y crear belicosidad en torno a ello.

No hace mucho, el intelectual y politólogo Noam Chomsky calificó a Trump como el presidente norteamericano más asesino de Estados Unidos, principalmente por el abandono al tratamiento del COVID-19, lo cual es exacto a lo que hizo Bolsonaro en Brasil, causante del mayor número de muertes en Latinoamérica, solo superado en el mundo por Estados Unidos.

En su anterior visita a Florida, Jair se reunió con Trump en su residencia privada del club Mar-a-Lago, en Palm Beach, y Venezuela estuvo en el centro de la cita. El brasileño había acabado de retirar a sus diplomátcos de Caracas, algo que había hecho poco antes otro visitante de Donald, Iván Duque.

El brasileño tuvo otra cita en la que Venezuela fue un punto central: un encuentro con los senadores Marco Rubio y Rick Scott, dos de los mayores activistas contra Maduro en Florida y dentro del Partido Republicano.

RESPUESTA ADECUADA

Pero el ex mandatarte brasileño se ha visto obligado a beber una taza de acíbar, cuando el presidente Lula ordeno la reapertura de relaciones diplomáticas con Venezuela.
Sin perder tiempo, Lula emitió otros decretos que dejan sin efecto políticas de Bolsonaro.

A horas de asumir, tiró abajo la adquisición de armas por civiles y la autorización para la apertura de clubes de tiro hasta nueva reglamentación, así como redujo de seis a tres el número de armas que puede tener un ciudadano en su casa.

Otro decreto está relacionado a la extensión del recorte impositivo a los combustibles, que Bolsonaro había dispuesto como medida electoral sólo hasta el 31 de diciembre.

Tal como había anunciado durante la campaña y reafirmó en su discurso inaugural, Lula viabilizó el pago de R$600 de ayuda social a las familias pobres, que volverá a llamarse Bolsa Familia como en su primer mandato.

El apoyo, obtenido en el marco de una enmienda constitucional que logró aprobar antes de su asunción con acuerdo del Congreso, implica un salario equivalente a 120 dólares (con un adicional de 30 dólares por hijo) para cada trabajador sin ingresos registrados. Los decretos no habían sido publicados, pero fueron anunciados por la prensa presidencial apenas se dispuso, también mediante decreto, la reforma de la estructura de gobierno, llevando el número de ministerios a 37.

En el grupo de decretos que expresan la nueva orientación económica, Lula quitó a la petrolera Petrobras del lote de privatizaciones anunciadas por su antecesor. También fueron retiradas del plan de ventas la logística de Correaos y la Empresa Brasileña de Comunicación (EBC), la red de medios públicos.

En educación, se derogó una norma que permitía escuelas especiales dirigidas sólo a estudiantes con discapacidad y otro que trata de la participación social en la discusión y elaboración de políticas públicas. Todo lo había anticipado en su primer discurso, donde el líder se comprometió a “responder a las esperanzas de un pueblo sufrido”.

Otra de las medidas rubricadas de urgencia fue el restablecimiento del Fondo Amazonia, una caja de donaciones internacionales comandada por Noruega y Alemania, que había sido despreciada por el gobierno de Bolsonaro, destinada al desarrollo productivo de las comunidades amazónicas.

En el primer día de su tercer mandato, además de poner en funciones al gabinete, Lula firmó la normativa que elimina los decretos con secretos de cien años que había dictado Bolsonaro sobre varios temas, entre ellos su libreta de vacunación y las visitas al Palacio del Plan Alto y el Palacio de la Alborada (residencia oficial). 

EN DEFENSA DEL MEDIOAMBIENTE

En su primer discurso en el cargo prometió acabar con la deforestación ilegal en la Amazonía y proteger a los pueblos indígenas.

«No podemos admitir que (la Amazonía) sea una tierra sin ley, no vamos a tolerar la degradación del medioambiente que tanto mal ha hecho a nuestro país», afirmó el líder del Partido de los Trabajadores, en un pronunciamiento ante el Congreso, en Brasilia.

Lula, de 77 años, manifestó que Brasil «puede estar en la primera línea global» y que, para ello, iniciará «una transición energética adecuada» que tenga por objetivo «eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero».

«Brasil no necesita deforestar para aumentar su frontera agrícola», insistió, en contradicción con los cuatro años de gestión del ya expresidente Jair Bolsonaro, defensor de la explotación de minerales y madera en reservas indígenas, quien disparó la deforestación y los incendios en el mayor bosque tropical del planeta.

Lula subrayó que los brasileños pueden vivir «sin derribar» los árboles o «sin invadir los biomas», aunque al mismo tiempo dijo que incentivarán la regularización de tierras para su uso productivo sostenible.

Asimismo, salió en defensa de los pueblos indígenas, que han sido abandonados por la anterior administración.

«Nadie conoce mejor los bosques que quien estaba aquí en tiempos inmemoriales», y expresó que retomará la demarcación de tierras indígenas, paralizadas durante los cuatro años de mandato de Bolsonaro, líder de la extrema derecha brasileña.

«Cada tierra demarcada es una nueva área medioambiental (…) Vamos a revocar todas las injusticias contra los pueblos indígenas», sentenció.

Cubasí

Texto de Cubasí

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