“A la hora de hacer la historia de la música y musicología espirituana hay que dedicarle una página inmensa a Juan Enrique Rodríguez Valle”, dejó escapar su colega, instrumentista y director de orquesta Alfredo Castro, como antesala de la entrega de la condición de Presidente de Honor del Coloquio sobre Estudios de la Cultura Musical Cubana.
Fue ese uno de los momentos más especiales de la XXXIV edición de la cita que, tras un prolongado silencio, regresó a predios de la cuarta villa de Cuba.
“Hay que hablar de él como formador de generaciones al permanecer durante muchos años en la otrora Escuela de Música —recordó Carlos Manuel Borroto, vicepresidente del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba—. Supo compulsar para que se estudiara la música de este territorio. Sin dudas, es un puntal muy fuerte para nuestra cultura”.
El evento también visibilizó investigaciones actualizadas sobre una manifestación del arte seguida por multitudes. “Los estudios sobre música espirituana han alcanzado y han trascendido un poco más allá de las fronteras de nuestra provincia —expresó Yaisel Madrigal, asistente por la modalidad virtual—. Las editoriales a nivel nacional, como el sello del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, han puesto sus ojos en esas investigaciones, ya que en la región central evidencia marcadores estilísticos y rasgos de realización muy propios”.
Ejemplos de esas expresiones únicas se conocieron durante el Coloquio, pues se les dio voz a los resultados de ¡Los Pinares tienen su ritmo!, de Saylí Alba, y Arroyo Blanco, cuna de mujeres parranderas que hacen hoy historia de una tradición, de un colectivo de autores.
Además, las jornadas sirvieron para reconocer a personas e instituciones que han apoyado la historia de esta cita, disfrutar de la muestra Coloquio en la memoria documental, escuchar melodías del pentagrama yayabero y conocer sobre la labor de Ediciones Luminaria en la preservación y difusión del patrimonio histórico-documental de la música espirituana.
Y como ya es habitual durante el Coloquio sobre Estudios de la Cultura Musical Cubana, se honró a José Manuel Jiménez Berroa, conocido por Lico Jiménez.
“Su figura es de obligatorio estudio en los programas de música de los niveles elemental, medio y superior —acotó Katia Rojas, profesora y musicóloga—. Trabajó música de concierto y obras cubanas. Como otros muchos artistas, este trinitario fue más reconocido fuera del país”.
Desde ya, quienes impulsaron esta cita piensan cómo efectuar la XXXV edición del Coloquio sobre Estudios de la Cultura Musical Cubana.
“Tenemos como meta organizarnos con tiempo para que el evento quede con la calidad que exige y que también pueda ser más presencial para que retome su trascendencia dentro de los estudios musicales del país”, concluyó Dianelys Hernández Oliva, presidenta del evento.
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