Los carteles colgados en aquellos posts de Facebook invitaban al instante a hacer las maletas: viajes para Trinidad con el itinerario de playa Ancón, almuerzo, hospedaje, recorridos; excursión al delfinario, de Cienfuegos; pasadías en hoteles de la sureña villa espirituana y hasta de la cayería norte avileña; un día para Varadero… Y los precios, debajo de aquellos mismos posts, también provocaban, casi al instante, deshacer el equipaje de las ilusiones hechas a priori.
Nadie desmentirá que el verano siempre se asocia a una fórmula vitalicia: playa + piscina + diversión + descanso y, desde hace mucho, para la mayoría de las personas de esa suma vienen restándose no pocas opciones.
Porque todo, y más hoy, pasa por el tamiz de la economía y muchísimas ofertas resultan impagables entonces para el bolsillo de cualquier trabajador. Podríamos poner disímiles ejemplos: que si solo entrar a Los laureles puede costar 400 pesos por persona y el consumo dentro, luego, viene siendo a los precios de las nuevas formas de gestión no estatal; que si un viaje a Trinidad, propuesto por la Agencia Cubanacán, con almuerzo, transporte y estancia en casas de renta, sale a más de 6 000 pesos por persona; que si una guagua a Varadero te cobra 4 000 pesos per cápita… No hay familia que con un salario costee tamaños disfrutes.
Sin incluir, por supuesto, las tarifas de los hoteles que desde hace muchísimo tiempo están en veda para la mayoría de los mortales.
El rompecabezas que suele ser en casa el verano lo vienen a salvar, al menos del aburrimiento, las propuestas que desde la localidad se ofrecen. De tales iniciativas se hacía eco Escambray en estos meses: talleres de verano en la Casa de Cultura de Taguasco y otras actividades que iban desde la música mecánica en la noche frente a la institución para los más jóvenes hasta opciones para los adultos mayores; los juegos, las acampadas y las alternativas que se ingenian en El Cacahual; las lecturas de cuentos, adivinanzas, talleres… del Palacio de Pioneros, de Trinidad; las sugerencias de las instalaciones del Campismo Popular…
Se ha ido apostando por amenizar la etapa estival desde las potencialidades de la localidad y con el propósito de satisfacer todos los gustos y los públicos. ¿Ganas nada más?
Complacer a todos sigue siendo uno de los talones de Aquiles no solo de los proyectos veraniegos, valga aclarar. Mas, pensar la recreación y el disfrute desde la diversidad de públicos continúa estando en la mira de no pocos decisores.
Así se analizaba en la más reciente sesión de la Asamblea Nacional, en la que se daba a conocer que los intercambios realizados por los diputados en 24 municipios de seis provincias como parte del Proyecto de Recreación y Uso del Tiempo Libre, coordinado por el Inder, arrojaban que los precios asequibles y el diseño de actividades que llamen la atención de los distintos grupos etarios son aún asignaturas pendientes.
Y el propio Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, reflexionaba: “Es esencial tributar al buen gusto, a la educación, al pensamiento crítico y a las aspiraciones enaltecedores, colocarlas en el centro de todas las estrategias que diseñemos, para que de verdad podamos llegar a esa recreación sana a la que aspiramos”.
En sus propios análisis abundaba acerca de las instituciones que existen en todos los territorios como escuelas, los Joven Club, las áreas deportivas, los centros culturales, las salas de video y las bibliotecas…, lugares en los que no siempre se explotan todas sus potencialidades.
“La cuestión es cómo aprovechamos esos espacios y a las personas que tenemos en todos los territorios con buenas ideas. Se trata de ver, con lo que tenemos, qué opciones podemos ofrecer”, señaló el mandatario.
Con tantos instructores de arte que se han formado, con casas de cultura que tienen espacios de sobra, con museos a puertas abiertas y en todos los municipios… resulta cuanto menos inconcebible que se carezca de propuestas motivadoras.
A veces un payaso en una calle cualquiera basta para arrancar sonrisas, o un balón en un parque para instar a jugar o mesas de ajedrez en un espacio público para que los que saben compitan y los que no, aprendan y todo ello depende de poquísimos recursos, pero sí de muchísimas ganas de hacer.
Tales actividades pueden resultar suficientes para los más pequeños; mas, siguen quedando deudas con los muchachos que solo se divierten conectándose a un móvil o con los jóvenes que no encuentran otros espacios para recrearse que los costosos bares privados.
El verano, por más que se ideen formas de esparcimiento, sigue siendo un dolor de cabeza para la familia. Porque con la ecuación precios + opciones son muy pocos los que pueden pagarse el disfrute en esta etapa estival.
Debería pasarse del pensamiento a la acción y que las actividades salgan de las carteleras y de las programaciones a las calles, las comunidades, los barrios… y que las instalaciones estatales ofrezcan servicios y alimentos sin tener que pagar el chupa chupa a 70 pesos en la cafetería de la esquina, ni la lata de refresco a 160 pesos.
Podría ser posible para próximos veranos, porque en este que casi expira las opciones para esparcirse han quedado más en el deseo que en su concreción en la vida real.
Estoy muy de acuerdo con esta reflexión y añado q en especial los adolescentes q tanta falta les hace la diversión aquí están practicamente en cero se habla de los joven club pero el situado en el Parque no funciona para ellos entonces que les queda? la calle …… Y si vamos a.los caballitos para los mas pequeños
no tiene transformación estructural para no hablar que los particulares que venden mas bien son revendedores y eso quien lo chequea