Leidy Luis Medina es una mujer todoterreno. Desde muy joven aprendió que en la vida nada cae del cielo, y que para encaminarse en ella hace falta una alta dosis de esfuerzo. Quizás por ello, cuando un arrebato de juventud hizo que abandonara sus estudios preuniversitarios, no lo pensó dos veces y comenzó a trabajar con apenas 17 o 18 años de edad.
Todavía sus manos conservan las huellas del ensarte y desbotonado del tabaco, primeros oficios que asumió en las comunidades de Itabo y Jarahueca, en el municipio espirituano de Yaguajay. Sin embargo, bastó que madurara un poco más para que retomara de un tirón su vida estudiantil.
Nunca aceleró el paso para alcanzar a los que iban delante. Avanzó a buen ritmo y sin titubeos. Tanto es así que se formó inicialmente como técnico de nivel medio en Contabilidad, hasta que más tarde obtuvo la licenciatura en Tecnología de la Salud, perfil Gestión de la Información en Salud, labor que asume hasta hoy en el Policlínico Número 2 con Servicios Extendidos de la comunidad de Iguará, en el norte espirituano.
“Mi función aquí es ser líder de la información científico-técnica en las ciencias de la Salud. Desde la biblioteca de mi policlínico llevo los conocimientos de Internet a los profesionales, pues esto tiene un alto valor para garantizar la prestación de servicios.
“Es una experiencia maravillosa, porque me ha dado la posibilidad de extender las tecnologías no solo a mi centro laboral, sino a diversas entidades del Consejo Popular. Por ejemplo, ayudo, de conjunto con los profesionales de la Educación, a preparar los círculos de interés relacionados con la Salud Pública, además de realizar otras labores con diferentes instituciones de la localidad”, apunta la fémina.
Sin embargo, Leidy no es solo la profesional que busca nuevos saberes en el policlínico y, mucho menos, la máster en Gestión del Desarrollo Local, sino que es una mujer con participación en el trabajo del Consejo Popular. Su disposición y humildad lo mismo para limpiar que para sembrar, su preparación y empatía con el problema ajeno, han hecho que su voz cuente dentro de las decisiones de la comunidad.
“Trato de llevar mi vida junto a otras responsabilidades dentro del territorio. Soy miembro del grupo comunitario y de la comisión de Prevención dentro del consejo, donde represento a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC); soy secretaria de un bloque de esta organización, y coordinadora de una zona de los CDR. Siempre me planifico para cumplir con mi trabajo y todo lo demás.
“Si hoy puedo asumir estas responsabilidades es gracias al apoyo de mi familia. Lo que soy se lo debo a ellos: a mi hermano, mi mamá, mi papá, y a mi hijo que, aun siendo joven, tiene calma y paciencia para que haga todo a la vez”, destaca Luis Medina.
Por esa fuerza que emana de su familia, Leidy puede materializar cada uno de sus proyectos. El ejemplo de sus padres la impulsa a seguir en los momentos que todo se le vira al revés. Y es que, contrario a lo que muchos piensan, sobre los hombros de esta mujer también reposan preocupaciones, desvelos, temores…
“En ocasiones me he sentido agotada porque son muchas cosas encima, pero siento algo muy grande por esta Revolución que hace que no me detenga. Todos los días le pido a la vida, y a Dios, que me den un poquito de fuerza para desempeñar las diferentes labores. Me siento feliz de que la gente me siga, de ser líder en una comunidad, y que todo el mundo cuente conmigo para diversas tareas.
“Lo que hago es también por mi hijo. Nos corresponde a los padres, y a la familia, transmitirles valores a nuestros hijos. Hay veces que él necesita de mí, y tengo que escoger entre una actividad de la federación o del trabajo. Es difícil, pero se logra. No espero que piense y actúe igual que yo, porque son nuevas generaciones y piensan diferente. Sí quisiera que tomara los valores positivos que hay en mí, los que heredé de mis padres”, subraya la fémina de 51 años de edad.
En este empeño Leidy tiene un camino adelantado. Cuando se levanta mucho más temprano que de costumbre para dejar listos los quehaceres domésticos y cumplir con sus encargos laborales, Darío, su pequeño, reconoce que tiene el mejor ejemplo en casa. Sin proponérselo, Leidy es una mujer empoderada.
“He estudiado lo que he querido, me he desarrollado plenamente, y he alcanzado todo lo que me he propuesto en la vida”, resalta Leidy con la seguridad de quien ha ensanchado su horizonte gracias a las oportunidades de este país, y a su voluntad de ser cada día mejor.
Quizás por ello no se desprende de sus raíces, y en cada labor cotidiana está Iguará, ese pedazo de tierra por el cual hace hasta lo imposible. “Iguará para mí lo es todo. Lo defiendo dondequiera que vaya, como comunidad, como ese pedacito que uno tiene dentro y que no puedes soltar”, confiesa.
Gracias a ese ímpetu de entregarse en cuerpo y alma a todo lo que hace, Leidy Luis Medina ha merecido no pocos lauros. El Sello Bachiller y Morales, la más alta distinción que otorga la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI), las medallas Piti Fajardo por la Salud y la 23 de agosto, reconocimientos por su contribución a la actividad innovadora en el sistema de la Salud en el municipio, entre otras distinciones, avalan la trayectoria de una mujer que no ha hecho otra cosa que aportar.
Tanto es así que resultó la única espirituana en recibir recientemente la Orden Ana Betancourt, galardón que otorga la FMC en el país a mujeres que aman y fundan en el impostergable propósito de servir a la Patria.
“Esta distinción me tomó por sorpresa porque no trabajo para cargos ni para reconocimientos. No obstante, el hecho de que se le reconozca a uno su labor, emociona y compromete a trabajar más. Pienso que cada mujer debería vivir este momento porque es una experiencia única. Sin dudas, esta condecoración me sirve de acicate para seguir trabajando no solo en la organización, sino en todos los sectores de la sociedad”, concluye la fémina.
Con este lauro entre sus manos, Leidy Luis Medina seguirá siendo la mujer sencilla y humilde que recorre de una punta a otra el poblado de Iguará, para convocar a una asamblea, preparar un festejo, o extender su mano a quien la necesita. Nada cambiará para ella. Sus días seguirán siendo ajetreados, pero con tiempo para sus responsabilidades y su familia, ese rincón apretado que estimula sus sueños.
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