Que el doctor Pedro García Alfonso pidiese antes de morir que se depositaran sus cenizas en la ceiba sembrada por él décadas atrás a la entrada del Hospital Provincial Camilo Cienfuegos resume una vida de trabajo consagrada a la medicina y al pueblo.
Especialista de segundo grado en Cirugía y profesor titular consultante, fue el primer director de esa institución y permaneció a su cargo durante 13 años consecutivos, de lo cual siempre se sintió orgulloso; sin embargo, dada su naturalidad, no le gustaba presumir de ello.
“El Camilo Cienfuegos fue su vida, aunque si pusiéramos en una balanza la familia y el hospital, esta no se inclinaría porque ambos significaban lo mismo para él”, confiesa a Escambray Lilian Álvarez Valdés, quien estuvo casada durante casi 52 años con este excepcional galeno.
“Pedro fue el mejor esposo del mundo. Siempre muy humilde y muy espirituano. Él adoraba al pueblo. Yo soy de Santa Clara, pero él prefirió venir para acá”, agrega.
A puro coraje, Lilian traga las lágrimas que afloran en un rostro tamizado por una separación impuesta por la muerte y cuenta que cada 31 de diciembre ambos venían para el hospital y no se marchaban hasta después de las 12 campanadas: “Luego nos íbamos para la casa y celebrábamos con la familia, pero primero aquí”.
Así era este médico universal a quien le desvelaba, incluso, que al cartel lumínico de la entrada le faltase una bombilla. Llegaba al otro día y de inmediato indicaba su arreglo, revela Lilian.
“El hospital se lo conocía de memoria. Lo mismo se aparecería en el cuerpo de guardia a las tres de la madrugada que a las cinco. Pero el verdadero orgullo de su vida era el haber conocido a Fidel. Imagina que Pedro salía para México a impartir un curso y cuando le dijeron que el Comandante venía a la inauguración del Camilo Cienfuegos, en 1986, renunció al viaje y se quedó para recibirlo”.
Cuando este martes 28 de noviembre decenas de médicos, enfermeros y pueblo en general rindieron tributo a Pedro García Alfonso mientras se esparcían sus cenizas, la solemnidad del momento agigantó la figura de un hombre que soñó un mundo mejor e hizo todo cuanto estaba a su alcance para salvar vidas y almas.
Tal vez por ello, el también doctor Berto Conde Fernández, quien fungió como vicedirector docente al fundarse el primer consejo de dirección del Hospital Camilo Cienfuegos, lo recuerda como una persona extremadamente humilde que nunca dejó de atender a los necesitados.
“La consulta de Pedro empezaba a las ocho de la mañana y no tenía fin porque él fue una persona de pueblo que nunca olvidó sus orígenes. Fue incondicional con cada célula de su cuerpo y entregado a las tareas que asumía; además de ser muy competente, alegre y jovial. Jamás lo voy a olvidar”.
Aunque en los últimos años de su vida el Alzheimer le arrancaba los recuerdos a jirones, el doctor Pedro jamás perdió su esencia y siempre volvía, una y otra vez, al mes de julio de 1986 cuando, ante una pregunta de Fidel, tuvo que calcular la cantidad de rasillas colocadas en el techo del hospital.
Así de imprescindible se le antoja este galeno a Yaneisy Valdés Gutiérrez, subdirectora del Camilo Cienfuegos: “Se trata de una dura pérdida para este centro, pero también es una pérdida para los espirituanos porque él fue un símbolo del pueblo. La pérdida física es dolorosa, pero su ejemplo pasa a la inmortalidad para inspirar la formación de los nuevos galenos”.
“Él tenía un gran prestigio como cirujano general y llegó a ser, incluso, profesor titular. Siempre estuvo muy entregado a la docencia y poseía un alto sentido de la responsabilidad hacia el hospital que fundó”, concluyó.
Desde Jamaica donde me encuentro actualmente pude conocer a través del periódico Escambray la triste noticia de la desaparición física del Dr. Pedro. Para quienes lo conocimos, era un hombre y un profesional extraordinario. Dedicó toda su vida a la hermosa profesión de salvar vidas. Fue un excelente maestro dejando huellas en todos sus alumnos. Nuestro más sentido pésame para su familia, compañeros de trabajo y amigos. Yo tuve la dicha de conocerlo pues durante 17 añostrabajé como profesor de inglés en la Universidad Médica de Sancti Spíritus.
De verdad y de corazón, es indescriptible el dolor que sentimos junto a su familia, amigos y compañeros de trabajo por la desaparición física de Pedrito como director, medico, compañero, amigo y en general como extraordinario ser humano.
Descansa en paz entrañable amigo con la certeza de que, donde quieras que estés, nunca te vamos a olvidar, porque tu estatura de persona excepcional y tu indiscutible ejemplaridad te hizo acreedor de pasar inexorablemente a la inmortalidad.
De verdad y de corazón, es indescriptible el dolor que sentimos junto a su familia, amigos y compañeros de trabajo por la desaparición física de Pedrito como director, medico, compañero, amigo y en general como extraordinario ser humano.
Descansa en paz entrañable amigo con la certeza de que, donde quieras que estés, nunca te vamos a olvidar, porque tu estatura de persona excepcional y tu indiscutible ejemplaridad te hizo acreedor de pasar inexorablemente a la inmortal.
Mis más sentido pésame para sus familia
Precioso recuento sobre un hombre excepcional que debe de ser motivo de orgullo para el pueblo de Sancti Spíritus. Gracias, Yosdany.