Gente afable y laboriosa abunda en la comunidad de Santiago Escobar, a unos 7 kilómetros de Trinidad. El cultivo del algodón y la caña de azúcar se extendió por esas tierras décadas atrás, pero fue el mango el que finalmente impuso su reinado y hoy constituye el sustento económico para la mayoría de las familias residentes en el poblado, que aún saborea el pico de cosecha de la exquisita fruta tropical.
Hay quien mira con ojos de nostalgia el edificio que da la bienvenida y en el que más de una generación de trinitarios estudió el bachillerato. El antiguo instituto preuniversitario en el campo Renán Turiño se mantiene en pie, ahora como villa de alojamiento para las fuerzas constructoras vinculadas al desarrollo turístico de la ciudad y de la península de Ancón.
En el poblado todo luce floreciente. El consultorio médico, la bodega, la escuela primaria, las fachadas de las viviendas, el parque infantil y el de estar, el pequeño terreno de béisbol arrancado a la maleza… Cada detalle tiene como protagonistas a los vecinos, quienes se integraron al programa de transformación de barrios y comunidades, una idea defendida por la dirección del país y que se atempera a las realidades locales.
LA CASA DE TODOS
Silvio Marcos y Eslinda Santos echaron raíces en Santiago Escobar. Él —de pocas palabras— califica de muy buenos los trabajos acometidos en el asentamiento, mientras ella no escatima elogios para todos los que hicieron posible que las obras concluidas muestren un sello de calidad y la impronta del quehacer colectivo.
“El cambio es sustancial —sostiene esta mujer que fue muchos años delegada de la circunscripción y reconoce los aciertos del sistema de trabajo del mandato actual—. “Hay que involucrar a todos en la solución de los problemas. Soy de las primeras en dar el ejemplo. Nací el 13 de agosto, el mismo día del cumpleaños de Fidel. Tengo 70 años, pero conservo las fuerzas para defender la Revolución”.
Las labores ejecutadas en el poblado mejoraron la infraestructura de las instalaciones de servicios, entre las que figuran la bodega, ahora con más amplitud y confort, el consultorio médico y la escuela primaria Mario Muñoz, con todos sus locales reparados y lista para el inicio del curso escolar.
Reidel Castellón Santos, delegado de esta circunscripción, comentó que las cifras ejecutadas en la comunidad rondan los 8 millones de pesos provenientes del presupuesto local, lo que posibilitó acometer objetos de obra de gran impacto como el parquecito infantil, un anhelo de los niños y de los padres también, quienes disfrutan ver a sus hijos divertirse en estas jornadas estivales.
Otra de las propuestas más aplaudidas por los infantes resultan los juegos de pelota en el terreno de béisbol recuperado tras una dura faena de los vecinos y los profesores del Inder, entre ellos Carlos Castellano. “Es un lugar ideal para que crezca la unidad entre los niños, que se integren y la pasen bien”, aseguró mientras la alegría en el rostro de los pequeños peloteros Alejandro, Adrián, Álvaro y Eduardo no deja dudas de cuánta razón le asiste.
Desde Trinidad Lubia Gómez viaja diariamente hasta Santiago Escobar. La enfermera del consultorio de la familia conoce muy bien a la población residente. “Es muy educada en cuanto a la importancia de mantener la higiene en todo el entorno al tiempo que colabora con la realización del autofocal y de otras acciones sanitarias”, cuenta satisfecha por el bienestar que se respira en la comunidad.
El mismo recorrido de ida y vuelta lo hace Andrés López Niebla desde hace 23 años. El administrador de la bodega El modelo compara las condiciones del establecimiento antes del programa transformador y celebra las mejoras. “El techo estaba es muy mal estado, con una parte hundida y el local era pequeño. Ahora todo está más amplio, con un área de venta para los mandados, otra para productos de la agricultura y la del combustible, además del almacén. Esto vino como anillo al dedo para la comunidad”, sostiene.
TRANSFORMACIÓN CON ENFOQUE INTEGRADOR
Este programa —así fue concebido por la dirección del Estado cubano— se enfoca en dos direcciones fundamentales: de un lado, la recuperación de inmuebles y espacios en los escenarios locales; del otro, la atención a situaciones sociales de familias vulnerables que permita articular acciones para resolverlas o darles tratamiento.
Por ello, el delegado no le da la espalda a las dificultades y reclamos que le confían sus vecinos. “Son 119 familias —dice— y hay que tocar a la puerta de cada una de ellas para escuchar sus criterios, explicar, encontrar alternativas y lograr que también participen en la solución de los problemas”.
Al ser un asentamiento pequeño, los recursos se han repartido entre la mayoría, aunque los núcleos vulnerables recibieron prioridad. “Entre las acciones pendientes y con seguimiento está la asignación paulatina de materiales para eliminar pisos de tierra en 17 viviendas identificadas”, apunta Reidel.
Y cuando Escambray indaga por insatisfacciones, los vecinos mencionan los altos precios y las dificultades con el transporte, entre otros asuntos que tienen espacio en la agenda gubernamental. Lo confirma Misleidis Llorens, presidenta del Consejo Popular de Chanzoneta, en vínculo constante con la comunidad. “Conocemos las limitaciones económicas y en el orden subjetivo que nos afectan, pero el resultado más importante es la participación del pueblo”.
Por ello todos salieron a pintar las fachadas de las viviendas, a cortar la hierba que crece en primavera, a recoger los escombros y mantener bello el vecindario. “La comunidad se volcó a ayudar”, comenta Olga Lidia Santos. “Se ha visto el cambio total”, añade Yanet Alfonso.
El trabajo colectivo y la dedicación del delegado aseguran el bienestar en esta localidad trinitaria, que tiene entre sus objetivos económicos los almacenes de la Oficina del Conservador de la Ciudad, la villa de alojamiento de la Construcción, la UBPC Frank País, dedicada a la producción de mango, y la CCS José Mendoza, cuyos campesinos se vinculan a la ganadería, lo que garantiza empleo e ingresos para los habitantes del poblado.
La reanimación de Santiago Escobar, con sus otros dos asentamientos, Bar Niebla y la Quinta Borrell, mostró lo que puede lograrse con motivación y unidad, dos ingredientes esenciales para trasformar el entorno comunitario y hacer que todos se sientan responsables del cambio.
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