Se dice que Camaján fue antiguo poblamiento Congo en Yaguajay, después vinieron viviendas aisladas y la zona se fue poblando. En un recodo nació lo que fue primero un taller de combinadas, después una pollera y locales de autoconsumo del central Narcisa. Con el tiempo quedaron rodeadas de malezas cinco naves en ruinas, desarmadas por el abandono y el paso del tiempo que sirvieron con los años de refugio a familias con necesidades de una cobija, hasta convertirse en un caserío insalubre con las mínimas condiciones de habitabilidad, ubicado dentro del Consejo Popular de Obdulio Morales, limítrofe con la localidad de Narcisa, a 2 kilómetros de la cabecera municipal.
Esos inicios los recuerda muy bien Marta María Rodríguez, una de las primeras en llegar al barrio hace unos 12 años con su hijo enfermo con la imperiosa necesidad de cambiar de aires por sus patologías.
“Esto estaba crítico, las casitas estaban en tan malas condiciones que las parapetábamos con zinc, cartón o cualquier cosa que se encontrara. La mía, que estaba aislada de las demás, era un antiguo taller de combustible y cuando pasó el huracán Irma lo tumbó casi todo, nos guarecíamos como se pudiera y a decir verdad vivíamos silvestres hasta que un buen día por fin llegaron los constructores.
“Había que desalojar las casas, pero aquí mismo yo hice un ranchito y me quedé porque quería ver cómo se fabricaba mi casa”.
LA METAMORFOSIS DE CAMAJÁN
Más que una adaptación de locales, detalla el ingeniero Juan García Núñez, al frente de la zona Norte del Micons en Yaguajay donde labora la Brigada No. 1, casi todas esas naves hubo que demolerlas porque eran locales invadidos e ilegales, de manera que se adaptaron las tres primeras naves y se hizo otra desde cero.
“Fue complicado. Aquí no había techos ni pisos, y las paredes eran pedazos de bloques o ladrillos puestos de alguna manera. Comenzamos los trabajos respetando el área que ocupaba cada quien, pero hubo que demoler casi todo para transformar cinco naves en viviendas confortables. En la base del tanque de agua había una casa y arriba, otra, de modo que hubo que hacer demoliciones de muro y paneles, asegurar estructuras porque había muchas partes inundadas por el manto freático”, explica García Núñez.
Lo mejor, aseguran constructores y beneficiados, es que, en medio de una pandemia, limitaciones de recursos y frenos de todo tipo, al barrio cambió para bien y aunque restan detalles como terminar el tanque de residuales y sus redes, a Yaguajay le nació otra comunidad con todas las de la ley.
HABITABILIDAD PARA LOCALES EN DESUSO
Durante los últimos dos años, en Sancti Spíritus se han entregado más de un centenar de inmuebles gracias a la adaptación de locales en desuso, una modalidad con la cual se intenta paliar el déficit de recursos como el acero y el cemento y que tiene como abanderada las fuerzas del Micons.
“Solamente este año se han concluido más de una veintena de inmuebles en los diferentes municipios, con mayor énfasis en la comunidad que se construye en Palma, un asentamiento que debe estar terminado en diciembre. Allí se entregarán más de 40 inmuebles que deben beneficiar a cerca de 200 personas, fundamentalmente madres con más de tres hijos y familias en situación de vulnerabilidad”, asegura Rislander Torres, al frente de la Empresa de Construcción y Montaje Sancti Spíritus (ECMSS).
Desde otro de los emplazamientos importantes donde verán la luz nuevas viviendas se encuentra en la localidad de Guayos. Desde allí Yuleika Pérez Bernal, especialista del programa de la Vivienda por ECMSS, afirma que esta experiencia en el municipio se ha focalizado sobre todo en el Consejo Popular de Guayos, donde han sido sometidos a este proceso cuatro locales que sumaron 22 inmuebles.
“Lo más difícil fue que asumimos la construcción con los propietarios viviendo dentro de los locales donde hubo que instalar completamente nuevas todas las redes hidráulicas y sanitarias. Fue un trabajo duro y de conjunto donde los mismos propietarios se incorporaron a la construcción de sus casas que eran ilegítimas y luego pasaron por un proceso de legalización.
Aun cuando las cifras se quedan cortas y el problema de la vivienda continúa entre los dilemas que enfrentan las familias cubanas, se buscan alternativas y diferentes tipologías que más allá de las polémicas y las inconformidades han demostrado que sí se pueden lograr edificaciones con calidad, como asegura Marta, la vecina de Camaján.
“El que lo dude que venga a ver estas viejas naves. Hoy me siento súper orgullosa. La brigada de construcción logró maravillas en este cuartucho. Lo que me hicieron a mí fue un palacio con dos cuartos, un buen baño y una linda meseta. Me siento feliz. ¡Ah! y hace seis meses estoy pagando mi casa, valorada solo en 20 000 pesos en moneda nacional”.
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