Entre el desuso y la escombrera, el área del gimnasio biosaludable del Camino de La Habana, en la ciudad de Sancti Spíritus, perdió el sentido de su nombre para convertirse, incluso, en basurero, parqueo de carros y todo cuanto se perdiera en aquellos contornos.
Pero la imagen comenzó a cambiar cuando la familia deportiva del Inder del municipio espirituano le entró por los ojos al herbazal y multiplicó la concepción original.
“Gracias a un trabajador por cuenta propia, se recuperaron las mismas piezas del biosaludable, se soldaron y se pintaron —explica Dielvis Valdivia, subdirector del Inder en el municipio—. Los trabajadores fueron la mano de obra de todo cuanto se hizo, tuvimos que rebajar la tierra, rellenar, pusimos lozas hexagonales y luego el área se habilitó con una cancha rústica de voleibol y un terreno del mismo tipo de fútbol, e incluso se puede practicar tenis de campo, delimitamos con piedras y jardines”.
La recuperación de instalaciones deportivas ha sido el plato fuerte de la Dirección Municipal de Deportes en Sancti Spíritus en los últimos meses y es, a su vez, una de las principales razones por las que obtuvo la sede de las actividades centrales por el aniversario 62 del Inder.
La llama inicial, incluso en tiempos de covid, se encendió en el conocido terreno de Agramonte. Y pasó también por el estadio Victoria de Girón. “Lo de Agramonte nos obligó a buscar más profesores, porque de un terreno pasó a ser un complejo donde se practica fútbol, voleibol, softball, béisbol y existe una academia de ajedrez —explica Jorge Luis Morell, director del Inder en el municipio—, ese concepto lo aplicamos en el Camino de La Habana y hoy son cientos las personas que pasan por allí, sobre todo por la tarde”.
Otro de los sitios emblemáticos que respiran diferente es el terreno Máximo Gómez, en el Reparto Escribano, que por años se pasó de castaño oscuro, convertido hasta en establo de caballos. Allí se hizo una reparación capital, incluidas las cercas, los dogouts, el backstop y el propio terreno. “Quisimos llevarlo a su concepción original —alega Morell— y por eso le pusimos el Terrenito de Pablo Cepeda, en justo regalo a quien, además de su hijo Frederich, formó a buena parte de los más reconocidos peloteros del territorio en la última etapa. También hemos rescatado el gimnasio de Garaita, que fue un regalo del Comandante en Jefe y hoy es una joya”.
Otras instalaciones han visto rejuvenecer su estructura, como el colchón de Jaramillo cuyos exteriores fueron pintados, la cancha de la escuela primaria Julio Antonio Mella en su parte inicial, una cancha de fútbol en lo que antes fue un estercolero en el Reparto 26 de Julio.
Para el año en curso, otros centros deben sentir el impacto de la reparación: “Nos va quedando el Cuartel Viejo, en el Consejo Popular de Jesús María, donde radica un combinado deportivo —detalla Morell—, ya hemos hecho algunas acciones conjuntas con Patrimonio y se arreglaron los techos de las áreas de los colchones de judo y lucha. También la Sala Yara, que hemos reparado y pintado varias veces, incluso cambiamos el techo y ya no se moja, le cambiamos las luminarias, pero hoy el problema principal es el tabloncillo, porque por el tema de la madera es muy costoso”.
“Además se recupera el Gimnasio de Cultura Física Pedro Fermín Armas, en la calle Bayamo, donde el sueño grande es volver a recuperar la sauna que tenía y en la zona rural lo que más nos ocupa es rescatar el estadio de Guasimal, el de Paredes y el de Banao, o sea, ir hacia las comunidades rurales después de avanzar en la ciudad”.
Disponer de instalaciones resulta una garantía para los cerca de 157 130 practicantes sistemáticos del municipio distribuidos en 1 830 grupos de todos los segmentos etarios, desde niños pequeños hasta adultos mayores.
Una pregunta salta a la vista: En medio de restricciones de todo tipo, ¿de dónde han salido los recursos y el dinero?
“Lo hemos logrado, más que con dinero, con estrategias —responde sin titubeos Morell— y gracias al apoyo del Gobierno. A partir del presupuesto, lo que planificamos para un lugar y lo hemos hecho con los propios trabajadores, hemos ahorrado mucho dinero. En Agramonte, por ejemplo, nos ahorramos cerca de 355 000 pesos porque la mano de obra en gran medida la pusimos nosotros, hasta los profesores hicieron los movimientos de tierra a guataca, y ese dinero lo pusimos en el gimnasio de Garaita; cuando nos dieron el presupuesto para lo del Camino de La Habana, igual, y nos ahorramos por ese concepto unos 200 000 pesos que pusimos entonces en la Sala Yara, en el gimnasio que está frente al hospital, o sea, es llevar el dinero donde genere más impacto, porque crece la fuerza técnica y se incorpora más población”.
Y resalta una divisa esencial: “Tenemos muchas insatisfacciones, pero se ha trabajado mucho, y tengo que destacar lo que han hecho los jóvenes, que hoy son el 70 por ciento de la fuerza técnico-metodológica y en ese mismo por ciento tenemos los licenciados. Ellos dan continuidad al sentido de pertenencia con que labora la gente del Inder aquí”.
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