Rusia frente a la OTAN en Ucrania

Si evaluamos la cumbre de la OTAN recién clausurada en Vilna, capital de Lituania, por sus resultados finales, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la razón principal de su convocatoria por el “dueño del mundo” estuvo dirigida y lo logró, a comprometer a todos los socios de la agrupación belicista, de poner en manos del gobierno ucraniano lo más avanzado del armamento de las naciones que lo integran, en aras de profundizar el conflicto armado entre esta nación y Rusia.

 En el cónclave solo desentonó el criterio expresado por el primer ministro húngaro: “En vez de suministrar armas a Ucrania, debemos traer la paz”, porque en la jornada final de este miércoles se dio a conocer una declaración conjunta de los países del G7, integrado por Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia, Canadá, Alemania e Italia, que despeja cualquier incógnita.

 Sus líderes se comprometieron a brindar un apoyo militar duradero a Kiev y cito: “Cada uno de nosotros trabajará con Ucrania en compromisos y acuerdos de seguridad específicos, bilaterales y a largo plazo, para garantizar una fuerza sostenible capaz de defender a Ucrania ahora y disuadir la agresión rusa en el futuro”, y a renglón seguido puntualizaron: “La seguridad de Ucrania forma parte integral de la seguridad de la región euroatlántica”.

Pero lo más peligroso de la situación es que la OTAN se ha propuesto profundizar el conflicto armado, con el declarado objetivo de aniquilar la base económica y tecnológica militar de la potencia euroasiática, congelando todos los activos de Rusia en el exterior y una amplia gama de medidas que afecten su economía: “trabajar para que los costes para Moscú sigan aumentando”, a lo cual se suma a partir de ahora el “suministro de equipos militares modernos en los campos terrestre, aéreo y marítimo” a Ucrania, así como lo más avanzado de la misilística de largo alcance que poseen los países de la OTAN en sus arsenales.

Así, por ejemplo, las fuerzas armadas de Ucrania recibirán en lo adelante armas modernas capaces de llegar a Moscú, la capital rusa. Entre estas se cuenta el misil de lanzamiento aéreo Storm Shadow del Reino Unido, que tiene un alcance superior a los 500 kilómetros.  De igual forma, el gobierno francés declaró que suministrará a Kiev misiles de crucero Scalp de largo alcance. Por su parte, el gobierno norteamericano anunció que entregará a Ucrania los cazas F-16, que pueden portar armamento nuclear.

Todo estaba razonado y decidido de antemano, pues el otro gran aporte de esta cumbre de la OTAN fue la creación del Consejo OTAN-Ucrania, mecanismo que facilita la toma de decisiones conjuntas con inmediatez, y pone a Kiev en igualdad de condiciones con los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

 “Acabo de presidir la reunión inaugural del Consejo OTAN-Ucrania. A partir de ahora la OTAN y Ucrania se reunirán en el Consejo para discutir y decidir de igual a igual. Este es un paso significativo para acercar a Ucrania a la OTAN”, declaró el secretario general del bloque Jens Stoltemberg, y a seguidas sentenció: “Es extremadamente importante reconocer que las decisiones que hemos tomado todos los aliados son el mensaje más fuerte sobre Ucrania y la membresía que esta alianza jamás ha realizado, al declarar con claridad que Ucrania se convertirá en miembro, que el futuro de Ucrania está en la OTAN y también al decidir el camino adelante”.  

Como era de esperar, la cancillería rusa prometió “que los resultados de la cumbre de Vilna serán analizados cuidadosamente. Teniendo en cuenta los desafíos y amenazas identificados para la seguridad y los intereses de Rusia […] responderemos de manera oportuna y adecuada utilizando todos los medios y métodos a nuestra disposición”.

“El occidente colectivo, liderado por Estados Unidos, no está dispuesto a tolerar la formación de un mundo multipolar, pretende defender su hegemonía por todos los medios disponibles, incluidos los militares”. Igualmente: “Se ha vuelto a constatar la incapacidad de la alianza para adaptarse a la nueva situación geopolítica en el mundo y a las necesidades reales en materia de seguridad”, argumentó el Ministerio de Exteriores de Rusia.

Fuera del tema central de la confrontación militar Rusia-Ucrania y el posible ingreso de esta última nación a la alianza bélica, el resto del contenido de la cubre fue más de lo mismo: advertencias a China, a Irán en lo relativo a que esa nación no podrá hacerse del arma nuclear, y a Corea del Norte para que desista de sus ensayos y construcción de armas de exterminio en masa y, sobre todo, de los portadores de largo alcance para sus ojivas.

La respuesta del gobierno ruso tampoco deja margen a una inadecuada interpretación. La entrega de cazas F-16 a Ucrania será visto por Rusia como una amenaza en el ámbito nuclear. La Tercera Guerra Mundial está cada vez más cerca, advierte Rusia. El mundo hoy es multipolar, quiéralo o no el gendarme universal (Estados Unidos) y sus serviles gobernantes de la OTAN.

 Ya Rusia y China no son los países emergentes de décadas anteriores, son dos potencias económicas y militares, ambas con suficiente arsenal nuclear para garantizar que, si los enemigos de los pueblos se atreven a lanzar la primera piedra —léase armas de exterminio en masa—, no quede nadie para contarlo en ninguna de las naciones integrantes del nefasto bloque militar, incluidos los Estados Unidos, que recibirían su buena dosis.

O hay espacio para vivir todos con libertad y decoro, o terminaremos convertidos en cenizas. A esos extremos están llevando los Estados Unidos y la OTAN las relaciones actuales en el globo terráqueo y, mucho cuidado, porque en cualquier momento el globo puede reventar. Rusia está peleando hoy una guerra contra la OTAN en Ucrania; sin embargo, cuando Estados Unidos invadió a Iraq y Afganistan, por solo citar dos ejemplos recientes, ni Rusia ni China enviaron a los países invadidos armas modernas para que se defendieran. Cordura, mucha cordura, la vamos a necesitar todos los habitantes del planeta.