No hubo grandilocuencias en su elección. El simple hecho de poder curar a un paciente bastó para que Edelkys Valdés Enriquez se inclinara por la carrera de Medicina. Desde ese momento, cuando ni siquiera tenía conciencia de las particularidades de esta disciplina, advirtió que se adentraría en un mundo de extrema nobleza humana.
Mas, este joven tenía un camino adelantado. Sabía que la Medicina no solo se trataba del simple contacto físico, que siempre gratifica tanto, sino, que iba mucho más allá, a la manera de conectar y transmitir tranquilidad a quien llega a los médicos con una dolencia.
Con esos saberes aprehendidos de las prácticas cotidianas, este muchacho, oriundo de la comunidad yaguajayense de Mérida, entró a la Universidad de Ciencias Médicas (UCM) Faustino Pérez Hernández, de Sancti Spíritus. Allí, durante seis años, conoció a profundidad el funcionamiento del cuerpo humano.
Tanto es así que, al egresar de la universidad, dichos conocimientos lo acompañaron en cada consulta. Con bata blanca y estetoscopio en mano llegó recién graduado al poblado Los Ramones, perteneciente al Consejo Popular de Perea. Y cuando no pocos ponían el grito en el cielo por llegar a las comunidades de difícil acceso, Edelkys ni siquiera pensó en eso.
Durante el año en el que permaneció en este sitio se concentró en brindar una atención de calidad a los habitantes de la zona. Con esta experiencia comenzó a entender el trabajo de un consultorio del médico y la enfermera de la familia.
“En un consultorio se establece el primer encuentro entre médico y paciente, lo cual evita la aparición de diversas enfermedades mediante la promoción y prevención de salud”, apunta Valdés Enriquez.
Quizás por eso, en la comunidad La Dalia, perteneciente al Consejo Popular Venegas, sitio en el que labora hoy, Edelkys no le pierde el rastro a las principales patologías de su población. No es raro verlo en el consultorio, auscultando o indicando tratamiento para algunas enfermedades. Tampoco es inusual que toque a la puerta de los hogares para controlar los estados de salud de sus pacientes.
“Mi rutina de trabajo consiste en realizar consultas de seguimiento a los pacientes, según sus patologías. También priorizo las visitas de terreno a las viviendas, el seguimiento al Programa Materno Infantil (PAMI), y a otros programas que se llevan en el consultorio. Por tanto, en las mañanas realizo las consultas de morbilidad, y en las tardes, de conjunto con la enfermera, hago las visitas domiciliarias”, destaca el galeno de 34 años de edad.
Por esa suerte de hacer lo que más le apasiona, Edelkys conoce al dedillo los principales problemas de salud de sus habitantes. Sabe que la hipertensión arterial, el hábito de fumar, y el alcoholismo mellan hoy el bienestar físico de algunas personas de La Dalia. De modo que no escatima esfuerzos en el intento de frenar algunos de ellos.
Y aunque se enfrente a la falta de insumos médicos, debido al férreo bloqueo impuesto a la isla, y luche por cambiar algunos estilos de vida de los adultos mayores, este médico no se cansa. Con su mente y sus manos, todo es posible.
“El trabajo del consultorio me gusta, porque en la Atención Primaria de Salud, a través de la promoción y prevención de salud, evitamos que el paciente llegue a la atención secundaria. El paciente tiene su primer contacto en el consultorio”, agrega el joven.
Edelkys tiene 34 años y dentro de sus proyectos no incluye otra especialidad que no sea la Medicina General Integral (MGI). Ha preferido quedarse en el nivel primario de Salud. En su consultorio se ha probado a sí mismo, y se siente útil por tanta gratitud reflejada en los ojos y en los corazones de los seres humanos.
“Hasta ahora no he pensado en ninguna otra especialidad, pero si tuviera que escoger una, sería la Pediatría. Me siento bien trabajando en La Dalia. Aquí las personas son respetuosas, y he hecho muy buenas amistades”, confiesa Valdés Enriquez.
Con esa voluntad innata de hacer el bien, este joven transita el camino de la Medicina. Los habitantes de La Dalia, más que pacientes, son familia. Por ello, en su consultorio, ese lugar que sirve de refugio para tantas dolencias, este galeno siempre anda con una maraña de pensamientos en la cabeza.
Entre ese ir y venir de ideas siempre encuentra una solución para los problemas de salud de su gente. Y eso lo hace feliz. A la vuelta de los años, aquellos deseos incipientes de sanar perduran en Edelkys, el médico de La Dalia.
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