La Educación Técnica y Profesional (ETP) en Cuba está asociada, en gran medida, a la necesidad cada vez mayor de formar profesionales de nivel medio competentes: un trabajador productor como lo exigen la sociedad y su mercado laboral.
Sin embargo, en las condiciones actuales del desarrollo socioeconómico mundial resulta complejo, incluso para los sistemas de educación mejor respaldados económicamente, formar profesionales sin el concurso compartido de la escuela politécnica y de las entidades laborales.
La historia de la ETP en la nación se remonta a al 23 de diciembre de 1959, cuando, luego del triunfo de la Revolución y la nacionalización de la educación en la isla, se produjo un vuelco en este ramo.
A tenor de la Ley No. 680, se crearon escuelas, se repararon las que ya existían y, como resultado de esta labor, ya a finales de 1962 funcionaban en la nación 14 escuelas tecnológicas industriales, donde estudiaban más de 11 000 jóvenes.
Sin embargo, como recalcan algunas publicaciones de la época, no fue sino hasta 1990, con el inicio del período especial, que se produjo una verdadera toma de conciencia sobre el papel que la ETP cobraría para la nueva sociedad, matizada por las insuficiencias materiales que afectaron a las escuelas politécnicas.
Como efecto de la crisis, parte de las actividades prácticas comenzaron a realizarse en los escenarios productivos con la participación de los profesionales de las empresas como docentes (aulas anexas y prácticas laborales) y el tutor tradicional de la entidad laboral aumentó sus funciones formativas, siempre bajo la máxima de aprender haciendo.
EL PROYECTO PROFET
Acompañado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Cuba y financiado por la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (Cosude), el Proyecto Internacional Fortalecimiento del Proceso de Formación Profesional de los Jóvenes y Trabajadores de la ETP (Profet) apoya el perfeccionamiento de este nivel educativo en todas las provincias cubanas.
El proyecto se desarrolla en politécnicos seleccionados de todo el país en tres especialidades fundamentales: la construcción, los servicios y las especialidades agroindustriales y, en el caso de la provincia, se pone a prueba desde el 20 de junio del 2019 en el politécnico Raúl Ferrer, del municipio de Yaguajay.
“Este politécnico se benefició por la parte de las especialidades agropecuarias”, comentó el jefe de Departamento Provincial de la ETP, Maikel Enrique Navarro.
Gracias a esta cooperación, el Raúl Ferrer cuenta con una clínica veterinaria con implementos quirúrgicos, el equipamiento para un laboratorio de suelos, minindustria, herrería, módulos agropecuarios, una pizarra inteligente y tecnología para un laboratorio de informática con 25 computadoras, tabletas y memorias, en tanto se han rescatado áreas para la cría ovino-caprina, avícola, cunícula y porcina.
En estos momentos se trabaja en el montaje del laboratorio de suelos y del laboratorio agrícola, una inversión que se realiza en la escuela en función de la producción de fertilizantes y la consecuente dinamización de los cultivos.
“También se requiere de la intervención de los gobiernos locales a partir del presupuesto asignado para el equipamiento o la remodelación de los espacios donde se colocará este equipamiento de punta”, puntualiza Enrique Navarro.
En lo que se espera la llegada del equipo necesario, Profet se encuentra a las puertas de un segundo proyecto en la provincia, en politécnico José Mendoza, de Trinidad, donde se prevé emplear la capacidad del polo para potenciar los servicios gastronómicos, el alojamiento hotelero y la elaboración de alimentos.
LA ETP SE PROYECTA
Una de las ideas innovadoras de Profet en Sancti Spíritus reside en implementar una cadena de valor curricular mediante la creación de una red de politécnicos, es decir, que formación y producción puedan encadenarse en función de generar ingresos a partir de sus potencialidades.
“Y, unido a ello, nuestra principal prioridad durante este curso es lograr una estrategia que, desde el proceso formativo, conciba la vinculación de nuestros y sus especialidades con actores económicos (CCS, UBPC, cuentapropistas) y no solo permita, como hasta ahora, el desarrollo de habilidades profesionales”, enfatizó el directivo.
Esta nueva variante respondería a los intereses del Estado cubano de dotar a la educación cubana de nuevas formas o facilidades para generar ingresos y contribuir a la sostenibilidad económica del sector. Los depósitos estarían en función de la reparación y el mantenimiento de los centros politécnicos, además de la compra de materias primas, equipos y recursos tecnológicos que tributen a la digitalización.
“Fomentar estos vínculos permite el intercambio de experiencias entre agencias y agentes, las cuales ayudan al logro del objetivo central del proyecto, que es fortalecer la formación de los jóvenes y trabajadores que se preparan como obreros calificados y técnicos de nivel medio en nuestras carreras agropecuarias”, sentenció Yaneisy León Concepción, quien fungió anteriormente como jefa de la ETP en el territorio.
Otra de estas ideas reside en una estrategia de género que se aplica en el politécnico José Mendoza. Desde la dirección de la enseñanza en la provincia se plantea un aumento de la presencia femenina en aquellas matrículas que no son demandadas por ellas, además de fomentar la participación de estudiantes con discapacidades físicas que no impidan ser partícipes de las labores técnicas.
Si bien este proyecto pretende ampliarse en la red de centros de la ETP, fortaleciendo sus potencialidades en todo el país y logrando el encadenamiento productivo entre centros politécnicos, con el propósito de que dichas instituciones se conviertan en espacios de producción y formación, por el momento tiene sus ojos en la tercera villa, que posee un polo turístico en avance y con necesidad de fuerza de trabajo apta para cortos y medianos plazos. “Este plantel cuenta con un claustro calificado para asumir la implementación del programa, el cual será apoyado por los organismos y entidades enclavadas en el propio territorio”, insistió la especialista.
Sin dudas, este proyecto resulta una valiosa ayuda para un país subdesarrollado insertado en un mundo donde el trabajo cada día requiere mayor innovación, mayor acceso a las tecnologías y un estrecho vínculo entre el sector laboral y educacional. De Profet se esperan las mejores experiencias, las mejores prácticas y los mejores resultados dentro de la educación técnica.
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