Además de su belleza y linaje, la seda es un material resistente y con aplicaciones en la medicina, la cosmética y la artesanía. Promover el uso de esta fibra natural en la industria textil y en labores manuales resulta una de las líneas del Proyecto Adelante, promovido por la Unión Europea y del cual Cuba forma parte junto a otras naciones de América Latina.
En casi siete años de cooperación se ha entretejido una ruta de la seda cubana, que tiene como punto de partida la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, adscripta a la Universidad de Matanzas, e incluye en este recorrido a la ciudad de Trinidad.
Entre las primeras iniciativas del proyecto estuvo la creación de un grupo de sericultura, el cual se dedica a la cría de los gusanos y la obtención de los diferentes renglones que resultan de ese proceso, como los hilos y capullos que destacan por su brillo y suavidad.
Estos productos son utilizados por creadores de La Habana, Trinidad, Matanzas y Ciego de Ávila para realizar confecciones de tejido y bisutería a partir de la seda, una maravilla de la naturaleza muy apreciada a nivel internacional, aunque aún no reconocida totalmente en la isla.
Precisamente la sureña urbe acogió la realización de un taller, como cierre de las actividades del proyecto de la Unión Europea, organizado por este grupo de sericultura y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial de Argentina, entidad coordinadora de la iniciativa que apuesta por extender el uso del material, a partir de la crianza del gusano y el cultivo del árbol de morera, del cual se alimenta, de manera que pueda producirse en escenarios locales.
Al frente de la capacitación estuvieron las académicas argentinas Araceli Deregibus y Karen Sander, quienes compartieron en predios trinitarios una metodología del diseño para aplicar al producto artesanal, así como mostrar todas las bondades de la fibra de seda que ya se produce con sello matancero.
Lo que se necesita son requisitos naturales —comenta Araceli—. El clima tiene que ser favorable para el desarrollo de la plantación de morera (Morus alba, originaria de Asia occidental y perteneciente a la familia de las Moráceas) y Cuba tiene muy buenas condiciones para ampliar la actividad de sericultura, la cual tiene aplicaciones desde la medicina hasta productos para el hogar y la industria textil.
Y aunque el taller abordó temáticas vinculadas al diseño y acabado de confecciones y bisutería, también se profundizó en todo el proceso de preparación del material, desde que se obtiene el capullo, o el hilado mediante diferentes técnicas textiles, hasta la confección de accesorios y joyerías de mucha calidad. “Es sustentable, justo lo que busca la industria de la moda”, sostiene Karen.
Cada vez son más los creadores que utilizan este hilo para elaborar tejidos con todas las técnicas, ya sea croché, bolillo y Tenerife, entre otras manualidades. “Por estos días he visto un producto de mucha elegancia, de un valor extraordinario por la cultura milenaria asociada a la seda”.
La artesana Mery Viciedo fue una de las primeras artistas en Trinidad en utilizar este material para confeccionar sus trabajos de randa y bordado con un nivel de preciosismo que la hizo merecedora de uno de los premios del concurso nacional ArteSeda convocado por este grupo de sericultura, que apuesta por impulsar la presencia de producciones asociadas a esta disciplina en el mercado nacional.
Con propósitos similares reunió a un grupo de artesanas locales e invitadas de otras provincias para promover el uso de un material que llega hasta nuestros días renovado, mientras conserva lo curioso de este proceso y muestra las potencialidades de una práctica milenaria.
También su zona 59 es la más afectada en cuanto a los apagones. Es necesario reevaluar los circuitos existentes y pasar a un fase más coherente de trabajo de todos ellos no recargando los mismos en su zona patrimonio cultural de la humanidad.