Victoria tenía manos de oro (+fotos)

La única mujer que aparece en la selecta lista de los seis fundadores de la Biotecnología en Cuba se consideraba espirituana. Escambray se acerca a la increíble historia de la doctora Victoria Ramírez Albajés por su excepcional dedicación a la ciencia

sancti spiritus, cigb, biotecnologia, bioquimica
Junto a su compañero de toda una vida, el Dr. González Griego. (Fotos: Cortesía familiar).

Quizás instintivamente ella mirara el reloj. Eran las diez de la mañana y había permanecido justo 26 horas de pie frente a los equipos del laboratorio desde que iniciaron el experimento el día anterior. Estaba exhausta, pero feliz. Afuera transcurría la primavera de 1981 y la vida en La Habana caminaba ajena al milagro que se engendraba dentro de aquellas cuatro paredes. 

“Ese día Victoria amaneció con los pies inflamados y edemas en los tobillos, pero estuvo a la par de los otros compañeros, todo ese tiempo. Esa fue la primera vez que se hizo el proceso biológico para lograr la purificación del Interferón, el primer producto de la Biotecnología cubana. Empezaron sobre las ocho y cuarto de un día y terminaron a las diez de la mañana del otro, sin descansar ni un minuto”, contó en exclusiva el doctor Manuel Limonta, renombrado científico y uno de los seis fundadores de esta ciencia en Cuba.

Los seis científicos que fundaron la Biotecnología en Cuba.

En esa selecta lista de precursores aparece un solo nombre de mujer: la doctora Victoria Ramírez Albajés, quien —aunque no nació aquí— permaneció una parte importante de su vida en esta provincia, donde estudió, ejerció la Medicina y fundó una familia antes de trasladarse hacia La Habana para formar parte del embrión del actual Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB).

UNA MUJER FUERA DE SERIE  

Las fotografías de juventud devuelven aquel rostro hermoso, de pelo oscuro y ondeado, con ojos medio melancólicos, medio soñadores. Y el pasar de los años que le cambiaron no solo el color del cabello, sino también la delgadez esbelta por algunas libras de más, sobre una inevitable silla de ruedas. 

“Victoria nació en Rodas, Cienfuegos, en 1943, pero fue bien pequeña para Sancti Spíritus porque su familia paterna era de ahí. Ella se reconocía espirituana. Primero vivió en la calle Independencia y, después, en Raimundo. Estudió Medicina en el curso 1962, en La Habana y ahí es donde la conozco”, recuerda nostálgico su esposo de toda la vida y también médico Antonio González Griego.

Fidel en un intercambio con el finlandés Kari Cantell y otros investigadores después de inaugurar el CIGB. La Dra. Victoria aparece sentada a la derecha.

Ya graduados y casados comenzaron a trabajar en Las Tunas durante un año en que ella se dedicó a la Pediatría, que le encantaba —como a su padre, el afamado doctor César Ramírez—, y salió embarazada de la segunda hija, realidad que los obligó a buscar el apoyo familiar en Sancti Spíritus y a trabajar en Siguaney.  

Al poco tiempo, la pareja decidió mudarse para La Habana con la intención de hacer una especialidad médica, pero por su formidable expediente le pidieron que se incorporara al Centro Nacional de Investigaciones Científicas, un verdadero reto para ellos que se vieron obligados a estudiar Matemática, Física, Química, Estadística.

“Le cogimos miedo, pero por disciplina, con tal de cumplir fuimos para allí. Fidel quería con los mejores expedientes de los cursos formar un núcleo para la investigación. Ella se hizo especialista en Bioquímica Clínica y yo en Fisiología y Fisiopatología”, cuenta con lujo de detalles pese a su ya avanzada edad el Dr. González Griego.  

Ya anciana, junto a algunos familiares en La Habana.

Cuando terminaron la especialidad, Victoria comenzó a trabajar como directora del área de laboratorio en una clínica del Ministerio del Interior, donde coincidió con el doctor Limonta —después nombrado primer director del CIGB—, que a la sazón era hematólogo y atendía medios diagnósticos allí.

Se estrenaba la década de los 80 y Fidel, con su instinto visionario, había sostenido en La Habana una entrevista con un on­cólogo norteamericano para interesarse por el empleo del Interferón, producto obtenido de la sangre humana, prácticamente desconocido entonces, pero ya con potenciales efectos antivirales y antitumorales.

El profesor Randolph Lee Clark, que era el director del hospital Anderson, le propuso que le mandara a una persona allá para que se familiarizara con el tema. Años después, durante la inauguración del CIGB en La Habana, a mediados de 1986, el Comandante en Jefe rememoró aquel encuentro con su típico sentido del humor.

Acompañada por uno de los investigadores del Interferón en el Hospital Anderson.

 “Pidió que le enviáramos un médico, para que conociera las investigaciones que se hacían. Yo por precaución envié dos, porque en el Derecho, lo que abunda no daña”. Gracias a esa visita se hizo contacto con el doctor Kari Cantell —eminente investigador finlandés en cuyos laboratorios se obtuvo el Interferón por primera vez, en 1972—, y se envió allá a seis investigadores.

El primer director del CIGB recuerda que Fidel lo citó para una entrevista y después le informaron que viajaría a Estados Unidos a familiarizarse con el tema, idea que lo hizo sentir “extraordinariamente feliz”, más cuando unos días antes de la partida supo que su compañera de trabajo, la doctora Victoria Ramírez, viajaría con él para así tener con quién intercambiar.

¿Por qué la escogieron a ella para ese viaje exploratorio y estratégico a Estados Unidos?

“Me imagino que la escogen porque era médica y bioquímica, conocía de Bioquímica, que tiene que ver con el Interferón; porque podía hacer esos estudios y tenía capacidad suficiente para entender el problema. En los Estados Unidos realizamos un trabajo muy interesante y de profundo aprendizaje. Aprovechamos al máximo esa estancia, nos preparamos, interactuamos con pacientes y médicos. Ella era una persona muy dedicada, inteligente, trabajadora, esforzada, siempre con una actitud excepcional, muy consagrada”.

Junto al Dr. Limonta, en un helicóptero durante su estancia inicial en Estados Unidos.

CIENCIA POR EL HUECO DE UNA AGUJA

Victoria Ramírez Albajés jamás dijo no puedo. A su regreso de Norteamérica viajó a Finlandia con otros cinco colegas para aprender a hacer el Interferón. De vuelta a La Habana se entregó en cuerpo y alma al sueño fundacional de la Biotecnología, en el pequeño laboratorio ubicado en una casa de protocolo del reparto Atabey.

Y el 28 de mayo de 1981 lograron producir a partir de glóbulos blancos el primer Interferón cubano, en menos de 45 días —el menor tiempo en que se obtenía el producto en el planeta—, hecho considerado una verdadera proeza científica, insólita para una pequeña isla del tercer mundo.

“Ella no aceptaba ningún tipo de preferencia por ser mujer, si había que dormir poco, dormía poco; si había que trabajar mucho lo hacía. Recuerdo que nos habilitaron otra casa frente al laboratorio para poder dormir, comer. A veces terminábamos tan cansados que preferíamos quedarnos allí”, recuerda el doctor Limonta.

Y agrega una anécdota ilustrativa del temperamento de esta mujer: “Allí había una escalera, un día bajando se cayó y se fracturó el coxis (parte más baja de la columna vertebral). La llevamos al ortopédico, era doloroso y le indicaron reposo, pero no lo aceptó y ese mismo día sencillamente se quedó trabajando”.

¿Cómo valora los aportes de la Dra. Ramírez Albajés a la Biotecnología en Cuba?

“Fueron aportes extraordinarios, decisivos. Era una mujer de mucho carácter, de mucha sensibilidad, dispuesta siempre a ayudar a sus compañeros, que entregó toda su vida a esto. A veces tuvimos preocupaciones por su poco tiempo para atender a la familia, tenía tres hijos y, cuando uno analiza bien, pienso que en la casa tienen que haber sufrido un poco su consagración al trabajo”.

Sin embargo, en la extensa entrevista con su esposo durante 54 años no se traslucen rencores ni ausencias, sino veneración amorosa. Victoria falleció en el 2019 debido a una rara enfermedad del sistema neurológico, que la obligó primero a utilizar bastón y, después, silla de ruedas. Él conserva sus cenizas en un búcaro, como parte de un pacto matrimonial, a la espera de volver a reunirse. 

Durante una celebración familiar con seres queridos.

¿Cómo ella compaginaba un trabajo tan intenso con sus deberes familiares?

“Tuvimos tres hijos. Era muy buena madre, nunca hizo mal embarazo, tuvo buena lactancia. No podía decir que no a una solicitud de Fidel. Se mantuvo vinculada a la Biotecnología la vida entera, con horarios increíbles, hasta las madrugadas a veces. Y les habían pedido una discreción total, cuando estaban haciendo el Interferón yo no lo sabía y nunca lo pregunté para no ser indiscreto.

“Mis dos hijas se hicieron doctoras y el varón quiso empezar a trabajar. Me encargué siempre de ellos y lo hice con mucho gusto con tal de que Victoria se desarrollara. Los méritos eran suyos, yo solo la ayudaba. Tuvimos una vida laboral muy intensa, viajamos bastante. Investigábamos, hacíamos docencia y asistencia médica. Y cuando enfermó, me jubilé para atenderla”.   

Pero antes, recorrieron juntos varios países de América Latina para introducir, registrar y comercializar allí no solo el Interferón, sino también la vacuna contra la hepatitis B: “A fines de la década del 80, cuando Cuba no tenía historia ni prestigio como país investigador, ella debía encargarse de abrir el camino para poder registrar esos productos allá, donde competían con los de países desarrollados.

“Ninguna de estas naciones de la región —ni Perú, Colombia, Brasil, ni muchas otras donde hicimos estos trabajos— tenían orientación socialista y había que buscar la manera de demostrar que estos productos eran buenos. Ese fue su gran aporte. Nos ayudó haber trabajado antes como médicos. Victoria tenía manos de oro, atendía casos complicados, cuando hacía un diagnóstico no se equivocaba, eso los impactaba, se ganaba su confianza”.

Conpersonalidad reservada y una fortaleza increíble, jamás se quejaba de cansancio o sueño. Incluso, ya jubilada por su enfermedad, empezó a trabajar voluntariamente con su esposo en la Escuela de Medicina, donde hizo dos categorías docentes y compartían la consulta de Inmunología.

La pareja de Victoria y Antonio durante sus años de juventud.

Y en una época de tanto machismo, ¿cómo un hombre aceptaba estar casado y trabajar con una mujer como Victoria, que siempre llevaba la voz cantante?

“Para mí fue muy fácil porque yo siempre vi en ella a una mujer superior, muy abnegada. La quise mucho, por algo estuvimos juntos la vida entera. No fue ningún sacrificio. Era una persona noble, cariñosa. Entonces yo había encontrado lo mejor de la vida. De las mujeres que conocí era la mejor”.  

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

5 comentarios

  1. Una historia muy bonita…, para hacer una telenovela….

  2. Hermoso y muy bien merecido homenaje a una gran mujer espirituana y cubana….. CIENTIFICA, MEDICO Y MADRE.
    Muchisimas gracias por este trabajo que considero muy necesario para conocer a nuestros cubanos imprescindibles.

  3. Angel Enrique Lezcano Mangli

    Mary Luz, excelente trabajo periodístico de la vida y obra de una científica y doctora cubana y con raíces espirituana junto a su esposo científico y doctor. Honor a quien honor merece, es una labor para las nuevas y actuales generaciones de profesionales cubanos, de la salud, como de cualquier rama de la ciencia, educación, deporte e industria en el país.

  4. Zoila Betancourt Diaz

    Hurgastes en una histotia de vida quizás desconocida para muchos espirituanos, gracias Mary por sacar a la luz tan grandiosa trayectoria científica de esta mujer.

  5. Linda historia de vida sobre una de tantas personas que aportaron y aportan todo su esfuerzo a la ciencia. Gracias Mary Luz por tan bellas líneas.

Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *