Me llamo Engracia Quincose Delgado, tengo 84 años, nací en La Llorona, en el Escambray. Cuando tenía siete años me mudé con mi papá para Gavilanes, allí conocí al Che, a Ramirito (Ramiro Valdés), a Armando Acosta y atendí a Fidel, a Raúl, a Vilma, todos ellos estuvieron en mi casa. Cuando vine para Sancti Spíritus, trabajé en Rancho Hatuey y en el Hotelito del Partido.
La también militante del Partido del Núcleo Zonal 136 del municipio de Sancti Spíritus, fue una de las primeras personas en ejercer el derecho al voto en el Colegio Electoral No. 1 de la Circunscripción 134: “Mi esposo y yo nos levantamos a las cinco de la madrugada. Él fue para el colegio a marcar la cola para votar, yo colé el café y se lo llevé y los dos votamos juntos. Mientras viva, voy a cumplir con la Revolución. Nunca voté en los gobiernos anteriores y mi voto siempre será para la Revolución, a la que he dedicado toda mi vida, narra con orgullo.
Cuando era más joven pertenecí a las Milicias Nacionales Revolucionarias y después a las Milicias de Tropas Territoriales. Tengo dos hijos, que nacieron al lado de Caballete de Casa, donde El Che tuvo su comandancia durante la guerra de liberación nacional, uno fue trabajador del sector azucarero y el otro es teniente coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, también mis dos nietos son oficiales de las FAR y la nieta, trabajadora social. Toda mi familia está al servicio de la Revolución, afirma categórica esta mujer gruesa y de lento andar, apoyada por su inseparable muleta, que todavía desanda las calles de la ciudad los fines de semana, detrás de sus hijos y nietos.
Librado Dueñas Dueñas lleva 65 años de matrimonio con Engracia y expresa con satisfacción: “Ella es el amor de mi vida, me dio los dos hijos y tres nietos que tenemos. Hoy acudimos a votar temprano porque es el deber de cada cubano que se sienta revolucionario de verdad”.
Y agrega: “Yo me siento agradecido por lo que me ha dado la Revolución. Debí hacer más pero no he podido, y creo que me falta mucho por hacer. Figúrese, yo era analfabeto y lo poco que logré aprender se lo debo a la Revolución, que me puso un brigadista que me enseñó a leer y escribir. Mi historia es corta, la de cualquier cubano de mi edad: hice 17 zafras, fui Héroe Nacional del Trabajo, estuve cuatro veces en la tribuna con Fidel en los actos por el 26 de Julio, me gané un viaje a los países socialistas picando caña, y ya tengo 89 años, pero todavía me faltan cosas por hacer por la Revolución”, enfatiza.
Muchos jóvenes, y otros que no son tan jóvenes, critican a la Revolución por las estrecheces que tenemos hoy, pero ellos no pasaron la miseria y el trabajo que pasamos nosotros en el capitalismo. Es cierto que hoy faltan muchas cosas, que hasta la comida está escasa, pero la Revolución tiene muchas cosas buenas para los pobres y para salir de esta crisis tenemos que trabajar mucho nosotros, los cubanos, porque nadie de afuera va a venir a resolver nuestros problemas”, sentencia.
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