Que la canción romántica cubana ha vuelto a florecer y a llenar salas de conciertos con la misma euforia del reguetón y la timba y que, en buena medida, se debe al talento y carisma de Waldo Mendoza, son verdades de Perogrullo que nadie cuestiona hoy, ni siquiera los menos avezados en la historia musical de una nación con una vastísima tradición cultural.
Corría el 22 de septiembre de 1966 cuando llegó al mundo en La Habana y su cábala anticipaba, según los expertos en numerología, el signo de un hombre que se entregaría por completo a una de las más difíciles manifestaciones artísticas.
Y es que, para los entendidos, el 22 es un número Maestro, asociado a la realización y al éxito. Quien lo ostenta, aseguran, tiene una gran responsabilidad para con la humanidad, al dominar la disciplina y la cooperación. Quizá a Waldo no le interesen tales elucubraciones, pero de algo sí estoy seguro: se trata de un ser humano excepcional.
“Siempre fui un romántico de nacimiento y me criaron en un seno familiar donde todos apostaban por la música y la influencia de géneros como el bolero me marcaron mucho. Así que lo heredé de mis padres y mis abuelos.
“Al cubano le gusta bailar y divertirse, pero también es muy romántico, es parte de su idiosincrasia y yo, como cubano al fin, me decidí por la música romántica. Además, mi timbre, o sea, mi color de voz, me ofrece esa posibilidad para poder interpretar ese tipo de género, y si le sumamos que al público le gusta, pues se completó el ciclo”, confiesa a Escambray.
Aunque es su legado musical el que trasciende más allá de mares y continentes, Waldo es licenciado por partida doble. El primero de los títulos universitarios, el de Química, se debió a un capricho familiar, como él mismo ha contado en otras entrevistas; mientras que el segundo, en Educación Artística, predecía su verdadera vocación por la música.
“Empecé estudiando la carrera de Química al finalizar el preuniversitario y luego opté por aquello que llevaba de nacimiento: la música. Comencé a estudiar en el Varona y me gradué en Santiago de Cuba; o sea, que caminé bastante, pero lo hice bien y lo asumo con tremendo orgullo. De hecho, creo que es una de las decisiones más sabias que he tomado en la vida”.
Quien ha visto al artista en vivo sabe que, durante sus conciertos, atraviesa algunos de los géneros musicales más gustados en Cuba; sin embargo, también es cierto que, tras interpretar una rumba o una guaracha, el público le pide a gritos temas como Adiós a la tristeza, ¿Quién”, Alguien para mí, Deja de llorar, Muero por tu amor o Aliento, entre otras.
“La gente no deja que haga otra cosa porque prefieren que me presente con la balada y las canciones románticas que conocen. Esto me pone contento porque, en primer lugar, las canciones son mías y las escribí con mucho cariño y que ahora se compartan y que la gente las disfrute es una bendición, en honor a la verdad”.
¿Es difícil para Waldo escribir una canción?
Yo no escribo por indicación, sino cuando me inspiro y a veces puedo no escribir un tema en largo rato, pero de pronto me llega la musa o estoy en un buen momento y compongo varias canciones al hilo. A veces incluso he escrito en una semana todas las canciones para un disco y con muy buena aceptación por parte de los oyentes.
Es que escribir canciones es parte de mi oficio, pero tengo que estar motivado o inspirado para que salga la letra; si no, en verdad, el resultado no sería el ideal.
¿Qué le molesta a un hombre como usted?
La infidelidad de quien no cumple con lo pactado. También me molesta lo mismo que a cualquier cubano que se precie de ser serio y de vivir en correspondencia con las normas establecidas. Aunque dice mi familia que soy demasiado sencillo y eso no me lo puede quitar nadie porque simplemente soy así y no puedo ser de otra manera.
Soy una persona natural y por eso el pueblo llega a mí de forma fácil. A veces se me olvida, incluso, que soy un cantante y en la calle me abordan y yo abordo a las personas con total jovialidad y hasta me extralimito. Es que yo también soy un ser humano y necesito pasar por donde mismo pasan todos, compartir y ver la realidad de la vida con mis propios ojos.
¿Cuál es el mayor susto que ha pasado durante un concierto?
(Ríe) Una vez me picó una abeja en la boca mientras cantaba, lo cual no es tanto como de susto, sino más bien una situación complicada. Pero seguí mientras la boca se me hinchaba y luego me puse a pensar si me iba para el médico o continuaba con el concierto.
En otra ocasión, mientras era todavía un músico aficionado, se me dio una situación bien difícil de la cual casi nunca hablo. Resulta que estaba encima de una tarima en Santiago de Cuba y ocurrió un accidente cuando, en pleno carnaval, un carro arremetió contra esa propia tarima y hubo que lamentar la pérdida de vidas humanas, entre ellas una de mis primas.
¿Qué tan complicado es organizar un concierto?
Es muy complicado, pero es lo que me gusta y por lo que aposté.
Comparte su vida con dos pasiones: la música y la familia.
Es verdad, pero la principal prioridad es la familia. No lo sabía porque antes pensaba que la vida giraba en torno a la música, pero es en la familia donde te refugias de muchas insatisfacciones que puedes encontrar cuando asumes la música como un trabajo, con la remuneración económica que ello entraña.
Mi familia es una bendición que Dios me dio y todos son muy buenos, desde mis abuelos y mis padres hasta mis primos. En casa, por ejemplo, somos la familia ideal; claro con sus “cositas”, igual que todas. Tengo tres hijos maravillosos (dos varones y una hembra), una nieta que adoro y una esposa que para qué contarte.
¿En qué proyectos está inmerso actualmente?
Estoy trabajando hoy en un disco de música tradicional titulado Santiago en mí, que le debía a esa provincia que me dio parte de lo que soy y que me adoptó como un hijo hace muchos años.
Soy natural de La Habana, pero Santiago de Cuba y Guantánamo me acogieron de forma tal que muchos piensan que soy de allá y eso me llena de satisfacción.
En ese álbum comparto canciones con el Septeto Santiaguero, Los Guanches, Sones de Oriente, Changüí de Guantánamo y Ecos del Tivolí, agrupaciones insignias de la música tradicional cubana y me siento muy contento.
Ahora mismo estamos compartiendo la nominación al Grammy con el Septeto Santiaguero, ya que Fernando Dewar (director de la agrupación) me invitó a participar en uno de los temas del disco y salió esta nominación. Tanto me ha dado Santiago de Cuba que lo que menos que puedo hacer es un disco con sus artistas.
¿Qué significa Sancti Spíritus para usted?
He venido varias veces a esta tierra, a cantar o no, y es una ciudad que adoro, la cual también me ha acogido con mucho cariño. A todos los espirituanos les deseo mucha salud antes que todo, al igual que una gran bendición y que mantengan esta bella ciudad siempre limpia.
En resumen, que se haga la dicha para que yo pueda disfrutar de ustedes al igual que ustedes de mí.
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