¡Al Machete!

La primera arremetida de los mambises con esa arma contra fuerzas muy superiores la encabezó el Generalísimo Máximo Gómez

El machete fue, desde ese día, protagonista de las guerras de independencia.

Los soldados españoles tenían fama de ser valientes y de pelear con igual ímpetu que los cubanos, pero la primera carga al machete en la gesta independentista cubana causó pánico entre sus filas.

Esa arremetida contra fuerzas muy superiores en soldados y armas la encabezó el Generalísimo Máximo Gómez.

Apenas ocupadas las primeras comarcas por los independentistas, el ejército español envió fuerzas en todas direcciones, como las del coronel Quirós, que entró en Baire con 700 hombres bien armados, para de inmediato avanzar sobre Jiguaní, feudo de Donato Mármol, y no detenerse hasta aniquilar a las fuerzas insurrectas.

Por eso Mármol encomienda a Gómez, recién llegado, dirigir operaciones militares en ese escenario, quien decide, para ganar aquel combate infernal, hacer algo inaudito.

EL MACHETE COMO ARMA

Es un error afirmar que fue Gómez quien primero utilizó el machete como arma para luchar, pues desde muy temprano en la historia de Cuba este utensilio de trabajo fue utilizado como tal.

Desde que la conquista se abrió paso, fue una de las armas blancas más utilizadas por los negros esclavos y después por los criollos, que lo usaban como medio de trabajo.

Hasta principios del siglo XVIII, cuando el corso y la piratería se convirtieron en un peligro para la Colonia, surgen claras diferencias entre los soldados españoles y los criollos en la lucha contra esos enemigos y una de ellas es el uso del machete como arma.  

Los españoles se atenían más a sistemas defensivos profesionales, —artillería, armas de fuego, fortificaciones—, mientras los criollos privilegiaban la lucha irregular y las emboscadas utilizando caballos y el machete, para garantizar embestidas directas y mortales.   

Otro ejemplo lo podemos encontrar en la primera obra literaria cubana reconocida, Espejo de Paciencia, de Silvestre de Balboa, donde se expone lo relativo al secuestro por parte del filibustero Gilberto Girón del obispo Altamirano en 1604 y su posterior rescate.

Se dice que fueron a liberar al obispo hombres armados con todo tipo de artefactos: espingardas, espadas, alabardas, chuzos, partesanas, lanzas, puñales y cuchillos; y el ya famoso machete.

El machete se utilizó también como arma en la sublevación de los vegueros de 1723 —primer levantamiento campesino en Cuba—, pues era un medio sustancial de la gente del campo, más de estos criollos que ya habían sido muy ofendidos por la corona española.  

Está demostrado, asimismo, que el 7 de junio de 1762 —y en los días posteriores— el criollo Pepe Antonio hizo una carga al machete con sus 70 seguidores contra más de 200 británicos, que no solo tuvieron una derrota contundente, sino que quedaron impresionados por la utilización de esa arma.

No por gusto la versión primera del Escudo Nacional, creada por Miguel Teurbe Tolón en 1849, además de espadas, cañones, clarines y tambores, hace representar también al machete criollo como un símbolo militar, pues ya tenía fama de ser buena arma para enfrentarse a enemigos diversos.

Incluso en los Bandos de Gobernación y Policía de la Isla de Cuba, aparecían regulaciones sobre el uso de esta arma blanca, como en el de 1842 emitido por gobernador Gerónimo Valdés, que en su artículo 15 rezaba: “No saldrá de la hacienda esclavo alguno con ningún instrumento de labor, (…) á no ser que fuera acompañando al amo ó mayordomo, (…), en cuyo caso podrán llevar su machete”

Con seguridad, desde que el machete se convirtió en medio de trabajo imprescindible en cualquier sector económico donde los criollos trabajaran, fue utilizado como arma para defender honores, obtener justicias o luchar en diferentes escenarios.

Esta carga contra fuerzas muy superiores en soldados y armas la encabezó el dominicano Máximo Gómez.

LA CARGA AL MACHETE DE GÓMEZ

Céspedes está asistido por Luis Marcano en Bayamo, así que, al encontrarse a Gómez, ya sargento, por conocer de guerra, lo envía a Donato Mármol en Jiguaní, con una carta muy expresiva.

Pero Mármol no quiere aceptar a Gómez y menos darle alguna responsabilidad —“pues para mandones sobramos”, dice—; pero ante la insistencia de sus allegados emplea a quien sabe del arte militar más que todos los presentes, cuando ya Quirós debe estar cerca.

A Gómez le dan la misión de mandar la vanguardia con 200 hombres que debería escoger, y es probable haya participado del plan de lucha contra las fuerzas españolas que ya se acercaban.

Sabía Gómez que a Quirós había que enfrentarlo de la manera que no lo esperaba, así que debió prever algo insospechado: imponer un movimiento guerrillero, construir una emboscada sumamente estricta y utilizar el machete como arma de guerra vencedora.

Coloca a sus hombres a cada lado del camino de Jiguaní, una espesura hundida, dando órdenes estrictas de esperar a que él diera la orden de ¡Al Machete!, para, con sorpresiva violencia, abalanzarse contra los españoles y aniquilarlos cuerpo a cuerpo.

Aunque se sustenta también que todo lo sucedido formó parte de un combate clásico en desarrollo —lo que no se puede entender por la composición de ambas fuerzas—, se asume la lógica de que, aun siendo así, lo que ocurrió al final no fue un rapto emocional del momento, sino parte de un plan preconcebido.

Al mediodía sucedió todo, junto a Tienda del Pino; al compás del grito de guerra de Gómez, todos los hombres salieron al unísono contra los soldados de las compañías La Corona y Cuba, a las que se les diezmaron sus vanguardias horrorizadas.

Al parecer el mando español se repuso y decidió usar la artillería para cambiar la situación, pero Gómez embistió de pronto desde la abundante vegetación casi hasta donde las formaciones españolas batallaban.

La primera, lista para disparar y la segunda, cargando por delante de las carabinas Miniet, lo que facilitó el trabajo de quien posteriormente fue considerado el más genial de los militares cubanos, porque a los primeros los golpeó por sorpresa y a los segundos los macheteó cuando cargaban los fusiles, destrozándolos literalmente.

El espectáculo fue dantesco: carne despedazada, huesos crujientes, sangre expulsada con fuerza, gritos lastimeros; imponiéndose la certeza de ser superados en un instante y el terror por la siguiente andanada de machetes, lo que decidió el combate.

Aquel desenfrenado ataque convirtió al machete en arma predilecta y simbólica del mambisado cubano en las gestas independentistas y mostró un ejemplo inaudito de los nacientes líderes cubanos, que combatían en la primera línea arrostrando todos los peligros.

Esa primera carga al machete ocurrió el 25 de octubre de 1868, aunque se defienden otras fechas, pero en lo que sí todos coinciden es en el hecho de que esa arma fue, desde ese día, protagonista de las guerras de independencia y de que el grito ¡Al Machete! se convirtió en un hito para los mambises y para Cuba.

Guillermo Luna Castro*

Texto de Guillermo Luna Castro*

2 comentarios

  1. Qué bravura el de este hombre! Qué maravilla! De veras que fue el más grande guerrero conocido

  2. José Andrés Álvarez González

    Saludos:
    Me alegra que escriba acerca d un hecho comúnmente conocido en la historia d Cuba. Detrás del machete hay mucha historia q contar y se ha contado. Gracias por puntualizar las fechas d los sucesos porque existen otras que le dan crédito a la fecha. Lo cierto es que aborigen, el criollo o el cubano ha luchado con ese instrumento d trabajo desde que ha creído en una injusticia por reparar.

Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *