Al adulto mayor no puede vérsele como sinónimo de enfermedad o de asistencialismo. Así de categórico fue, en recientes declaraciones a Escambray, el doctor en Ciencias Antonio Aja Díaz, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, sabedor de los desafíos aún por enfrentar en Cuba para ver a este grupo etario como personas necesitadas de atenciones y cuidados; y también como sujetos que pueden producir y aportar a la sociedad.
Sancti Spíritus, una de las provincias más envejecidas del país, con el 23.3 por ciento del total de habitantes de 60 años y más, está obligada a encarar esta realidad derivada del complejo panorama demográfico cubano.
Ello impone, sin dudas, repensar las miradas hacia verdades insoslayables advertidas por expertos. La matemática de la vida así lo indica: a mayor cantidad de personas adultas, mayor es el incremento del índice de dependencia, es decir, asciende la cifra de ancianos y niños al cuidado de los jóvenes y adultos con edad de trabajar; se incrementa la demanda de las capacidades en casas de abuelos y hogares de ancianos y crecen las necesidades de atención médica, servicios sociales y cuidados a largo plazo.
Igualmente, estadísticas en Sancti Spíritus y en Cuba indican que cada vez son más los abuelos que viven solos y necesitan ayuda por las condiciones económicas, familiares o por el estado de salud que presentan.
En nuestro territorio, con una esperanza de vida al nacer de 79.2 años, una de las más altas de Cuba, este fenómeno precisa intencionar aún más, según observaciones de expertos nacionales, la atención integral e interdisciplinaria a este amplio segmento de la ciudadanía, que no debe descansar solo en las 17 instituciones sociales existentes en la provincia.
El doctor en Ciencias Antonio Aja Díaz lo subrayaba: »Hoy tenemos diferentes formas estatales y no estatales. Las formas no estatales están dentro de la economía socialista de este país, y ellas deben tributar a los elementos sociales de nuestra economía; ¿por qué, entonces, no pensar en la reparación o construcción de una casa de abuelos con los recursos que aporta la economía no estatal? Es un proceso de encadenamiento, de sensibilidad y también de inteligencia para conducir cada una de estas acciones».
Cabe también a la familia la responsabilidad de proteger a los ancianos porque hoy el desamparo familiar es más común y preocupante.
El envejecimiento poblacional es un proceso irreversible y corresponde responder a las demandas generadas por este. Sería imperdonable y pesaría, además, en nuestras conciencias ver la vejez como el ocaso o el invierno de la vida.
En 7 años más ese por ciento será aún mayor pues habrá decrecido el número de jóvenes producto a la emigración y al arrastre por reunificación familiar de los q ayer emigraron pero además se sumará la gran cantidad de personas que nacieron entre 1965 y 1975., cabe preguntarse: Estará el país preparado para ese entonces en cuanto a instituciones de servicio y personal de atención al adulto mayor?? R/ Llegara ese momento y sabremos