Inmensa y plateada, como él mismo la apodara en el himno de este pueblo, la Luna atestiguó cada serenata con la voz y el sentimiento de Arturo Francisco Alonso Díaz.
La juventud del avileño atado a Cabaiguán desde los tres años de edad fue la de un juglar. No le faltaron oficios para incursionar. Chaveta en mano torció puros. De puerta en puerta y de frente a los balcones, la garganta del bardo despertaba la noche. Solo así y por unas horas, daba la espalda a las preocupaciones de casa y a la realidad de una isla saqueada por los vicios de la República.
Guitarra al hombro, partituras en el bolsillo y a puro pulmón, para esa época una canturía tras otra lo probaron. “Una más”, reclamaban los seguidores al amateur de pasiones floridas; la música, la primera de todas.
Ramón y Olivia, ambos de sangre española, recibieron a su primogénito el 9 de marzo de 1922. Un artista le nació a la familia y al país. Compositor e intérprete, Arturo Alonso añadiría temas a las victrolas.
A Dulce noviecita, su primera letra dedicada a Flora, el único amor de sus días, le siguieron más de un millar de canciones. Melodías para sonorizar un romance, la vida o enmascarar las razones de uno de los colaboradores del Movimiento 26 de Julio en Cabaiguán le brotaban con una inspiración que no ignoraba géneros.
Un repertorio de sones, boleros, guarachas, danzones, habaneras, lo autóctono defendido por alguien que llevó sus impresiones de los pueblos de Cuba al pentagrama, fue la disputa de agrupaciones nacionales.
El maestro, con un genio especial para folías e isas canarias, se escuchaba en los grandes bailes al ritmo de las orquestas Riverside, Aragón y conjuntos estrellas. Barbarito Diez, Roberto Sánchez y otras voces de oro llevaron a la radio la sensibilidad de sus composiciones.
¿Músico o poeta? Difícilmente Arturo Alonso Díaz pudo distanciarse de una u otra expresión. Cada obra suya es un estremecimiento. Así me lo hizo saber entre risas en 2008: “He tenido éxito, aunque no soy un gran autor, pero me han respetado porque mi música es igual a la de Polo Montañez; es música de pueblo, es canción natural”.
Desde el 3 enero de 2010 no se le ve enamorando las orquídeas en el jardín, ni tarareando el estribillode una de sus tantas piezas. Sigue adelante, sigue tu camino. No te detengas, cumple tu misión. Sigue la ruta que marca tu destino, déjame solo con mi decepción… Pero su música sigue estremeciendo las memorias del cantor.
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