Así se vivió en Cuba la Guerra Chiquita

La Guerra Chiquita, aunque no concluyó con el anhelado triunfo de las armas revolucionarias, sirvió como lección para los futuros empeños emancipatorios

La Guerra Chiquita se desarrolló desde fines de agosto de 1879 hasta mediados de diciembre de 1880.

La Guerra Chiquita se desarrolló desde fines de agosto de 1879 hasta mediados de diciembre de 1880, este nuevo esfuerzo independentista fue organizado y dirigido por Calixto García que encabezaba la dirección del Comité Revolucionario Cubano con sede en los Estados Unidos. Para el desarrollo exitoso de esta nueva guerra anticolonial jugaron un papel primordial los clubes revolucionarios que se habían constituidos en el exilio y en la región centro- occidental de la isla. Al respecto el Dr.C Manuel Fernández Carcassés ha señalado los dos grandes males que tuvieron los clubes desde su incubación:

[…] muchos de ellos en la región occidental quedaron organizados solo para la “raza de color” […] grave dificultad que expresó la falta de unidad aún imperante en esas zonas del país, por el predominio de ideas racistas […] algunos clubes establecidos en La Habana exigieron que la dirección del movimiento se radicara en esa ciudad, y que desde allí emanaran las órdenes e indicaciones al resto de las regiones. Esta pretensión socavó en alguna medida la unidad revolucionaria. (Antonio Maceo Grajales. Ensayo biográfico sucinto, p. 132)

Calixto García y sus agentes en la Isla lograron establecer una estructura conspirativa que aunaba esfuerzos entre los revolucionarios exiliados y los residentes en la misma (Región Occidente- Las Villas). En el Oriente del país las fuerzas revolucionarias se organizaban bajo las instrucciones del general Antonio Maceo, las cuales eran impartidas por hombres de su confianza quienes llevaron a cabo la organización del territorio (Síntesis Histórica Provincial Santiago de Cuba, p.104)

Ambas figuras —Calixto y Maceo— desde el extranjero se erguían como jefes de los distintos territorios implicados en la conspiración, por lo que se hacía necesario una entrevista entre ambas personalidades en aras de lograr la unión de voluntades para llegar a un acuerdo que facilitara la cooperación y para hacer más viable el combate anticolonial contra un enemigo poderoso en recursos bélicos y hábil en artimañas políticas para desunir a los cubanos.

El investigador Oscar Loyola Vega al respecto expresó: […] desde su arrancada, la Guerra Chiquita tuvo dos centros diferentes: el de la emigración, con Calixto García al frente, y el de la provincia de Oriente, animado por Antonio Maceo y sus seguidores. Aunque García visitó a Maceo en Jamaica en agosto de 1879 para aunar voluntades, la verdadera unidad no se logró por razones de tipo subjetivo (Historia de Cuba 1492-1898. Formación y liberación de la nación, p-324)

El general Belisario Grave de Peralta, en Holguín protagonizó el alzamiento que dio inicio a esta segunda guerra contra el dominio español el 24 de agosto de 1879, la bandera tricolor de estrella solitaria ondeaba nuevamente desafiante a la autoridad española. La llamarada revolucionaria se extendería con rapidez por otras regiones orientales, y el día 26 del propio mes los santiagueros José Maceo, Guillermón Moncada y Quintín Bandera, desde el corazón de la ciudad, salieron acompañados de sus seguidores a los campos de Cuba libre, luego de un nutrido intercambio de disparos con las autoridades colonias, suceso poco analizado por la historiografía nacional, un poco más rezagados el 9 de noviembre se levantaron en armas los villareños.

Los derroteros del 68 harían mella nuevamente dentro de las filas revolucionarias, y se harían presente en esta guerra desde sus génesis incidiendo notablemente en su fracaso. El racismo fue el arma empleada por los adversarios de los revolucionarios cubanos para dividirlos, el miedo al negro, sería la causa por la que el general Calixto García pidió al Titán de Bronce no arribar a Cuba entre las primeras expediciones. Creyendo que obrando de esta manera se lograría reducir la marea racista esgrimida por España.

La elección del general Gregorio Benítez, en sustitución del héroe de Baraguá para asumir el mando de Oriente también fue otro paso errado, pues el mencionado jefe militar no logró irradiar a los orientales con su liderazgo. El general Antonio Maceo agotó todas las vías posibles para tratar de incorporarse al combate que se libraba en su patria contra las fuerzas colonialistas españolas, en ocasiones ignoró los límites de la prudencia ya que sobre él existía una tenaz persecución de agentes españoles, y otros al servicio de esa raquítica monarquía, quienes apelaron al magnicidio para impedir su participación en la guerra, a sapiencia de lo que significaba su incorporación en la misma.

Las observaciones de Máximo Gómez sobre lo prematura que resultaría esta guerra –a su juicio se debía esperar a tener mejores condiciones para alcanzar los propósitos del 68— fueron un presagio por parte de este excelente cuadro militar que no dio su concurso a la misma por creerla condenada al fracaso . La participación de José Martí en la membresía del Comité Revolucionario Cubano le posibilitó obtener valiosas experiencias para desarrollar su obra por la independencia de Cuba.

Cubahora

Texto de Cubahora

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