Hace cuatro años, el senador progresista de Vermont Bernie Sanders se embarcó en una inédita cruzada contra el establishment del Partido Demócrata, pisando los talones al presidente Joe Biden en la nominación del partido y con el doble de popularidad que Kamala Harris en el proceso de primarias.
Hoy, en entrevista con EFE desde la isla progresista de Austin en Texas, Sanders habla de la influencia del dinero en el poder, de satisfacer las demandas de la clase trabajadora y de los latinos tejanos en unos comicios donde el apoyo al expresidente Donald Trump augura unas ajustadas elecciones presidenciales.
«Mi conclusión es que si en este país quieres ganar las elecciones tienes que apoyar a la clase trabajadora. Eso significa que vamos a movernos hacia una sanidad universal, para que todo hombre, mujer y niño tenga el cuidado de salud que requieren, reducir el coste de las medicinas (…) y aumentar el salario mínimo en Texas y a nivel federal», señala Sanders.
El legislador se ha unido a la campaña de la vicepresidenta Kamala Harris, en un intento por presionar al partido a mirar a la «clase trabajadora» y conseguir así una nueva victoria ante la extrema derecha el próximo mes de noviembre.
«Lo que está pasando en EE.UU. con el extremismo de derecha no es un problema único. Uno de los motivos es que hay gobiernos en todo el mundo y aquí también que no responden a las necesidades de las personas normales», contó Sanders, quien a sus 83 años se ha establecido ya como uno de las figuras míticas del progresismo en el país.
Tras haber perdido contra Biden en 2020 las primarias del partido demócrata, Sanders –y junto a él exponentes del movimiento progresista como los legisladores Alexandria Ocasio-Cortez o Ro Khanna- se acercó a la Casa Blanca, consiguiendo que el gobierno actual abrazara políticas hace unos años impensable como reducir los precios de algunos medicamentos o la defensa de los sindicatos.
Sin embargo, el país (y los demócratas) están aún muy lejos de conseguir no solo adoptar sino también aprobar causas que el senador ha abanderado por años como la subida del salario mínimo federal o la salud universal y es en esta brecha, argumentó Sanders, que el proyectos políticos de la extrema derecha encuentran un caldo de cultivo.
“La gente mira a su alrededor y piensa, ‘¿qué está haciendo el gobierno por mí? ¡Que se jodan! Quiero a un hombre fuerte, alguien con mano dura, que culpe a los inmigrantes’”, indicó el legislador.
Los grupos demográficos entre los que más tiene fortaleza Trump están fuertemente marcados: puntúa constantemente alto entre las personas blancas de menores ingresos y sin diploma universitario y está ganando terreno entre los votantes hispanos, un grupo donde un 48% de los hogares está en el nivel de riqueza más bajo de la población.
«Para ganar las elecciones», argumentó Sanders, «el partido demócrata tiene que dejar claro que es el partido de los trabajadores y que está preparado para enfrentarse a los intereses de las grandes corporaciones».
Intereses poderosos y posiciones moderadas
No está del todo claro hasta qué punto el espaldarazo del progresismo a la campaña Harris pueda dar frutos a la hora de atraer a los hispanos de Texas o promulgar políticas si llega al poder.
La aspirante a presidenta ha moderado su discurso en comparación tanto con el inicio de su mandato como a cuando era rival de Sanders en las primarias demócratas del 2020. Por ejemplo, pasó de apoyar la salud pública universal (‘Medicare for All’) a abogar por expandir el sistema actual o de prometer restaurar el asilo en la frontera a restringirlo.
Sanders indicó que la lucha progresista se complica debido a que se están enfrentando a los «intereses especiales de quienes son muy poderosos», algo que evidencia esta campaña presidencial, la más cara y milmillonaria de la historia.
«Los multimillonarios están inyectando una gran cantidad de dinero en ambos partidos; no les gusta lo que defendemos, no les gusta la idea de tener que pagar una parte justa de impuestos», subrayó.
No obstante, el político tiene esperanzas de que las ideas que abandera ganen más terreno en el escenario político estadounidense.
«Creo que el futuro está con nosotros y las generaciones más jóvenes son las más progresistas en la historia del país (…) y nuestro trabajo es seguir intentando», remarcó.
A los demócratas no les va bien en su actual gestión y esto podría pasarle cuentas a Kamala Harris. A lo interno hay una considerable inflación, la frontera Sur ha sido vulnerada por millones, la inseguridad crece y para colmos trabajadores de 11 puertos entran en huelga lo q provocaría escasea y aumentos de precios. A lo externo le va muy mal a Biden y la mujer que ríe, Rusia invade a Ucrania por más de 2 años, Hamas ataca a Israel, los huties se ríen del mundo jugando a corsarios y piratas, China amenaza a Taiwán, Maduro les promete y no les cumple y Hezbollah le pone 180 cerezas al pastel de Israel sin atinar ninguna. La mesa está servida para que el canario orejimocho tome el control ante tanto desparpajo y MAGA