Calor y agua muy fría: ¿una pareja mal llevada?

Sucede que el agua fría claro que ayuda a bajar la temperatura corporal, pero al ocurrir un cambio térmico tan brusco, el organismo lo interpreta como una amenaza y pudiera conllevar algunos peligros para la salud

Mareos, vómitos y otros malestares podrían sobrevenir sobre todo si el choque brusco de temperaturas ocurre después de ingerir alimentos. (Foto: Cubasí).

¡Qué rico es llegar de la calle sudado, achicharrado por estos calores, y tomarse un vaso de agua helada¡ Pero en esa ricura pudiera haber ciertos riesgos.

Hay consenso en la necesidad de hidratarse para sobrellevar las altas temperaturas, sobre todo considerando que un 65% del cuerpo humano es principalmente agua, que está en las células, los órganos y tejidos, la sangre, la orina y más. 

En la cuestión que no parece haber coincidencia es en si resulta conveniente beber agua muy fría o darse un baño con agua también fría cuando se está extremadamente sudado, sofocado por el calor, o por hacer ejercicios.

Sucede que el agua fría claro que ayuda a bajar la temperatura corporal, pero al ocurrir un cambio térmico tan brusco, el organismo lo interpreta como una amenaza y pudiera conllevar algunos peligros para la salud.

Lo dicho recuerda algún consejo de la abuela, pero, sin ir a los extremos, más de un entendido sugiere esperar un rato a que el cuerpo vaya regulando su temperatura y no pretender hacerlo de un modo tan drástico como beberse de sopetón un litro de agua helada o echarse un cubo con agua demasiado fría.

Así lo recomiendan porque ese violento contraste de temperaturas provoca un reflejo cardiovascular que pudiera conllevar la alteración del ritmo cardiaco y otras manifestaciones.

Mareos, vómitos y otros malestares podrían sobrevenir sobre todo si el choque  brusco de temperaturas ocurre después de ingerir alimentos. En esa situación, la sangre, para contrarrestar la repentina pérdida de calor, se reparte por el cuerpo desatendiendo la digestión y provocando la hidrocución, esa vasodilatación general que pudiera también privar al cerebro del necesario riego sanguíneo.

Además, beber esa agua fría proporciona una inmediata sensación refrescante, pero si se consume en grandes cantidades,  el organismo, para enfrentar el choque térmico y conquistar de nuevo los cerca de 37 grados habituales,  deberá hacer un gasto energético que, finalmente, provoca más calor.

Igual alguno padecimientos se recienten al beber esa agua tan fría, por ejemplo, las migrañas o cefaleas, así como la acalasia, que dificulta el tránsito de los alimentos por el esófago.  

En realidad, no existe unanimidad entre los expertos en cuanto al consumo del agua helada si se está muy acalorado, pero lo que ningún especialista ha objetado es la recomendación de, cuando se tiene tanto calor y sudoración, mejor beber el agua a temperatura ambiente, en pequeños sorbos y con frecuencia. Quizás valga la pena atender el consejo.

Cubasí

Texto de Cubasí

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