Mucho niño ha soltado las amarras, que la introversión y los temores por la baja autoestima provocan a veces en la infancia, durante los entrenamientos en el emblemático colchón de judo Roberto Victoria Jaramillo, forja no solo de carácter y disciplina en los pequeños, sino también de futuros campeones en ese deporte.
Al calor de la celebración por el aniversario 71 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, esta instalación deportiva recibió los beneficios de una importante remodelación: aún en medio de las consabidas limitaciones de recursos, allí lograron mejorar las estructuras sanitaria e hidráulica, el propio colchón y se pintó hermosamente todo este prestigioso centro deportivo.
Aunque todavía quedan detalles por perfeccionar, los niños y las familias que entrenan aquí mucho agradecen las labores desarrolladas por los propios profesores de esa disciplina en el territorio, trabajadores movilizados del Inder, una mipyme constructora de Guayos y hasta algunos vecinos del lugar.
Roberto Victoria Jaramillo fue el primer entrenador graduado que comenzó a enseñar judo en Sancti Spíritus y lo hizo precisamente en esta sala, que con el tiempo las personas comenzaron a llamar por su nombre: “El Colchón de Jaramillo”.
Su trayectoria deportiva como profesor, árbitro, comisionado y entrenador incluye no pocos méritos antes de su lamentable deceso en el 2007: primer profesor en lograr en Juegos Escolares una medalla de oro para la provincia, en 1971; ayuda técnica al Equipo Nacional de mayores en el Cerro Pelado durante dos años, formación de muchos futuros campeones y la obtención del grado de Cinturón Negro Sexto Dan.
En estos momentos, aquí se entrena a niños de las categorías nueve-diez y once-doce años, con un trabajo en la base que fluye como una especie de trampolín imprescindible para que después los mejores muchachos ingresen a la EIDE provincial.
Ariel Machado, reconocido yudoca espirituano y uno de sus más experimentados entrenadores con casi 20 años vinculado a este tatami, refiere los beneficios del arte marcial desde el punto de vista físico, psicológico y para la defensa personal: “Aquí se han formado importantes atletas y se cultiva el amor al deporte en los niños, aquí se les forman valores, el carácter, la responsabilidad, la disciplina, la honestidad, la modestia, la inteligencia”.
Y agregó: “Un yudoca sin inteligencia no puede ser yudoca porque en cada segundo que te desplazas en el tatami tiene que haber inteligencia. Este es un deporte de fuerza, de aprovechar las habilidades, pero tienes que contrarrestar todas esas cosas con la inteligencia que le demuestres al contrario porque él tiene inteligencia también”.
Muchos aún recuerdan la década del 80, cuando los atletas que entrenaban en este lugar se convirtieron en campeones nacionales, pero más que eso, no pocos hombres espirituanos pasaron por aquí y entrenaron alguna vez en sus vidas.
“Este es un colchón emblemático de la ciudad —considera Ariel—. Su primer profesor fue precisamente el ya fallecido hace años Roberto Victoria Jaramillo, yo fui su alumno, tuvo muchos resultados deportivos. Se dice que este lugar es una leyenda, un paradigma porque de aquí han salido medallistas olímpicos, panamericanos y existe una tradición muy importante que prestigia al deporte en el territorio”.
Y a seguidas menciona nombres reconocidos en el judo cubano como Rafael Rodríguez Carbonell (medallista de plata en la olimpiada de Moscú 80), Valentín Lizano (campeón centroamericano), Orange Marrero, Ricardo Tuero, Ineisy Campusano, Adamila Jacomino, Lidia Jaime, entre muchos otros.
“Este deporte te prepara física y mentalmente, te levanta la autoestima y eso es bueno para cualquier lugar en que te encuentres, eso es importante para vivir en sociedad —concluyó Ariel—. A mí mismo el judo me formó, me educó de una manera maravillosa en el respeto a los demás, a los mayores, me dio sistematicidad y muchos valores importantes”.
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