Cuba aviva la llama inapagable de París

De esa fiesta la isla retorna triunfante, más allá de intentar cumplir su compromiso de ubicarse entre los primeros 25 del planeta o de rebasar las seis medallas de Tokio 2020

Omara Durand y su guía Yunior Kindelán conquistaron París. (Foto: Jit).

Por el vigor de sus protagonistas, por la clase magistral de voluntad y mejoramiento humano, por su capacidad ilimitada para darle otros colores a la vida, la llama de los Juegos Paralímpicos de París no se apagará este 8 se septiembre cuando concluya su actividad competitiva.

En días el mundo ha vuelto a hacerle reverencia a la virtud de sonreír y el planeta ha podido conquistarse con un levantón de esperanza, una flecha que da en el ¡10!, disparada con las piernas, unas brazadas a prueba de pulmón, un pivot desde una silla de ruedas o una carrera a favor, y no en contra del tiempo, al margen de categorías que ubican a cada uno en similitud de condiciones con sus rivales de turno.

Porque eso han vuelto a ser los Juegos hechos a la exclusiva medida de las personas en situación de discapacidad, como si pudiera hablarse de limitaciones para quienes esculpen sus sueños propios con la única meta de medirse a sí mismos más que a sus rivales y donde las banderas de la inclusión, los derechos y la libertad parecen epítetos de puro trámite.

Los Paralímpicos de Francia regeneran y enaltecen y nos obligan otra vez a replantearnos los matices de la plenitud, la felicidad, el amor propio. Y de esa fiesta Cuba retorna triunfante, más allá si a punto de cierre estaba por cumplir su compromiso de ubicarse entre los primeros 25 del planeta o si ya, sin concluir el cronograma, había podido rebasar las seis medallas de Tokio 2020, cuando se lograron cuatro títulos, una plata y un bronce, aunque ahora con cinco atletas más en ocho deportes.

De embajadora tuvo a la mítica Omara Durand, que bien pudiera apellidarse, al decir de un colega, Dorada. Sobre las pistas parisinas, fue como el Mijaín de los colchones: un ícono y una leyenda que enaltece el olimpismo universal. Igual de épica es su hazaña, conseguida con la capacidad corredora de sus piernas y la entereza de su voluntad que engrandece su trayectoria.

A París llegó a conquistar todo el botín de oro de la velocidad para mujeres. Regia fue acaparando lo que prometió, sin deslumbrarse por su claro y ganado favoritismo. Una a una fue ganando sus medallas y tras las dos primeras en 400 y 100 (T 12), buscaba la tercera en París y la oncena en su brillante carrera paralímpica cuando ya Escambray, como cada viernes, cerraba su edición a expensas de la noticia que otros contarían.

Con el refulgir de Omara, otros le arrancaron a los Juegos medallas para Cuba en una competición de altos quilates, que mostró que el mundo paralímpico no se mantuvo pasivo en los últimos tres años. Tras los pasos de la santiaguera, otros respondieron a pronósticos, como Yankiel Sol, con su oro en el salto de longitud (T47), que lo convirtió en bicampeón paralímpico, y el jabalinista Guillermo Varona (F46), quien sumó su título al mundial de este año.

Desde un nombre casi impronunciable, el parapowerlifting Pablo   Ramírez se llevó la plata en los 54 kilogramos con lo mejor hecho en su carrera, mientras la persistencia de Yunier Fernández, de paratenis de mesa, categoría (clase 1) lo llevó finalmente al podio en sus terceros juegos. De plata se vistió Yamel Luis en los 100 metros (T44) para abrir el medallero de la isla, que aún no se cerraba cuando esta página pasaba la hoja.

La avanzada cubana, como todas, compitió con la hidalguía y el pundonor propios de este grupo.  Pudo llevar a los mejores que tiene en este deporte, que al igual que el convencional y hasta quizás más, padece las mismas estrecheces para poder desarrollarse.

Y de ese pundonor pueden hablar lo mismo Alexander Reyna con su cuarto lugar en la pistola de aire a 10 metros, la mejor actuación del paratiro cubano en la historia de los Juegos o el octavo lugar de  Noraivis de las Heras, quien logró su mejor marca del año en la impulsión de la bala (F64) ya en sus cuartos Juegos.

Entre los que regresan con medalla del honor se encuentra el espirituano Di Angelo Lóriga, quien, aunque no fue a las finales en sus eventos, la pistola a 10 y a 50 metros, vivió la experiencia de su primera vez.

París entrega a Los Ángeles una llama inapagable y Cuba es parte de esa combustión.

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *