Cuando Gabriel Rosillo entró nuevamente al colchón, alzó la cabeza y buscó la bandera cubana que se encuentra a lo alto en la izquierda. Había atravesado un “improvisado túnel” que conectaba el área de atletas con el de competencias y repasó el plan táctico que muchas veces había ensayado con su entrenador.
La víspera, había caído en un “combate revancha” contra uno de los mejores del mundo, el armenio Artur Aleksanyan. La derrota le impidió acceder a la final de los 97 kg en los Juegos Olímpicos de París 2024.
El campeón mundial de 2023 enfrentaba esta noche al uzbeco Rustam Skhatbievich Assakalov, un veterano de 40 años y conocedor de lides de primer nivel.
El pleito inició tranquilo. La juventud ante la experiencia. Sin embargo, apenas hubo acción. En una arriesgada técnica de sacrificio, el uzbeco sufrió una lesión en su hombro derecho que le impidió continuar el pleito.
Rosillo aguardó callado mientras su rival intentaba recuperarse, el último esfuerzo de una carrera deportiva marcada por dos medallas mundiales y tres presencias olímpicas. El cubano permaneció allí hasta que el juez comprobó lo imposible de proseguir el combate. Solo entonces le alzó el brazo al caribeño, titular planetario que ahora agrega un bronce estival.
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