El Club Amigo Costasur es de esos hoteles que cautivan por su intimidad y ambiente familiar. La instalación turística más antigua que se erige en la península de Ancón ha logrado conservar sus encantos y captar la atención de los clientes con la mezcla de ingredientes infalibles: cohesión y profesionalidad del colectivo, cultura del detalle y una buena dosis de sonrisas.
A la vera de la emblemática playa María Aguilar, el centro de alojamiento abrió sus puertas el 25 de julio de 1975; a su inauguración asistieron importantes personalidades, entre las que estuvo Arnaldo Tamayo Méndez, primer cosmonauta de Cuba y América Latina.
Varias generaciones de trinitarios y de espirituanos lo recuerdan como el sitio ideal para celebrar fiestas de quince, bodas y otros acontecimientos importantes. Ni hablar del atractivo durante los meses de verano para disfrutar un par de días, o más, de todas sus ofertas y el plus de la cercanía a Trinidad y al Valle de los Ingenios, declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad.
UN HOTEL DE CUMPLEAÑOS
La celebración del aniversario 49 del Costasur y del Día de la Rebeldía Nacional motiva a los trabajadores, quienes han puesto en marcha muchísimas iniciativas para renovar los servicios y asegurar una feliz estancia a los huéspedes.
Ramón Lozano y su familia escogieron este hotel para pasar bien parte de sus vacaciones: “Lo mejor es el trato de los trabajadores y eso compensa cualquier detalle por la falta de algún producto. No me arrepiento de mi elección”, asegura a Escambray mientras aprovecha al máximo la piscina y las actividades de recreación.
Mantener los encantos de una instalación turística impone trabajar —como ya se dijo— la cultura del detalle, máxime si el centro lleva en explotación casi cinco décadas. Lo confirma el director general Edgar Ruiz Pereira. “Nos concentramos en dos frentes: la reanimación de toda la jardinería y el mejoramiento de las habitaciones y otras áreas de servicios de cara a la temporada estival y el cumpleaños del hotel. Hoy la imagen es hermosa”, asegura.
Pero también reconoce que en las actuales circunstancias se torna difícil —por los pocos recursos— “pasarles la mano” a las 132 habitaciones distribuidas en tres módulos, las 73 del tipo standard; el otro de 39 habitaciones tropicales y un tercero de 20 bungalows, preferido por los vacacionistas por la preciosa vista desde sus terrazas.
Perteneciente al grupo hotelero Cubanacán, el Costasur tiene contratos con la Agencia Sol y Arena, lo que asegura —de acuerdo con el director general— niveles de ocupación con huéspedes extranjeros, sobre todo en la temporada alta; pero los clientes nacionales constituyen el principal mercado.
Por ello —cuenta Sandra Sorroche, especialista comercial del hotel—, en los meses de verano, además de la opción de alojamiento, se promocionan dos ofertas de pasadía: “Una incluye la posibilidad de disfrutar toda el área de la piscina interna, que incluye almuerzo, cinco líquidos y las actividades de animación; la otra es en el restaurante especializado Lina, muy conocido por ubicarse en la primera línea de playa, con la piscina natural como mayor atractivo”.
Para la celebración del cumpleaños —agrega Sandra— se ha organizado una feria y otras iniciativas a fin de compartir junto a los clientes este aniversario.
EXPERIENCIA Y JUVENTUD, LA VIRTUD DEL COLECTIVO
“Satisface ver una instalación de tantos años renovada —sostiene Edgar— y con un colectivo al que se han incorporado profesionales jóvenes.
Eso es una fortaleza, de cualquier lado que se le mire. Constituye una inyección de vitalidad que hace mucha falta, y no solo a este hotel trinitario.
Desde el área de carpeta, Raúl Calzada Bombino les pone el pecho a sus responsabilidades labores. “El colectivo me ha recibido muy bien, hace poco que trabajo aquí, pero me siento motivado”, dice.
Otra de las recientes adquisiciones, Yaimí Reyes, atiende un área fundamental para el óptimo funcionamiento de una instalación hotelera. En su rol de especialista de Calidad, la muchacha se perfila como una excelente profesional. “Mi trabajo es asegurar un buen servicio en todas las áreas y que el cliente encuentre las menores insatisfacciones posibles. Llevo aquí al pie de tres meses, pero tengo muchas ideas para que esto marche cada vez mejor.
Al más pequeño de los hoteles de sol y playa en la península de Ancón lo engrandece la consagración de los trabajadores y un entorno de hospitalidad que mucho se agradece en estos tiempos. Aunque a lo largo de los años ha pertenecido a diferentes grupos hoteleros, siempre ha mantenido un símbolo que lo identifica entre sus clientes: el barco velero que recibe a los visitantes.
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