Los ojos de Dylan García desbordan picardía. Solo dibujar sosiega, un tanto, las energías que le impiden mantenerse quieto por mucho tiempo.
¿Cómo te portas en la escuela?, le lanzo a modo de provocación mientras mezcla dos colores sobre un fragmento de cartulina.
“A veces me regañan porque dice la maestra que soy travieso”, responde, aunque la sonrisa que deja escapar habla por sí sola.
¿Y cuando pintas?
“No, porque estoy tranquilo y me gusta mucho hacerlo”, dice a la misma velocidad con la que toma los pinceles, acción que sella el diálogo porque prefiere sumergirse en silencio en la creación.
Basta observarlo junto a Fabiana María, Analía y Amanda, sentados alrededor de una de las mesas redondas de la Galería de arte Oscar Fernández Morera, entre colores y papeles. Parece que el tiempo no transcurre. Es una escena que se repite cada mañana de miércoles, cuando la principal institución del Consejo Provincial de las Artes Plásticas de Sancti Spíritus se convierte en escuela.
“Durante todo el año se imparten talleres a los diferentes grupos etarios —explica Yadira Bernal, presidenta del Consejo—. En el verano mantenemos los días, martes, miércoles, jueves y sábado, solo se cambian del horario de las tardes a las mañanas. Se enseñan según las edades y, como siempre sucede, despediremos la etapa estival con una gran exposición”.
Cada encuentro se convierte en un goce para Analía Esquivel, quien, junto a su hermana Amanda, llegó a la casona, ubicada en el bulevar del Yayabo, de manos de su papá.
“Con él aprendimos, pero nos inscribió aquí para que conozcamos más. Ahora sabemos pintar con varios tipos de materiales como hojas y paleticas de helado. También hemos conocido cómo hacer origami”.
Cuando María Manuela Rodríguez escuchó, ya hace algunos años, que en La Habana habían mancillado unos bustos de José Martí sintió que el corazón se le paralizaba. Desde niña admira y quiere profundamente a quien le regaló dos de sus más preciados tesoros: Versos sencillos y La Edad de Oro.
“Fue cuando se me ocurrió la idea de crear mi proyecto Tablado de corazones. Reuní tabletas de paleticas de helado, unos fragmentos de cartón en los que coloqué frases martianas y ahí empezamos a pintar”, rememora sus primeros encuentros en la galería de arte espirituana, donde les habla a los niños sobre el Héroe Nacional y el cuidado de la naturaleza.
Fabiana María Medina Hernández tiene nueve años y sueña con ser una artista famosa. Sus primeros trazos los hizo en la Casa de Cultura Osvaldo Mursulí, de la tierra del Yayabo y, luego, conoció de los cursos en la Oscar Fernández Morera.
“Me inspira mucho pintar paisajes y aquí con los profesores Alfaro y María Manuela he aprendido mucho”.
Sobre una de las mesas redondas de la galería espirituana descansan algunas de las obras de los pequeños que apuestan por aprovechar las horas de descanso del verano para adquirir saberes. No se precisa ser un experto para reconocer cómo, poco a poco, perfeccionan sus trazos.
“Los exhorto a crear lo que quieran, por eso en sus piezas están el mar, las montañas, la bandera cubana… Los materiales son los que aparezcan. Los padres nos ayudan porque no es secreto que las pinturas son caras; pero lo importante es que aprendan”.
Es ese el mismo anhelo de Marcos Antonio García Nápoles, alumno y profesor de los talleres. Tiene 15 años y desea ingresar en la carrera de Instructor de Arte en la especialidad de Artes Visuales.
“De forma autodidacta, de acuerdo a las instrucciones del libro, aprendí a hacer origami. Me pidieron que enseñara. Les explico los pasos para lograr figuras sencillas como palomas y, luego, se las complico. La verdad es que aprenden bastante. Mientras, sigo las enseñanzas de Alfaro, quien me prepara para las pruebas de aptitud”.
Se refiere a los encuentros de martes, jueves y sábado. El experimentado artista visual Ángel Luis Alfaro Ramírez conduce a adolescentes y jóvenes que aspiran a ingresar en la Enseñanza Artística.
“Fuera de vacaciones también atiendo a los más pequeños. Pero en esta etapa dedico el tiempo en enseñar naturaleza muerta, que no es más que la copia fiel del objeto que se les muestra como modelo; composiciones con figuras geométricas, ejercicios libres, esculturas en barro y trabajo con cartulina”.
Son enseñanzas que amenizan las mañanas en un pequeño local de la galería. Allí se agrupan los adolescentes y jóvenes, a quienes Escambray descubrió intentando llevar al papel un farol, ubicado en el centro de una mesa.
Emely González Panadés estudia Ingeniería Informática. Tiene 19 años y muchos sueños por cumplir. Uno de ellos es cambiar de universidad. La aspiración de matricular en Artes Visuales en el Instituto Superior de Arte la incentiva a no perderse ningún taller.
“Cuando egresé del Instituto Vocacional de Ciencias Exactas Eusebio Olivera aposté por la Informática, pero me queda por dentro esa pasión que desde niña tengo por la creación. Decidí, entonces, prepararme para intentar cumplir con ese deseo. En casa he estudiado bastante, pero reconozco que necesito de la guía que he encontrado aquí”.
A diferencia del espacio donde los más pequeños crean, en el sitio que los alumnos se reúnen con Alfaro el silencio tiene la palabra. Apenas se sienten las correcciones de los trazos que no logran fuerza ni firmeza. Los sábados, el profe —como lo llaman todos— dedica su tiempo a quienes residen fuera del municipio cabecera.
“Estos talleres me motivan y me aportan como ser humano —reconoce el también especialista de la galería y egresado de la otrora Academia de artes plásticas de Trinidad—. Aquí formamos de manera integral porque inculcamos en las primeras edades el amor hacia la naturaleza, las familias y la Historia a través de la creación. No solo buscamos que surjan artistas, sino que sepan apreciar el arte; además, pueden ser los profesores del mañana como nos ha sucedido con Marcos Antonio”.
Junto con las exposiciones que cuelgan en las salas principales y otras acciones culturales, en la Galería de Arte Oscar Fernández Morera también se hace escuela. En su interior se forja el presente y futuro de las artes visuales espirituanas. No importan las altas temperaturas de esta etapa ni si hay opciones más tentadoras, los saberes que ahí se transmiten se han convertido en una propuesta tentadora para niños, adolescentes y jóvenes que viven así su verano.
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