La Cultura Nacional transita por caminos muy diversos. Exhibe su permanente autoctonía, porque la disposición de este pueblo al fijar la plenitud de su arraigo define, a pesar de no pocas intervenciones nocivas, una actitud admirable y original, que confirma, desde hace más de un siglo, un carácter trascendente.
Este carácter formado en la contradicción de la rebeldía expresa sus orígenes más allá de los años en que la nación se abría en parto memorable, al suceder pleno de la patria gestada en la fuerza de los brazos y en la pujanza tremenda de las ideas. Desde el instante mismo de la colonización, se definía el pensamiento humanista de no pocos de los hombres en aquel acontecimiento tremendo para la historia.
El decurso del tiempo y sus consecuencias crearían las condiciones imprescindibles para el establecimiento en Cuba de una noción peculiar del acento nacional, movilizado entre conflictos y creciente por el impulso de ellos, hasta la magnitud prevista de un país independiente.
La nación y su historia; sus hombres y sus naturales paradojas; el tránsito por el pesimismo y la duda, por el optimismo y la confianza, favorecieron en Cuba un sentido controversial que, lejos de aislarnos, nos afirma, nos enlaza y nos consolida, en torno al tronco generoso del árbol de la patria.
Una vez, para repetirlo siempre, entonaron un himno que nos une junto a la bandera y sus nobles afectos a pesar de diferencias ideológicas, porque en el misterio de la cubanidad existen asuntos tan íntimos que no pueden explicarse, sino cuando Cuba nos convoca como mañana, con su voz de madre buena.
En esa voz de acentos comunes, de remisiones a la memoria cuya presencia reitera nuestra forma, está la esencia de este país y su cultura, ese haz de fibras emotivas en las que vibra el pulso de la nación cubana.
Entonces, agradecidos de vivir en esta nación donde la luz prevalece sobre el capricho de la noche, entonamos nuestro cántico junto a la palma y la bandera que nos exaltan, porque son, de la Cultura Cubana, signos genuinamente imprescindibles.
Bajo la advocación de los padres fundadores, de su entrega y de su dignidad, nuestra cultura en su constante hacer nos redime siempre de las trampas que pretenden arrojar nuestras voces al silencio, nuestra luz a la penumbra.
Por el privilegio de ser cubanos, cantemos, a pesar de todo, en el Día de la Cultura Nacional, la gloria del ascenso.
foto de Garal… recuerden siempre dar el crédito de las fotos
Gracias