Desde que Diego Hernández Ariosa puso los pies en el Departamento de Electromedicina de Yaguajay, allá por la década de los años 80 del siglo pasado, encontró en el camino de la innovación un motivo de vida. Y no fue obra del azar.
Al tropezar con ciertas limitaciones en la tecnología instalada en el sector de la Salud, él, como el resto de los especialistas, entendió que la única manera de echar a andar los aparatos era a través de inventivas salidas del ingenio de todos los que allí laboraban. Mas, aquel empuje de antaño no se ha ido del lugar; al contrario, se ha afianzado en pos de traer de vuelta a muchos equipos que pendían de la cuerda del desuso.
“De ahí en adelante surge mi interés por hacer que los equipos que lleguen al taller tengan una solución y, de esta forma, devolverlos a la vida útil”, cuenta Diego y en sus palabras evidencia la satisfacción de ser parte de un centro líder en el campo de la innovación en el norte espirituano e, incluso, más allá de sus fronteras.
No por gusto, cuando han pasado tres décadas de sus inicios en este mundo, el también licenciado en Sistema de Electromedicina evoca con lujo de detalles la primera innovación que logró con sus manos y el aporte de muchos otros profesionales de la entidad.
“Recuerdo como si fuera ahora la primera innovación que hicimos. Consistió en un baño serológico para evaluar las muestras de los pacientes a una temperatura de 37 grados. Me acuerdo que las resistencias del que había se dañaron y nosotros no podíamos encontrar en ese momento una solución a la problemática. Todo se dificultó porque las resistencias no estaban entrando.
“Entonces nos dimos a la tarea de buscar otro tipo de resistencia que se relacionara con las características de la anterior para instalarla. Así, poco a poco, arrancamos con las primeras adaptaciones hasta que logramos el objetivo”, refiere.
Sobre los hombros de este profesional pesan invaluables creaciones. En la adaptación de un módulo de una incubadora para lograr una cuna térmica destinada a los servicios neonatológicos; en el ajuste de resistencias para las destiladoras y en la recuperación de autoclaves y de la máquina de anestesia y la mesa de ortopedia del salón de operaciones del Hospital General Docente Joaquín Paneca Consuegra, del municipio, está el ingenio y la inspiración de este hombre que contribuye a la economía del país.
“Cada unidad tiene su banco de problemas, el cual pasa a Electromedicina, y en función de eso trabajamos. Nosotros hemos puesto autoclaves en Perea, Los Ramones, Llanadas, Cambao, y en otros lugares apartados de la cabecera municipal, para que allí se puedan brindar los servicios de salud”, comenta el electromédico.
Y mientras esboza cada una de las innovaciones de los últimos tiempos, deja entrever la alta cuota de sacrificio que hay detrás de cada equipo reparado. “Nosotros no tenemos piezas de repuesto ni muchas cosas para trabajar. No obstante, buscamos por aquí y por allá y si hay algún equipo dado de baja porque no admite reparación, ocupamos algunas de las piezas que puedan ser útiles y echamos a andar otros.
“También trabajamos en la casa, porque una cosa que no sale en el departamento, lo llevamos hasta allá para adelantar y buscar la solución lo antes posible. Además, a los equipos hay que pasarles la mano porque son muchos años de explotación los que tienen”, confiesa.
Quizás esa voluntad de aportar y esa entrega sin límites a su quehacer permitieron que Diego cumpliera misiones internacionalistas en Venezuela y en Sudáfrica. En estos países también puso a prueba su capacidad innovadora. “Estas experiencias me aportaron muchísimo porque aprendí y enseñé también”, destaca.
Mas, en su hoja de ruta no solo saltan a la vista colaboraciones internacionalistas, sino también sus reconocimientos en fórums de base, a nivel municipal, provincial y hasta en certámenes a escala nacional.
Eso sin contar sus méritos como Vanguardia Nacional, delegado a la Segunda Conferencia Nacional del Sindicato de la Salud, entre otros lauros que ostenta sin vanidad alguna. “Es importante lo que hacemos, y nos sentimos orgullosos de que las personas nos miren y reconozcan nuestro trabajo. Ese es el mayor premio”, apunta el profesional.
Y es que Diego y el resto de los trabajadores que integran la nómina del departamento de Electromedicina de Yaguajay han encumbrado el quehacer de la entidad. La recuperación de un servoventilador en el hospital municipal resulta una de sus últimas innovaciones, que presentarán en un evento de carácter nacional en Holguín.
“El servoventilador del hospital se dañó y no teníamos la solución en la mano, pero se nos dio la oportunidad de buscar en Sancti Spíritus y en Santa Clara algunas partes y componentes de un equipo parecido al modelo del que había, pero de más calidad.
“Entonces, ¿qué hicimos? Tratamos de recuperar el que había anteriormente y ese que nos dieron para piezas de repuesto lo armamos y lo recuperamos también, y hoy está trabajando excelentemente. Por tanto, ahora en el hospital hay dos servoventiladores, cuando solo había uno”, puntualiza el especialista.
Por esta dicha de crear a favor del bienestar de los habitantes de su terruño es que Diego no pierde las energías para salir todos los días a trabajar. No importa si tiene que pasar horas delante de los equipos buscando la solución eficaz. Para él basta saber que contribuye a la sociedad.
“No quisiera irme nunca de lo que sé hacer. Me desempeño aquí desde que me formé y sé que estoy salvando vidas y ayudando a personas. En Electromedicina me siento útil y me gustaría que las nuevas generaciones amen este trabajo y vean lo lindo que es”, precisa.
No hay duda: Diego Hernández Ariosa se oxigena detrás de cada equipo reparado. Y su alegría es enorme cuando ve en el rostro de los yaguajayenses tanta generosidad.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.