El acta de la Protesta de Jarao

Para cualquier investigador del siglo XIX es difícil, cuando no improbable o imposible, hallar un libro donde se reproduzca íntegramente el texto del acta de la llamada Protesta de Jarao, acaecida el 15 de abril de 1879

Bonachea reeditó en tierra espirituana el gesto heroico de Maceo en Baraguá. (Foto: Archivo)

Incluso para cualquier investigador del siglo XIX es difícil, cuando no improbable o imposible, hallar un libro donde se reproduzca íntegramente el texto del acta de la llamada Protesta de Jarao, acaecida el 15 de abril de 1879. No aparece, al menos, en ninguno de los que habitualmente consulto para asuntos relativos a las luchas de Cuba contra España.

Esta carencia es una prueba más de que, ante la significación política de la Protesta de Baraguá (15 de marzo de 1878) y la ascendencia de la figura de Antonio Maceo, su principal artífice, el discurso historiográfico cubano y la enseñanza y divulgación de la historia patria apenas han justipreciado las acciones que tras la firma del Pacto del Zanjón (10 de febrero de 1878) acometiera el patriota santaclareño Ramón Leocadio Bonachea (1845-1885), incluida la protesta con que puso fin a casi 14 meses de combate obstinado en el centro del país.

Juzgo útil, por tanto, compartir con los lectores de Escambray una reconstrucción parcial del documento. La he realizado combinando los fragmentos que reproducen Francisco Pérez Guzmán y Rodolfo Sarracino en el libro La guerra chiquita: una experiencia necesaria (1982) y los que reproduce Raúl Rodríguez la O en su artículo “El general Ramón Leocadio Bonachea y la Protesta de Hornos de Cal”, publicado en Granma en 2015. Aunque presumo que es poco el texto que falta, sigue incompleta.

El sitio donde tuvo lugar la célebre protesta ha sido espacio de veneración de sucesivas generaciones de cubanos. (Foto: Archivo)

Según Pérez y Sarracino, firmaron el acta, además de Bonachea, Serafín Sánchez, Juan B. Spotorno, Juan Pablo Arias “y varios pacíficos y reconfortados autonomistas”. Refieren estos autores que fue difundida por el periódico La Independencia casi dos meses después, el 7 de junio de 1879, y que el documento original se halla en el Archivo Nacional de Cuba, en el fondo de Asuntos Políticos, adonde habría que acudir para su consulta.

Aparte del interés histórico, el acta ofrece un elemento de interés lingüístico: la combinación próximo pasado en el sintagma a principios del año próximo pasado. A los hablantes actuales de español puede parecernos una formulación contradictoria, en la que próximo, en el sentido de ‘siguiente, inmediatamente posterior’, resulta incompatible con pasado. Pero próximo significa también ‘cercano, que dista poco en el espacio o en el tiempo’. De manera que se utiliza en la combinación próximo pasado para reforzar la cercanía del pasado y tiene, en puridad, un valor entre enfático y redundante.

Es una secuencia que el Corpus del Diccionario histórico del español documenta desde el siglo XV.[1] Entre los ejemplos del XIX que allí se recogen, aparecen los de autores como Gertrudis Gómez de Avellaneda (“La semana próxima pasada regaló un rico pañuelo a madame d’Hericour”, El artista barquero, 1861) y Gustavo Adolfo Bécquer (“La preciosa comedia de costumbres del señor Rubí, de cuyo estreno hicimos mérito en el número próximo pasado”, Artículos y escritos diversos, alrededor de 1870).

Entre las pocas realizaciones del XX —siglo en que perdió vitalidad la combinación—, sobresale esta, tomada de la Constitución de la República española de 1931: “La ley de 26 de Agosto próximo pasado […] tendrá carácter constitucional transitorio hasta que concluya la misión que le fué encomendada”.[2]

Ramón Leocadio Bonachea, como Maceo, reafirmó simbólicamente su determinación de seguir en pie de guerra. (Foto: Archivo)

Por otra parte, destaca en el acta de la Protesta de Jarao el empleo del ecónimo Jarao con artículo antepuesto, un uso que se perdió, a juzgar por la información que proveen Sancti Spíritus en la mano. Diccionario geográfico (Marlene E. García et al., 2015) y el Nomenclador nacional de asentamientos humanos. Provincia Sancti Spíritus (ONEI, 2017).

A continuación, el texto que he logrado recomponer:

“Acta. En el lugar denominado Hornos de Cal, inmediato al poblado del Jarao, a 15 de abril de 1879, el general cubano Ra­món Leocadio Bonachea reunió en su presencia a los jefes, oficiales y demás patriotas que hasta la fecha han estado sirviendo a sus órdenes, y les dirigió la palabra haciéndoles presente que cuando a principios del año próximo pasado tuvo conocimiento de las estipulaciones hechas en el Zanjón, no las aceptó por considerarlas perjudiciales para el país, y porque mantenía la creencia de que no contentos los habitantes en su generalidad con la dominación española ni con la preponderancia que en virtud de ella habían de ejercer en los pueblos de Cuba los hombres procedentes de la Península y especialmente los mi­litares y empleados, pronto se reunirían a su alrededor pa­triotas en nú­mero suficiente, y se organizarían fuerzas más o menos numerosas que harían recobrar a la Revolución la pu­janza de sus mejores tiempos. En tal concepto, e inspirado sólo por su amor á la patria, continuó luchando por la libertad e independencia de ella, arrostrando todos los peligros y dificultades consiguientes al aislamiento a que había quedado reducido después de verificadas las mencionadas estipulaciones. Pero habiendo transcurrido más de un año sin que el pueblo de Cuba respondiese al llamamiento que se le hacía, y habiéndole manifestado muchos patriotas residentes en las ciudades y poblaciones y algunos de los mismos jefes capitulados que su actitud hostil en medio de la pacificación ya efectuada […] imposibilitava los trabajos agrícolas […] y enterado de la miseria que pesaba sobre las familias residentes en el territorio que había sido teatro de la guerra (…) ha creido conveniente y beneficioso para el País deponer las armas, abandonar la actitud hostil y retirarse de la Isla con aquellos de sus compañeros que así lo deseen, pudiendo los demás tornar a sus hogares, aprovechando las palabras, las promesas y la buena fe del gobierno, que se muestra dispuesto a dar a todos acogida y protección franca; con la cual aspira a que, restablecida la tranquilidad en el territorio, puedan sus conciudadanos dedicarse a la reconstrucción de sus fincas (…). Declara en consecuencia, que sus intenciones son conforme a las explicaciones aquí contenidas, y que su resolución de dejar las armas y retirarse obedece solamente al deseo de no interrumpir la reconstrucción del país sin beneficio alguno para la causa de su independencia, bajo la inteligencia de que de ninguna manera ha capitulado con el Gobierno español, ni con sus autoridades, ni ajentes, ni se ha acojido al convenio celebrado en Zanjón, ni con éste se halla conforme bajo ningún concepto […]”.


[1] La primera documentación data de 1438: “Asençio Bannes, regidor, puso en el arca […] las cartas de los regidores del anno proximo pasado” (Colección documental del Archivo Municipal de Mondragón, España).

[2] Tanto en esta cita como en la reconstrucción del acta de la Protesta de Jarao se respetan los usos gráficos originales. Esta combinación solía abreviarse con la grafía “ppdo.”

Pedro de Jesús

Texto de Pedro de Jesús
Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua. Narrador y ensayista. Premio Alejo Carpentier.

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