Tenía solo cuatro años cuando junto a otros pequeños echó a volar la imaginación al sentir una música contagiosa. Lucila Patricia Fábrega Soto no recuerda con exactitud cuántos mundos creó en ese instante, pero sí que ese día conoció a una familia de la que le ha sido imposible desprenderse.
“Los Yayaberitos son eso, porque es como estar en mi hogar. Desde hace 10 años me aprobaron en aquellas captaciones y, más que actuar, aprendemos sobre medio ambiente, nuestra historia, lugares importantes… Ya me queda poco tiempo en el proyecto por mi edad, pero siempre seré una de sus integrantes. Tanto me he enamorado que haré las pruebas para la Escuela de Arte porque sin lo descubierto aquí no sé estar”, cuenta con emociones y palabras.
Y no sólo por este trazo importante de su historia de vida, sino porque le da los toques finales al personaje que la llevará, quizá, a su última más grande presentación junto a los casi 60 pequeños que, como ella, hacen de la escena una gran fiesta. En esta ocasión, el pretexto es celebrar los 25 años del grupo infantil nacido por la constancia y entrega de Estela Aguilar Barrosa, una promotora cultural fuera de los perímetros del sector artístico.
“Comenzamos sin imaginar que hoy estaríamos aquí. El trabajo con los niños es muy difícil. Los inicios están cuando un día reuní a un grupo de pioneras de la escuela primaria Arcelio Suárez, del municipio de Sancti Spíritus. Nombré ese grupo Nené Traviesa y con él llegaron los primeros aplausos. Ya no pude parar”.
La entonces asistente educativa sumó a unos pocos niños a la brigada artística que, sin proponérselo, se hizo conocida fuera de los contornos de la institución educativa enclavada en los Olivos II, de la ciudad del Yayabo.
“En aquellos momentos había un movimiento creativo muy fuerte a partir de la Colmenita de Cremata, que es para el trabajo cultural infantil cubano un referente importante. Recuerdo que Marta Julia Hernández, quien ya daba de qué hablar con su Colmenita de Jarahueca, me insistió para que creara una acá. Fue así que capté a pioneros, sobre todo a quienes eran más tímidos, tenían dificultades para concentrarse o no pronunciaban correctamente las palabras. Después de trabajar un tiempo, eran irreconocibles dentro del aula. El arte es sanador en todos los sentidos”.
Tras muchos ensayos y justo a las puertas de su primera gran presentación, una de sus integrantes levantó la mano y con fuerza dijo: “¿Por qué no nos nombramos Los Yayaberos?”. Fue su homenaje sincero a uno de los símbolos de la ciudad espirituana. Mas, Estela sugirió el diminutivo para evitar que fuese más grande que los pequeños tamaños de quienes integraban el colectivo.
“El 26 de noviembre de 1999, 20 pioneros y yo nos presentamos como Los Yayaberitos con una propuesta muy diferente a la que estaban acostumbrados los pobladores de la zona de los repartos Toyo y Escribano, colindantes a nuestra escuela. Creo que pensar siempre en esos vecinos dice que desde nuestro corazón somos un proyecto cultural-comunitario”.
César Andrés Chau González conoce bien esos inicios. Los ha escuchado casi desde que abrió los ojos porque su mamá Oyaima, fue protagonista del primer grupo de niñas y luego su hermano forma parte de la lista inmensa de integrantes del proyecto comunitario.
“Estar entre ellos ha sido prácticamente por herencia —deja escapar una sonrisa inmensa—. Cuando entré en la Arcelio Suárez veía cómo ensayaban, pero que lo disfrutaban tanto que dije: Tengo que sumarme. Aquí descubrí el teatro, la música y el baile. Tengo para contar muchas experiencias, pero sobre todo ahora que me voy me llevo lo mejor: la amistad de personas que forman parte de mi vida gracias al arte”.
Cuando Estela Aguilar Barrosa escucha esas expresiones siente más tensiones que cuando lidia con los padres —imprescindibles en el funcionamiento de Los Yayaberitos— y los pequeños artistas justo antes de una presentación. Esos criterios son sus mejores premios, tal y como sucede cuando las ovaciones hacen correr los telones de los espectáculos.
“Regalamos a los públicos lo mejor que sabemos hacer. Formamos a nuestros pequeños y, no tanto, porque ya tenemos unos cuantos en Secundaria Básica en actuación, música y danza. Hice un taller para confeccionar las ropas, y uno de literatura ya que quienes tienen aptitudes para escribir son, mediante una tormenta de ideas, quienes estructuran muchos de los textos que llevamos a escena. Claro, no descartamos llevar a escena obras de teatro conocidas, como el Pelusín frutero, de Dora Alonso”.
Esta hacedora cultural, en un largo camino junto a sus artistas, ha cosechado múltiples alegrías por el reconocimiento de instituciones que avalan sus talentos. Premio Provincial de Cultura Comunitaria, medalla por el 50 aniversario de la Revolución, lauro nacional Esperanza en más de una ocasión, Beca de Creación Teatral Ignacio Gutiérrez, la Llave de la Ciudad de Sancti Spíritus, la condición de Relevante por el Consejo Nacional de Casas de Cultura, protagonista de los programas de Centrovisión… Dibujos, Ronda de colores, y El portal del abuelo son algunos que se resguardan con cariño en lo más alto del pedestal del proyecto.
“Hemos llegado a estos 25 años con una cifra de casi 60 integrantes. Realmente, nunca pensé que pudiéramos sumar a tantos, ni que lograríamos trabajar con un grupo tan numeroso. Pero nos ha funcionado que los agrupe en tres subgrupos: de preescolar a segundo grado; los de tercero a cuarto, y los de quinto a noveno, porque muchos siguen. A los más pequeños los motivo con juegos y mientras crecen se involucran con los ejercicios teatrales que de forma natural ven hacer al resto”.
Así fue como Angélica María Castilla Acosta descubrió a Los Yayaberitos. Le fascinaba verlos actuar en matutinos especiales y con decisión le comunicó a su mamá que quería formar parte del proyecto.
“Lo que más me gusta es la danza, pero he aprendido el resto de las manifestaciones. Tengo muchos amigos y me encanta cuando nos vamos por ahí para compartir con los públicos”.
Contar cada una de las anécdotas que sostiene al proyecto comunitario Los Yayaberitos, perteneciente a la Casa de Cultura Osvaldo Mursulí, de la ciudad espirituana, es un desacato a la síntesis periodística. Estela y sus pequeños no olvidan, entre tantas historias, a quienes han egresado de la Enseñanza Artística, los ganadores del Cantándole al Sol, el Festival de Teatro de Aficionados Olga Alonso y las chicas de La Colmena TV… Los Yayaberitos han sabido, más que hacer cultura, construir una guarida de múltiples enseñanzas.
“El esfuerzo durante estos 25 años ha sido inmenso, sobre todo, en esta última etapa por la cantidad de integrantes. No puedo decirle que no a uno que llega con talento y con ganas de aprender. Y, junto con ese sacrificio, está la satisfacción. Es un trabajo que físicamente se siente, pero, como digo siempre, reconforta el alma, que es lo más importante”, concluyó con la misma pasión con la que trajo al mundo este grupo infantil, orgullo de la tierra espirituana.
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