Al filo de las once de la mañana luego de unas tres horas de entrenamiento en el estadio Victoria de Girón, el sol, inclemente, intenta probar su resistencia; mas recibe como respuesta aplausos, sonrisas y mucho vigor.
Son las muchachas del béisbol femenino espirituano, que desafían algo más que los grados de calor para enfrentar su Campeonato Nacional, previsto desde este sábado por el sistema de eliminación. En el inicio recibirán a Ciego de Ávila en el terreno del Huelga, en doble partido a siete innings.
Aunque tiene apenas 25 años, Nayelis Díaz Rodríguez, quien tiró sus primeras pelotas en Meneses, Yaguajay, aporta su experiencia a un elenco esencialmente joven (23 años de edad promedio). “Comencé en la EIDE Lino Salabarría en séptimo grado y me he mantenido jugando en mi territorio, he sido receptora, he jugado segunda y ahora estoy en la primera base, que es lo que le hace falta al equipo”.
En segunda, Yadiana Cañizares incorpora las habilidades de los nueve años en el softbol y su paso por el béisbol five. También la adrenalina de sus 21 años. “Es un poco más difícil porque hay que esperar más y soy hiperactiva, el softbol es más dinámico; aquí es diferente, pero lo que bien se aprende no se olvida; es batear, coger un rolling, y eso lo sé hacer. El objetivo es salir a divertirse al terreno, a ganar o perder, pero con la mejor decisión de clasificar”.
Tras acaparar titulares el pasado año por ser la primera mujer que en Cuba intervino en un campeonato provincial de béisbol masculino, Rosaly González Rodríguez trae mejores armas: “Es un cambio muy grande, he tenido más entrenamiento al estar entre los hombres, allá se trabaja más fuerte y eso golpea, pero me ha servido en la preparación para poder ayudar al equipo, juego cuadro, quecheo y lanzo, lo que el equipo necesite”.
Desde las voces de mando, los profesores intentan dar el toque de dulzura a quienes empuñan, sin tapujos, el bate o fildean, con destreza, la bola. “Solo llevamos tres semanas, pero nos mantenemos entrenando en los municipios —comenta Boris Gutiérrez Espinosa, entrenador—, algunas son profesoras de béisbol, otras vienen del béisbol five o el softbol, tienen mucha calidad, la base son las juveniles, que el año pasado iban a discutir la final con Granma. En pocos días de entrenamiento han acoplado bien, se ve la mejoría”.
ROMPIENDO ESTIGMAS
Aunque la práctica del béisbol de mujeres no es nueva en Cuba, tanto que ya hacia mediados del siglo XX ya varias de ellas irrumpieron en los terrenos de pelota como una victoria de sus luchas sociales de reivindicación, en pleno siglo XXI no se han derribado todos los muros. Para este campeonato, por ejemplo, no se pudieron completar las 18 integrantes que se exigen porque algunas tienen hijos y eso las limita, además de la resistencia que aún queda de padres y esposos e, incluso, la sociedad. Los escollos forman parte de una realidad generalizada. Este propio torneo nacional debió cambiar su estructura a última hora porque en la zona no estarán ni Cienfuegos ni Villa Clara.
Pero, a fuerza de empuje, las mujeres han escalado peldaños y rompen, no sin tropiezos, los estigmas. Sancti Spíritus tiene entre sus referentes a la trinitaria Yamisleidy Pérez Iznaga, ganadora del título de la Primera Copa del Caribe de Béisbol Femenino, en 2022.
A juicio del comisionado provincial Nelson Ventura, resulta complicado conformar un equipo: “Ya tenemos un entrenador en cada municipio y hay niñas incorporadas, aunque no hemos logrado tener ninguna matrícula en la EIDE”.
Quienes ahora pretenden ganar uno de los dos boletos a la final, persiguen también avivar la llama. “Siempre hay sus límites —piensa Nayelis—, no es lo mismo una mujer que un hombre, siempre vas a tener un dolor o algo, pero hay que imponerse, continuar hasta llegar a tu límite y darlo todo por el equipo.
“Fue un reto cuando el comisionado provincial nos llamó —apunta Boris, ya con dos años entre féminas—, queríamos probar, las mujeres tienen sus características, pero están comprometidas, juegan porque les gusta, trabajan mucho, son muy profesionales, disciplinadas, no hay que estarlas requiriendo, tienen una chispa natural, siempre están animándose entre ellas, me ha gustado trabajar con mujeres”.
Fue él quien llevó por primera vez a una mujer a jugar con el equipo de Jatibonico en la serie provincial: “Rosaly ayudó a la unión del equipo, a crear otro ambiente distinto”, precisa.
Y ella habla hoy desde la autoridad que le confiere ser el alma del equipo: “Las expectativas son otras porque estoy con las de mi sexo, aquí me siento más abierta, me expreso mejor, los entrenadores nos dicen que somos más responsables y es verdad. No tenemos la fuerza de los hombres, ni hacemos las cosas como ellos, pero sí oímos sus consejos. Dentro y fuera del terreno tratamos de hacer las cosas alegres, con ganas, porque así todo sale bien. Siempre nos estamos riendo y tratando de disfrutar el momento que estamos aquí”.
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