“Algunos niños llegan a la consulta tal como los ves: llorando y gritando; desde edades tempranas hemos visto trastornos en la socialización, a ellos no suele gustarle los espacios abiertos”. Así refiere la doctora Yanisbel Peguero Cabezas, psiquiatra infanto-juvenil del Centro de Diagnóstico y Orientación Provincial (CDO).
“Mi hijo tiene ocho años y ya ni siquiera juega con sus carritos, se desvela hasta altas horas de la madrugada viendo videos en su tableta; por más que trato, no logro ayudarlo a conciliar el sueño”, cuenta una madre que lleva a su niño camino a la escuela primaria Serafín Sánchez Valdivia, en Sancti Spíritus. “Estamos viviendo una era marcada por la tecnología, eso no debería ser”, dice otra señora, tras escuchar el anterior relato.
Esta es la realidad de una Cuba que, en aras de potenciar la informatización y el acceso a la tecnología, marca influencias hacia los más pequeños de casa con vistas a diversificar los métodos de enseñanza; pero, ¿cómo utilizar educativamente estas herramientas?, ¿qué consecuencias tiene su uso excesivo en los infantes?, ¿cuándo se quiebra la línea entre el entretenimiento y la adicción?, ¿qué opinión tienen las familias, maestras, psicólogas y psiquiatras? Escambray se adentra en las pantallas de esta realidad que ya no es virtual, tiene hasta pupitre en el aula.
MIS NIÑOS SÍ JUEGAN
Con el inicio del curso escolar 2024-2025 regresa la alegría a un centro colmado de infantes intrépidos que corretean por los pasillos, dibujan paisajes y juegan a la gallinita ciega; sin embargo, al llegar a casa antes de hacer las tareas saludan con: “Mamá, ¿dónde está mi celular?”.
Ahí comienzan los conflictos para Ivis Simón Luna, maestra en el área de Humanidades de la escuela primaria Serafín Sánchez Valdivia, fiel promotora del Proyecto Educativo Rescatemos los juegos tradicionales, que cada lunes, miércoles y viernes encuentra sonrisas entre los niños.
En sus 29 años como maestra, nota marcados cambios en el comportamiento de los estudiantes dados a partir de esta problemática universal: el uso excesivo de las tecnologías. Cuestión que califica como “desfavorable en el sentido amplio de la palabra para el correcto desarrollo durante la primera infancia”.
Los alumnos del actual sexto grado aprendieron a escribir, leer o sumar a través de teleclases, por lo que aún evidencian lagunas en el aprendizaje; aseguran sus educadoras que pudieran suplirse si la familia, junto a los centros escolares, promovieran un uso responsable, educativo y provechoso de la tecnología; pero, como dice Ivis: “No son solo los niños, son también los padres, es la enseñanza que se está dando hoy día”.
En una fuente especializada como el artículo Aislamiento social, tecnología y salud mental, publicado en la revista digital Multimed, con autoría de la doctora Iris Dany Carmenate Rodríguez, se plantea: “A través de las teleclases se generan habilidades, se refuerzan procesos de la atención, comprensión, razonamiento lógico, concentración, se despiertan habilidades al realizar las tareas orientadas, lo cual resulta positivo para el alumno; (…) pero se hace un paréntesis para alertar sobre el daño que esto provoca cuando se utiliza en etapas tempranas de la vida donde el niño aún no ha logrado el desarrollo del lenguaje y este puede verse perturbado por la exposición temprana a las pantallas”.
Por eso Altinai Oliva, la maestra de primer grado, enseña a punta de lápiz, goma y libros a sus pequeños; también los guía por el sendero de la tecnología consciente, con ingeniosas formas de utilizar la televisión en el aula durante las clases que así lo requieran. “Bajo por Internet videos académicos y los muestro de 10 a 15 minutos, es para motivar», cuenta a Escambray.
“A mí me gusta que aprendan primero del libro, porque luego lo que hacen por Internet es copiar y nada más”, expresa Sara Carrazana Saroza, la maestra de Sexto 4 de la escuela primaria Julio Antonio Mella. En su aula no se ha diagnosticado ningún caso de niños con dependencia tecnológica, pero “los pudiera haber, cuesta mucho trabajo hacer comprender a los padres que los niños pueden tener estas dificultades”, destaca.
Del intercambio aleatorio de Escambray en ambos centros educativos con alrededor de 75 infantes se obtuvo como resultado que ocho de cada 10 niños con edades entre seis y 12 años tienen celulares; sin embargo, en los grupos que realizan actividades complementarias dirigidas a fomentar el amor por los juegos de roles, el 90 por ciento de los infantes prefiere pasar tiempo al aire libre en lugar de quedarse frente a las pantallas del teléfono. ¿Entonces?, ¿somos de la era digital o somos sus víctimas conscientes? La maestra Ivis mira sonriente a sus niños y dice: “¿Viste?, mis niños sí juegan”.
DEL ENTRETENIMIENTO A LA ADICCIÓN
Escambray busca nuevas páginas en este laberinto no virtual; encuentra otros testimonios en aulas y hogares. “Las niñas nunca fueron de un uso desmedido por la pantalla; afortunadamente vivo en un barrio donde hay muchos niños y por las tardes es normal verlos jugar. En la casa no estamos tan pegados al teléfono, preferimos salir a hacer otras actividades”, cuenta la mamá de dos pequeñas que cursan preescolar y sexto grados, respectivamente.
“Pues mi hijo sí ve muchos muñes en el televisor; primero fueron canciones infantiles y luego Dora la Exploradora, ahora tiene cinco años y sigue siendo la única manera de tenerlo tranquilo”, dice la madre de un rubio bonito al que le sostiene las manitos.
“Todo comenzó durante el confinamiento por la pandemia; yo necesitaba trabajar y tener al niño tranquilo, por lo que se le dio un teléfono y se movió el televisor para su cuarto”, comenta la joven mamá que llega al CDO en busca de asistencia médica porque su hijo rompe a llorar cuando está en espacios abiertos, ruidosos o simplemente en la escuela; su vivencia es la de otras madres espirituanas.
Es justo ahí donde se quiebra la delgada línea entre el entretenimiento y la adicción. La creciente tendencia al sobreconsumo de tecnología rompe con el correcto desarrollo interpersonal y afectivo en los niños porque no se controla a tiempo.
La formación inicia en casa, donde los padres deben motivar el interés por jugar a la cocinita, arreglar una bicicleta, las tareas del hogar o el estudio, de manera constante y progresiva, para que los niños se sientan incluidos en la cotidianidad del hogar.
Los especialistas sostienen que la exposición a pantallas antes de los tres años de edad no es recomendable; primero —alegan— los niños deben desarrollar vínculos afectivos en el seno familiar para su posterior integración a la sociedad como un ser adaptable a todos los entornos que requieran interacción verbal, emocional o física.
Alarma ver unas manitas inquietas porque no tienen entre ellas un celular para jugar Minecraft, uno de los más gustados; duele medicar a un niño que no concilia el sueño en los horarios debidos; es difícil recibir la noticia de que tu hija tiene un autismo inducido.
“Los excesos son malos y a tiempo todo tiene solución; sumen las sonrisas en el patio de recreo y resten los ojitos llorosos en el salón de Psicología. La respuesta está en casa”, dice una abuelita que espera el turno de su nieta en la consulta de Psiquiatría, en el Hospital Pediátrico.
A LAS CONSECUENCIAS, REMEDIOS
8:00 a.m. Abren las puertas del Centro de Diagnóstico y Orientación Provincial; 10 minutos después llegan con sus batas blancas la psicóloga Olga Lidia Gerónimo Pérez y la psiquiatra infanto-juvenil Yanisbel Peguero Cabezas; luego, entra a consulta el primero de muchos niños que visitan el salón colmado de juguetes; se abre el diálogo para escuchar, analizar, diagnosticar y solucionar todo tipo de afecciones neurológicas.
Los fenómenos sociales y familiares provocados por excesos tecnológicos ocasionan el aumento constante en la cantidad de pacientes que visitan el centro en busca de ayuda especializada. “No vemos una parada, a pesar de que se habla tanto de las consecuencias de esta adicción”, comenta la doctora Yanisbel.
El cerebro humano está dotado genéticamente y apto para aprender; mas, depende de la estimulación que el niño reciba del entorno social donde se desenvuelve para desarrollar de manera correcta su intelecto y cuando estos procesos son interrumpidos por los excesos tecnológicos, se estancan instintos tan básicos como el habla.
“La responsabilidad de los padres es desde que el niño está en la cuna, desde los primeros meses de vida que son expuestos a pantallas”, añade Yanisbel. Por su parte, Olga Lidia precisa: “Las familias no están concientizadas sobre las consecuencias, incluso visibles en sus niños, porque si hubiese conciencia hubiera una disminución del consumo tecnológico”.
Los niños deben aprender a desarrollar habilidades, compartir, aceptar, esperar, controlar frustraciones; no deben ser víctimas del bullying online, acosados en redes sociales, acceder a contenidos inapropiados o, incluso, incursionar en su vida sexual por primera vez a través de una pantalla. Sobre ello, la doctora Iris Dany Carmenate Rodríguez, especialista en Psiquiatría Infantil, acota: “Los padres no establecen normas y se les escapa a lo que sus hijos están expuestos”.
La también jefa del Servicio de Salud Mental del Hospital Pediátrico Provincial cuenta haber atendido a niños con un cuadro psicótico que “hacen perretas en las consultas porque se les retira el celular, luego la mamá en la casa ante esta situación se lo ofrece nuevamente y vuelve el ciclo”. Además, dice: “Pienso que es muy importante el uso de la tecnología, habla a favor del desarrollo y eso no se puede negar, lo que pasa es que todo en extremo trae malas consecuencias”.
Resulta fácil perderse en el laberinto de la Red de redes cuando el celular va en la mochila de niños de todas las edades y tiene pupitre en el aula; pongámosles pausa a sus consecuencias y démosle play a la educación saludable.
Navega por el lado oscuro de las pantallas y decide qué prefieres para tus hijos: ¿virtualidad nociva o realidad efectiva?
Una sola medida, prohibido el uso de celulares en la escuela en horario de clases, eso no hace falta. Nadie se ha muerto por no usarlo en ese tiempo.
Por qué la situación con el abasto de agua no está en primera plana?? Siendo un tema tan critico que nos afecta a todos.