El décimo hombre en la alineación de los Gallos

Carlos Manuel Hernández Caro asume la compleja misión de equilibrar los ánimos de los integrantes del equipo espirituano e inyectarles optimismo

A Carlos Manuel Hernández Caro la Serie Nacional de Béisbol en su versión 63 le ha exigido de más, como si fuese un bateador importante en el róster regular o un lanzador de punta en la lista de abridores.

Primero llegó al equipo casi en rol de emergente, cuando a la hora de iniciar la campaña los Gallos no tenían psicólogo. Después, el elenco tuvo un paso zigzagueante y estuvo de slump en slump hasta que echó el resto para poder clasificar.

Y justo en esos momentos, las miradas y las críticas se giran hacia ese profesional que suele cargar las culpas de todo lo que anda mal en cuestiones de actitud, aptitud, rendimiento, ánimo…

Pero, de tantos años en esos avatares, Carlos está acostumbrado a este maremoto y lo asumió con parsimonia y cabeza fría; al final, como reconoció el propio director Lázaro Martínez, resultó pieza clave para que los Gallos pasaran a la postemporada.

Lo hizo a pesar de tener una situación personal critica, con tres ancianos enfermos a su cargo, dos de los cuales, incluso, fallecieron hace unos días, ya en tiempo de play off.

La psicología da herramientas a los atletas para superar los escollos que se presentan en el juego, asegura Carlos Manuel Hernández.

“La psicología deportiva debe tener una consecución, una estabilidad y al principio de la preparación no se tuvo, aunque tenemos entrenadores muy preparados que son capaces de llevar orientaciones precisas a los atletas; pero bueno, cuento con la experiencia de haber estado aquí y haber llegado un poco tarde nos apretó porque la psicología tiene etapas y ya estábamos dentro de una competitiva, que no trata de buscar tantos cambios ni exigir mucho, sino de resaltar reforzamientos de posturas e ir limando cuestiones que van apareciendo, dentro de ellas esa de actitud”.

Y hablamos del slump y de otros padecimientos: “Se jugó mal, incluso volvemos al caso de Rodolexis, que fue uno de los más llamativos, hasta el director de Artemisa, que es mi amigo hace años, me dice: ʻCompadre, ¿qué le sucede a tu primer bate?ʼ. Y ahora te lo puedo confesar, le contesté: Él no se está entregando, y uno compara lo que hizo el año pasado cuando robó bases, bateó y demás, pero esas son cuestiones motivacionales que el ser humano también experimenta, uno no sabe los problemas que tiene su familia, las situaciones que viven todos los peloteros aquí adentro; no se conocen los resentimientos que quizás tengan, hay que conversar con ellos para uno saber cómo piensan y no cuestionarlos, porque también tenemos un público que, incluso, ha llegado hasta a mencionarles la madre a los peloteros”.

Pero las cosas se complicaron en demasía. A falta de unos 20 juegos, los Gallos estaban detrás en la tabla y las opciones clasificatorias eran casi nulas. Prácticamente agotadas estaban también las técnicas y prácticas psicológicas; se precisaba de un mago para lograr el milagro de la reversión. “Ya no sé qué hacer”, me dijo entonces.

Sí sabía. Solo que, como los mánagers, tampoco quería —ni podía— revelar el arma secreta que quedaba.

“Aquel día que sentaron a Rodolexis porque no corrió, le pedí a la dirección que quería reunirme con el equipo porque era una necesidad sentida, como se dice en psicología. Varona fue uno de los que me dijeron: ʻNosotros quisiéramos que tú intervinieras solo con nosotrosʼ. Él jugó en el extranjero y no es que aquí no se le dé, pero allá, según nos dijo, se le da una importancia tremenda a nuestro trabajo. Y lo hicimos, dicen los libros de psicología que yo soy un asesor de la dirección y siempre le voy diciendo: Vamos a hacer esto o lo otro; pero se trataba de otra cosa y había que cambiar la dinámica. Nos fuimos solos para la parte de atrás del estadio por la mañana antes del entrenamiento, hay cosas que por cuestiones éticas no voy a decirte,  pero ese día empezamos la sesión grupal con una canción de Tony Ávila: Mi casa.cu, antes hicimos una técnica de activación, nos reímos, nos relajamos y luego puse la canción e intenté que se representaran en ella, les dije que nuestra casa es este estadio, lo que vivimos, lo que sentimos allá adentro y cómo buscar las  transformaciones que necesitábamos, como dice Tony.

“Y surgieron muchas ideas y se mencionaron momentos hasta de cuando Lurdes era el director, y de cómo debíamos asumir otra postura por una cuestión de hombría, de valentía, de que sí podemos hacer las cosas, porque todavía no nos representamos, a ciencia cierta de que los demás equipos nos respetan mucho, pero nosotros no nos hemos dado cuenta de eso por la calidad de los atletas que tenemos, y a veces nos relajamos, nos confiamos y cuando apretamos las cosas salen, como les hablo siempre: Cuando les da la gana ustedes acaban, se unen y es muy bonito lo que sucede entre ustedes por las cosas que se dicen, y para terminar, sorprendentemente, un jugador me sacó un vídeo, de esos que muchas veces encontramos en YouTube, y te puedo decir que se vivió un cambio de actitud total, un cambio de motivación”.

Carlos habla de los liderazgos, que son claves en un equipo. “Creo que se han encontrado esos liderazgos informales, como es el caso de Varona, porque tenemos un capitán oficial elegido por el equipo, pero hablamos de otras cosas, y puedo mencionarte a Carlos Gómez, Yohanny Hernández, que ganó siete juegos, a él le dicen Tito, pero los muchachos le dicen Titán, porque lo ven como el atleta más esforzado, el que más entrena. Todo esto es aparte del protagonismo de Frederich Cepeda, de Yunier Mendoza, de Dunieski Barroso. Un equipo sin líderes no es equipo, no estamos hablando solamente del líder que pueda meter tres o cuatro jonrones o impulsar 15 carreras; hablamos del líder que, aunque esté mal, sea capaz de arrastrar al equipo, lo convenza de que hay que hacer esto o lo otro, el mismo Varona en determinados momentos me ha dicho: ʻQuiero hablarle al equipoʼ, y le habla y se crea un debate, una lluvia de ideas, algo muy bonito”.

Para el psicólogo, hay otras cosas que no se ven, pero hablan a favor de un equipo que se ha sobrepuesto a un escenario también adverso: “Hemos jugado con apagones que no permiten el descanso normal de los atletas, hemos jugado con gente enferma, hemos jugado bajo presión y tensión psíquica, y el equipo se ha entregado, muchos son jóvenes y creo que esto se ha asumido con una hombría, de cuestionamiento entre ellos mismos, de decirse: ʻOye, ¿qué te pasa, dale, que esto es a pantalonesʼ. Y ese estado se vio en el cambio del resultado; se puede perder o se puede ganar, pero hay que reconocer que el equipo sí cambió y se transformó de una manera muy positiva”.

Foto: Alien Fernández/ Escambray

Hay, de todas maneras, una prueba pendiente de aprobación y que ahora mismo tiene a los Gallos sentados, nuevamente, en el mismo “pupitre” de la postemporada.

“Uno los orienta, los enseñan, les da herramientas de cómo prepararse en el bateo de la mente, cómo debe hacerlo un lanzador, cómo debe estructurarse un atleta en cuanto a millones de cosas que debe aspirar, cómo conocer cuáles son sus armas fundamentales, pero cada uno tiene sus características de personalidad, de temperamento y reaccionan de forma diferente a las tensiones psíquicas; vamos a ver qué pasa esta vez”.

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

Comentario

  1. A mí me gustaron. Los felicito. Era casi imposible ganarle a Pinar . Los felicito.
    La psicología muy importante obviamente y gracias al 10, entonces.

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